El derrumbe de parte de la estructura exterior del hospital Isabel Zendal ha vuelto a poner el foco sobre uno de los proyectos más polémicos de la Comunidad de Madrid. Inaugurado en 2020 como símbolo de la respuesta regional a la pandemia, el hospital se ha convertido con el paso del tiempo en un emblema de la infrautilización, el gasto excesivo y la falta de transparencia. El accidente, ocurrido este miércoles, no causó heridos, pero sí ha provocado un nuevo aluvión de críticas políticas y sociales.
El desprendimiento se produjo en una zona exterior, concretamente en el lateral del edificio. Desde la Consejería de Sanidad han restado importancia al suceso y lo han calificado de “tema puntual” sin afectación sanitaria. Sin embargo, no han explicado los motivos del fallo estructural ni han ofrecido datos sobre cuándo fue la última revisión técnica.
El Zenda costó más de 200 millones de euros de dinero público, entre su construcción (170 millones) y su mantenimiento anual, que ronda los 15 millones. Pese a la inversión, en todo 2023 solo atendió a 429 pacientes, es decir, poco más de uno al día. Una cifra difícil de justificar incluso para sus defensores.
Críticas por todos los frentes
“Esto no es un hospital, es un decorado vacío custodiado por seguridad privada”, ha denunciado Carlos Moreno Vinués, diputado del PSOE en la Asamblea de Madrid. “Con ese dinero podríamos haber construido decenas de centros de salud y contratado miles de profesionales”. La oposición lleva años pidiendo acceso al centro para comprobar su funcionamiento, pero, según denuncian, Ayuso sigue impidiéndolo.
Ayer se desplomó parte del techo del Zendal.
— PSOE Madrid (@psoe_m) July 3, 2025
El Ayusismo y su hospital fantasma que se cae a cachos.
¿Es por estas cosas por las que no dejan a la oposición visitarlo? 🤔 pic.twitter.com/v0WqX64wsB
El Zendal se ha convertido en un símbolo político. Mientras el Gobierno regional lo presenta como un “centro puntero” y una infraestructura estratégica, muchos ciudadanos lo ven como una obra faraónica de dudosa utilidad. La imagen de un autobús público circulando casi vacío por Madrid para llevar a los pocos trabajadores del Zendal se ha hecho viral en redes como ejemplo de esa desproporción.
La falta de pacientes ha sido una constante desde su apertura. Tras el fin de la emergencia sanitaria, el hospital no ha conseguido encontrar un propósito claro. Ha sido usado puntualmente para vacunaciones o pruebas diagnósticas, pero nunca ha funcionado con la actividad asistencial regular de un hospital convencional.
¿Qué se podría haber hecho con 200 millones?
Los sindicatos sanitarios y varias asociaciones vecinales llevan tiempo exigiendo que ese dinero se destine a reforzar la atención primaria, mejorar los hospitales existentes o abrir centros en barrios donde apenas hay recursos médicos. Según cálculos de profesionales del sector, con esa inversión podrían haberse contratado más de 3.000 enfermeros durante un año o habilitado 20 centros de salud completamente nuevos.
Pero el Zendal sigue ahí: enorme, brillante por fuera, casi vacío por dentro. El último derrumbe, aunque sin consecuencias físicas, ha vuelto a poner sobre la mesa una pregunta que lleva años sin respuesta: ¿por qué se construyó realmente el Zendal?
La presidenta Ayuso aún no ha hecho declaraciones tras el suceso. Tampoco ha visitado el centro tras el incidente. Mientras tanto, los madrileños y madrileñas siguen esperando respuestas, no solo por el desprendimiento de un techo, sino por el desplome —más profundo— de la credibilidad en la gestión sanitaria.