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La Covid-19 no existe

16 de Agosto de 2024
Actualizado el 17 de agosto
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Vacuna Covid-19

A lo largo de los últimos meses apenas he publicado artículos porque me he centrado en acabar la novela que me traía entre manos, la cual os recomiendo leer y podéis adquirirla en versión digital o en papel pinchando en este enlace.

Tras el que ha sido este periodo de hibernación, escribo el artículo que tienes frente a los ojos para darle la estocada final a la pandemia del coronavirus, aportando toda la documentación —proveniente de medios oficiales— necesaria para demostrar que la enfermedad de la COVID-19 no existey que, en consecuencia, su presunto causante, el virus Sars-Cov2, nunca se propagó entre la población del planeta Tierra.

Vamos al lío:

Antes de entrar en el terreno de lo puramente científico y de centrarnos en los resultados y la validez de los cultivos y aislamientos del virus Sars-Cov-2 que fueron realizados, razonemos qué sucedió en el mundo a lo largo del año 2020, antes de que a comienzos del 2021 la intromisión de la campaña de “vacunación” enturbiara el panorama con los millones de muertes que provocó y que inicialmente fueron adjudicados a la COVID-19.

Como ya mostré en mi artículo Las cifras de la pandemia son un mero asusta viejas, lo que ocasionó el alarmismo planetario fue una cantidad ridícula de muertes en china: 2.000 personas.Muchas menos de las que mueren anualmente en España por causa de la neumonía con sus no llega a 50 millones de habitantes por los 1.400 de China. Si hacemos una regla de tres, 5.000 muertos en España por causa de la neumonía implicarían 140.000 muertos en China por esta misma causa. Así que, 2.000 muertos en el segundo país más poblado del mundo por causa de cualquier enfermedad, nueva o de toda la vida, jamás debiera haber supuesto motivo de pavor alguno.

No obstante a esto, las alarmas no dejaron de sonar y nos encerraron a todos en nuestras casas mientras la llamada “primera ola de la pandemia” hacia de las suyas. Durante este periodo sí murió mucha gente pero, curiosamente, casi toda lo hizo en geriátricos, como si el Sars-Cov-2 fuese un virus selectivo hasta el extremo de contagiar únicamente a aquellos ancianitos que vivían en residencias y que fueron completamente aislados de sus familiares y, con ello, alejados de su supervisión.

Ahora ya se sabe qué ocurrió con estos ancianitos y por qué nuestro gobierno se afanó tanto por impedir que sus seres queridos acudiesen a visitarlos, usando el pretexto de estar protegiéndolos del contagio.

La mayoría de ellos fueron víctimas no de la COVID-19, sino de unos protocolos que solo pudieron ser elaborados con el objetivo de asesinarlos induciéndolos a la sedación paliativa. Por tanto, aunque inicialmente trataron de hacernos creer que la COVID-19 estaba matando en Europa y EEUU a todos los que no había matado en China, finalmente se supo la verdad. Pero, aun así, esto no tenía por qué significar que el Sars-Cov-2 no circulase entre la población mundial y no estuviese infectando y ocasionando la muerte de algunos cientos de miles o millones de personas, tal y como anualmente hacen todas las enfermedades.

La evidencia indiscutible de que todo lo que sucedió durante la primera ola de la pandemia fue por causa de los protocolos, nos la ofrece la África negra, donde 1) no hay residencias de ancianos y 2) no hubo sobre mortalidad en el año 2020.  

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(Los datos mostrados en esta tabla han sido recopilados o calculados a partir de los aportados en datosmacro.expansión.com).

Pero ahora que sabemos que el Sars-Cov-2 es un virus selectivo, esto no debe sorprendernos. Si solo le interesaba propagarse por geriátricos… ¿Por qué iba a molestarse en viajar desde China a aquellos países africanos que carecían de ellos?

