No, la menstruación no está obsoleta

17 de Mayo de 2024
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menstruación

Resumen


La menstruación es un proceso relacionado con la fertilidad que conlleva profundos mecanismos biológicos y psicológicos que no se deberían eliminar sin más.

La menstruación no está obsoleta pues forma parte del singular vivir femenino. Además, menstruar es también político, un sangrado que le ocurre a la mitad de la Humanidad (todos los meses, durante casi 40 años), un hecho con profundas raíces culturales, sociales y políticas que la Medicina normalizó en el siglo XX con su visión masculina para lograr un comportamiento y lenguaje que la oculta. Por ello, si lo personal es político, son fundamentales los relatos vitales personales respecto a la propia experiencia de la menstruación.

La menstruación es un variable y fisiológico ritmo hormonal que marca la vida de la mujer desde la menarquia hasta la menopausia y su eliminación innecesaria y permanente es cuestión que refleja encarnizamiento médico.

La industria de “Cuidado Personal Femenino” usó astutamente el estigma de la menstruación (y su correlato en la experiencia vivida, la emoción de la vergüenza) para vendernos modernización y liberación femenina. Ahora es la industria de la “Medicina” la que nos vende la obsolescencia de la menstruación.

Por el contrario, se trata de menstruar sin vergüenza y con orgullo, reivindicando la fuerza y el poder de lo femenino.

Sobre la menstruación


La menstruación es parte femenina esencial vital y bien se refleja en la forma de entenderla según culturas y tiempos históricos. Tras la primera regla, la menarquia y los primeros ciclos irregulares, la menstruación es fenómeno que se convierte en "regla" a lo largo de la vida fértil de la mujer.

La regularidad mensual, de la que deriva su nombre, implica un variable y fisiológico ritmo hormonal que marca la vida de la mujer desde la menarquia hasta la menopausia. Este ritmo sincopado es típico de la mujer pues sus picos van asociados a la ovulación. Habla de una mística influencia invisible de la Luna, con sus meses de 28 días, y de una femenina fisiología singular.

El ciclo también habla de armonía con la naturaleza y de la fuerza de la mujer, de su constante conexión con lo vital y versátil.

El ciclo menstrual es expresión visible del ciclo de la salud de la mujer. Es la biología femenina cambiante, con sus ciclos hormonales. Es la normalidad durante media vida de la mujer. Son tres o cuatro días en los que se descama y elimina la capa funcional interna del útero (endometrio) que había crecido por si tenía que alojar un óvulo fertilizado, con un sangrado de aproximadamente 50 mililitros. Tal descamación es consecuencia de la brusca bajada de los niveles en sangre de las hormonas sexuales femeninas segregadas en el ovario.

Ventajas evolutivas de la menstruación


¿Por qué se mantiene la menstruación en la especie humana? Lo desconocemos, aunque hay múltiples hipótesis, desde su incardinación con la inmunología a su papel en el bienestar general.


En todo caso, la mujer prehistórica vivía pocos años y tenía como máximo y sin embarazos unos 160 ciclos menstruales, y una mujer actual puede tener hasta 450 en los países desarrollados. En la práctica, la mujer prehistórica podía vivir unos 25 años y pasar la mitad de su vida entre embarazos y lactancias. La menstruación era muy infrecuente, sin duda. Incluso a comienzos del siglo XX la mujer seguía pasando casi toda su vida fértil entre embarazos y lactancias, pues eran comunes los diez y más partos (y la muerte precoz de la mujer por embarazo, parto o posparto). Suponiendo una vida media de 40 años, y una media de 7 embarazos, partos y lactancias, se producirían menos de la mitad de los 240 ciclos posibles.

Quizá la principal ventaja evolutiva radique en la simplicidad de los varones. En las tribus primitivas prehistóricas los varones podrían «seleccionar de visu» para el apareamiento a las mujeres que reglaban y eran posiblemente fértiles. Estas se diferenciaban de las que estaban amamantando y/o estaban sin regla (embarazadas o casi seguro estériles). Este mecanismo visual quizá explique la falta de respuesta de los varones, medida por lo niveles de testosterona, a los «picos» hormonales típicos en la mujer, que coinciden con su mayor receptividad sexual.
Quizá, los estímulos visuales obvios sean más estimulantes para los varones que los más sutiles de la conducta sexual femenina que incitan al coito.

Como dijo Emilia Pardo Bazán (escritora gallega), en tiempos de represión sexual: «No habría mujer honesta si el varón supiera tanto del cuándo como del cómo».

La menstruación como problema, o no

El aumento del número de ciclos menstruales a finales del siglo XX y en el siglo XXI se debe a la mayor supervivencia y al tener menos embarazos, menor tiempo de lactancia, pubertad adelantada y menopausia retrasada.

Caben varios cientos de menstruaciones en la vida de la mujer moderna. Es posible que haya quien se pregunte si la menstruación está obsoleta, como Elsimar Coutinho, ginecólogo brasileño, cuyo libro tuvo impacto mundial, “Is menstruation obsolete?”. En este sentido, se puede considerar la menstruación como evitable pues es fuente de problemas y de complicaciones, y pensar en eliminarla mediante el uso de contraceptivos (y llegado el caso, con la extirpación de los ovarios y/o del útero).

