Vecinos con cubos y palas: así se juega la vida la España vaciada asolada por los incendios

Crece la sensación popular de que el Estado abandona a su gente, el famoso "solo el pueblo salva al pueblo" que ya circuló durante la riada de Valencia

17 de Agosto de 2025
Actualizado a las 8:30h
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Vecinos tratan de evitar que las llamas lleguen a su pueblo
Vecinos tratan de evitar que las llamas lleguen a su pueblo

La oleada de incendios que arrasa España ha sacado lo mejor de la sociedad española. Vecinos que han cogido cubos de agua, mangueras, rastrillos, palas, lo que tenían para evitar que el fuego llegara a sus casas y campos. El Estado se ha visto desbordado, tal como ocurrió durante la riada de Valencia, y ha retornado aquel eslogan (“solo el pueblo salva al pueblo”) que tiene una parte buena, la solidaridad y la bravura de un pueblo, y otra mala: la desafección de la ciudadanía con sus políticos y con la democracia. Un abono para la antipolítica y la demagogia ultraderechista.

El desbordamiento de fuegos que viven regiones como Castilla y León ha provocado que muchos vecinos se unan a los operativos de extinción, con el resultado de un voluntario fallecido y dos heridos en el incendio de Zamora. Los bomberos advierten del peligro de incluir voluntarios en la extinción de los incendios forestales. Pero cada vez son más. Gente desesperada que ve cómo se pierde su casa, su campo, su tractor y sus enseres de trabajo. Todo.

“Queremos ayudar, es nuestro futuro el que está en juego y preferimos morir entre las llamas que quedarnos con los brazos cruzados. Por aquí no ha venido nadie. Entendemos que hay muchos incendios, pero somos libres para actuar. Nadie nos puede tener confinados”, asegura una vecina de una pequeña localidad de Zamora.

En As Somozas se creó una brigada antiincendios voluntaria de los propios vecinos de la zona. En total, unas 70 personas vigilan que todo esté en orden por estos montes gallegos, informa La Sexta. Desde junio a octubre, los voluntarios vigilan, en parejas, los montes de As Somozas. “Venimos a sitios altos en el coche, andamos por las pistas y si hay algo tenemos teléfonos para llamar”, explica Atilano Ramírez, uno de los vigilantes.

Forman parte de la Asociación de Productores Forestales y llevan 15 años con la vigilancia. “Organizamos el voluntariado contra incendios porque en aquellos años había bastantes incendios en la zona”, desvela el origen de la brigada Fernando Galeano.

En algunos pueblos y aldeas se han producido escenas dramáticas. Vecinos que se negaban a ser evacuados por miedo a perderlo todo. El convoy de evacuación organizado por la Junta de Extremadura para rescatar a los últimos vecinos que permanecían en Cabezabellosa (Cáceres) debido al incendio forestal en Jarilla finalmente logró convencer a ese grupo de personas, que finalmente fueron puestas a salvo. En total, 19 vecinos fueron evacuados esa noche y se encuentran fuera de peligro, según confirmó la presidenta regional, María Guardiola. La evacuación se llevó a cabo después de que se lograra habilitar una ruta segura de salida a través de Villar de Plasencia, tras una noche en la que algunos residentes decidieron no seguir la orden de desalojo emitida por el avance del fuego en la zona.

Según informa La Sexta, Arturo Lobato vive en León. El lunes, el fuego le llegó a la puerta. Arrasó su finca. Rozó su coche. Quemó más de 100.000 euros en inversiones agrícolas. Lo que más duele, dice, no es el dinero: es el trabajo de años, el cuidado de cada parcela. Eso no se devuelve. En Felechares de la Valdería, tenía gran parte de sus inversiones agrícolas y de su empresa. Las pérdidas, calcula, superan los 100.000 euros. “Eso nadie me lo va a devolver de manera íntegra. El trabajo, el acondicionamiento de mis parcelas… eso no se puede devolver”, lamenta.

Tras lo ocurrido, sabe que tendrá que buscar otros territorios para continuar con su actividad. “No quiero que me ayude nadie, yo quiero vivir de mi trabajo”. En estos días no ha tenido tiempo ni de llorar. Cuando vio las llamas, se convirtió en voluntario. Corrió. Apagó. Se jugó la vida. “Hemos corrido mucho peligro; en algún momento sentí que no la contábamos”, confiesa.

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