España está cambiando su modelo productivo. Desde el final de la pandemia, nuestro país está apostando por energías renovables, por una mayor inversión en capacidad tecnológica, por la innovación y la competitividad. Ya no solo producimos camareros, también empezamos a exportar técnicos cualificados, informáticos e ingenieros, y ahí radica la base del crecimiento de nuestro país, que ha sido puesto como modelo a seguir por la OCDE y el prestigioso periódico The Economist, nada sospechoso de izquierdista o bolchevique.
Según el profesor Gonzalo Bernardos, “en definitiva, el pasado año la economía española fue mejor de lo previsto y en el actual su crecimiento económico será mayor que en el anterior. Una sorprendente evolución, especialmente en los últimos trimestres, cuando la disminución del crédito y su encarecimiento ya afectaba notoriamente a las familias y empresas”. Para el experto, la gestión del Gobierno “está bien”, pero lo principal en la vida es “tener suerte”. Han confluido una serie de factores que han cristalizado en el milagro español, como el nuevo boom del turismo, la inmigración como motor de crecimiento y el “aumento de la competitividad internacional de nuestras empresas”.
Para Bernardos, en los próximos años nuestro país podría convertirse “en un coche de Fórmula 1”. Para lograrlo, necesitaría continuar bendecido por la fortuna y adjudicar a las principales actividades económicas del próximo futuro la mayor parte de los fondos Next Generation. “Una posibilidad que descarto completamente, debido a quién establece los criterios de acceso a ellos (los políticos), al efecto perverso que genera la inmensa burocracia que comporta su solicitud y la decepcionante utilidad que tendrá la mayor parte del capital adjudicado hasta la fecha”. El economista catalán lo tiene claro: “El gran secreto del éxito de la economía española son los inmigrantes que llegan. Estos 500.000 inmigrantes que llegaron en 2022 y los 400.000 de 2023 no trabajan donde quieren, sino donde pueden y a veces con más de un empleo. Están permitiendo a las empresas tener actividad que sin ellos no la tendrían, están generando un círculo virtuoso y permitiendo que la economía española tenga un crecimiento que de otra manera no habría”.
Pero hay más indicios que apuntan a que, tras la pandemia, a la que España se aferró como una oportunidad única de transformación, podríamos haber entrado en la senda de la modernidad para equipararnos por fin con las principales economías europeas. El informe de BBVA España. Cambio de modelo productivo, a su servicio, asegura que desde finales de 2019 hasta el primer trimestre de 2024, el Valor Añadido Bruto (VAB) del sector servicios ha aumentado un 6,3%, en comparación con el 3,7% del total de la economía. Además, el número de horas trabajadas se ha incrementado más de un 2%, frente al 0,9% del conjunto de sectores. “Observando la actividad desde la demanda, las exportaciones de servicios están hoy un 23% por encima de los niveles prepandemia, con crecimientos acumulados similares en las ventas de servicios no turísticos (25%) y en el consumo de no residentes (20%). En torno a esta tendencia, hay factores coyunturales y estructurales que vale la pena destacar”.
En los últimos años, la reducción de los costes laborales unitarios, la inmigración y la depreciación del euro frente al dólar han mejorado la competitividad de la provisión de servicios. Las mejoras en competitividad igualmente podrían explicar el buen comportamiento de las exportaciones de servicios no turísticos: con datos de 2022, las ventas a América del Norte y Central aumentaron un 50% respecto a 2019, incrementando su cuota en casi 3 puntos porcentuales. El Brexit podría haber provocado que varios servicios financieros, profesionales y de consultoría, que antes se producían en el Reino Unido, se trasladen al continente. “Además, la pandemia ha generado un cambio estructural en la forma de trabajar, ejemplificado por el teletrabajo, permitiendo que actividades que antes debían estar cerca de los centros de decisión se trasladen a otros países”, asegura el informe.
Todos los indicadores económicos son positivos, desde el crecimiento que podría ser del 3 por ciento este año hasta las buenas cifras de creación de empleo, la subida de salarios y el control de la inflación. Los datos del INE demuestran el crecimiento económico. España ahora cambia su mentalidad y confía en un patrón exportador de servicios de alta cualificación y valor añadido, lo que reporta un saldo muy positivo del 2,3% del PIB. Así es cómo, con respecto a 2019, las ventas externas de servicios no turísticos han crecido un 40%. Al margen del sector turístico, en 2023, las exportaciones españolas tuvieron un comportamiento excelente y consiguieron 98.175 millones de euros en ingresos, frente a los 64.706 euros en gastos. Si se clasifica por tipologías, los servicios empresariales (I+D, consultoría o técnico) representaron 35.260 millones de euros en ingresos frente a 25.397 millones de euros en gastos. En segundo lugar, destaca el sector técnico, comercio y otros servicios empresariales, con 21.196 millones de euros en ingresos y 15.350 millones de euros en gastos. Le siguen, transportes (20.875 millones de euros en ingresos y 14.415 millones de euros en gastos) y telecomunicaciones/informática e información (20.370 millones de euros en ingresos y 11.349 millones de euros en gastos). Importante cifra también en consultoría y servicios financieros, con 11.163 millones de euros en ingresos y 6.012 millones de euros en gastos, respectivamente.
España quizá no vaya como un cohete, como dice el Gobierno con euforia algo desmedida, pero sí a un ritmo más que notable, al menos en las cifras macro. Hay cosas que se están haciendo bien y que nos colocan en una situación ventajosa de aquí a los próximos años, cuando tendremos que hacer frente al grueso del plan para la transición ecológica marcado por Bruselas. Otra cuestión es la desigualdad, que es cierto sigue siendo el gran fracaso de Sánchez.