Sin embargo, los hechos demuestran que incluso en el deporte de competición la menstruación no es un problema generalizado respecto al rendimiento, e incluso en muchos casos el propio ejercicio del deporte disminuye las molestias y el dolor, si existe, durante la regla. Además, se desconocen los efectos adversos a largo plazo de la supresión de la menstruación por más que no sepamos justificar las ventajas evolutivas de la existencia de los ciclos menstruales.

La medicalización de la menstruación

Es antiguo el atribuir males sin cuento a la menstruación, incluso con la descripción de una “psicosis menstrual” que se desencadenaba por los cambios hormonales que llevan a la descamación del endometrio.

Lo nuevo es que la menstruación está pasando de fenómeno biológico, fisiológico y psicológico incardinado en el “ser mujer” a considerarse un "signo vital" cuya normalidad en duración y características fijan los expertos y sus sociedades científicas (la “biometría”). El feminismo puede vivir todo ello con asombro y escepticismo, pero si continúan las presiones es cuestión de tiempo que la propia mujer llegue a rechazar la menstruación, la considere sucia, molesta, incómoda y obsoleta, y admita el tratamiento hormonal de por vida (o la extirpación de los ovarios y/o útero) para evitarla. La espiral de la ciencia, de la prevención, de la presión de los expertos y del negocio se transforma en fuerza cultural y social que se impone con su moralina de higiene y limpieza.

Además de delimitar la intervención médica a los verdaderos problemas de la menstruación, como la hipermonorrea y la dismenorrea, es fundamental evitar que la razón instrumental lleve a responder sólo dos preguntas, “¿Se puede hacer técnicamente [impedir la menstruación de por vida]?” y “¿Cumple sus propósitos [los deseos de eliminar dicha menstruación]?” y con dichas respuestas se abandone la reflexión ética en torno a la dignidad humana y al impacto a largo plazo para las mujeres y la sociedad.

Es decir, pretendemos que se añada una tercera pregunta: “¿Cuáles son las consecuencias”?, de forma que se produzca el necesario encuentro entre ciencia, técnica, ética y humanidades.

¿Qué hacer?


Vivir la etapa fértil de la vida como una fértil etapa no sólo en lo biológico sino también en lo cultural, político, vital y social. Ver a la mujer como fuerte en todas las etapas de la vida y a la menstruación como símbolo de un poder que se ha negado a los varones.

Rechazar las propuestas irrazonables de interrupción artificial de la menstruación. Se han hecho ya suficientes “experimentos” con la mujer, desde la talidomida a las mallas vaginales, pasando por los parches en la menopausia, el Essure, el Agreal y el dietilestilbestrol, y es hora de sensatez y prudencia.

Menstruación e ideología


En el debate sobre la obsolescencia de la menstruación, muchos argumentos aparentemente científicos tienen una ideología patriarcal que ve a la mujer como un varón débil y enfermo y, a este respecto, nada más simbólico que la regla. Así, se ve la menstruación como algo insano, patológico y enfermizo que hay que “curar”. No deja de ser una versión moderna de los estigmas, prejuicios, supersticiones y tabúes que han impuesto, por ejemplo, las religiones patriarcales. Esta visión suponía la impureza de la mujer que se “limpiaba” mediante la menstruación y que podía “contagiar” durante esos días el mal en general; por supuesto, se evitaba el sexo coital e incluso hablar sobre la menstruación pues era cuestión de debía ser socialmente invisible. Es notable la excepción de los sijíes, cuya religión no impone ninguna norma restrictiva respecto a la menstruación.

En la visión de la menstruación como días “sucios” es clave la influencia de la poderosa industria de la “higiene femenina”, del “Cuidado Personal Femenino”, con sus compresas, tampones, copas y otros productos para la menstruación. Frente al exceso occidental, las carencias en muchos lugares, la “pobreza menstrual” y los problemas de equidad.

En todo caso, los ritos y costumbres acerca de la menstruación forman un entramado cultural que no se puede ignorar ni en lo personal (psicológico y espiritual), ni en lo social, ni en lo político.

Son muchas las hipótesis científicas acerca de los beneficios del ciclo menstrual, desde la defensa frente a infecciones que pueden afectar al útero hasta las ventajas para la supervivencia personal por el vigor saludable de la renovación cíclica del endometrio.

Síntesis


La consideración de la menstruación como obsoleta cuadra con la medicalización de la vida de la mujer. Las cuestiones femeninas que deberían tratarse con franqueza y respeto, en el círculo de familiares y amigos y en la sociedad, pasan a ser “problemas de salud” que precisan de tratamiento médico.

No se trata del noble objetivo de dar visibilidad a la menstruación, sino del sucio negocio de eliminarla sin debate y de convertir de nuevo a la mujer en carne de cañón.

La menstruación es un variable y fisiológico ritmo hormonal que marca la vida de la mujer desde la menarquia hasta la menopausia y su eliminación innecesaria y permanente es cuestión que refleja encarnizamiento médico.

Si menstruar es político, se trata de menstruar sin vergüenza y con orgullo, sin renunciar a nada, reivindicando la fuerza y el poder de lo femenino.

Bibliografía básica


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