Ironías aparte, todo lo sucedido después de esta a la que voy a renombrar como “la ola de los protocolos asesinos para las residencias”, quedó en manos de 1) estos mismos protocolos y de aquellos otros —igualmente asesinos— que fueron aplicados en los hospitales y, 2) de los test PCR que, tal y como ya documenté en los artículos Pandemia de falsos positivos PCR y Pandemia de falsos positivos PCR 2.0., fueron empleados para diagnosticar fraudulentamente como COVID-19 a todo hijo de vecino, independientemente de que estuviese completamente sano o enfermo por causa de cualquier patología diferente. De esta forma fue como se continuó provocando más y más muertes con las que justificar el alarmismo, sembrando el pánico y preparando la llegada de la “vacuna” salvadora.  

Todo esto implica que, de entre todos los millones de personas que sufrieron infecciones respiratorias desde que la pandemia del coronavirus fue declarada, ninguna de ellas padeció la COVID-19. Padecerían gripes, bronquitis, coronavirus de toda la vida, neumonías… Pero, desde luego, no la COVID-19.

La COVID-19 no existe pese a que, supuestamente, según la narrativa “científica” oficial, el virus causante de la misma, el Sars-Cov-2, fue secuenciado y aislado en un gran número de laboratorios.

La secuenciación de un virus es un conjunto de letras que se utiliza para identificarlo, como si de las letras y números de la matrícula de un coche se tratase.

Si bien el hecho de que un test de un resultado positivo a la secuencia de un virus, no significa ni que esa secuencia sea realmente un virus infectivo, ni que la persona testeada esté infectada por ese virus, puesto que las herramientas de diagnóstico tienen tasas de error, aun en aquellos casos en los que —a diferencia de los test PCR como prueba de diagnóstico de la COVID-19— son empleadas debidamente. Por esa razón, para asegurarse de que una de estas secuencias es realmente un virus causante de una enfermedad, la prueba positiva debe ser confirmada con un cultivo viral.

Consecuentemente, para establecer la causalidad entre un positivo PCR y la enfermedad COVID-19, es decir, entre la secuencia adjudicada al Sars-Cov-2 y la enfermedad COVID-19, resulta necesario tomar líquido naso faringio (que se extrae con el PCR) o esputo del paciente y, subsiguientemente, realizar un cultivoen células humanas sanas, para comprobar si se replica en ellas y las daña.Mientras que este proceso no sea llevado a cabo, no habrá prueba alguna de que esa secuencia a la que han dado el nombre de Sars-Cov2 sea la causante de ninguna enfermedad.

Tras la presunta aparición del virus en una sopa de murciélago en un mercado de Wuhan, el 24 de enero del 2020, la revista científica “The NEW ENGLAND JOURNAL of MEDICINE” publicó un estudio titulado “Un nuevo coronavirus procedente de pacientes con neumonía en China, 2019”, en cuyo resumen sus autores afirmaban haber aislado el Sars-cov-2, tras haberlo cultivado en células epiteliales de las vías respiratorias humanas. Si bien más adelante, en el apartado que dedicaron a explicar la metodología que usaron para aislar el virus, añaden que dichas células se habían obtenido de muestras de vías respiratorias resecadas de pacientes sometidos a cirugía por CÁNCER de pulmón; es decir, que eran células cancerígenas.

 

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Las células cancerígenas se replican constantemente —al igual que las embrionarias— y, por tanto, usarlas para realizar cultivos virales y demostrar que los virus se replican en ellas carece de fiabilidad.

El día anterior a la publicación de este estudio, la revista científica Eurosurveillance” publicó un paper para legitimar el uso de los PCR como prueba de diagnóstico de la COVID-19. Por increíble que resulte decirlo, en este mismo estudio sus autores reconocían no disponer del material de control del Sars-Cov2 infeccioso (“vivo”) o inactivado, ni del ARN genómico aislado del virus.

 

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El estudio fue revisado por pares y denunciado por contener, junto a este último problema fatal, la friolera de otros nueve más, asegurando en dicha revisión que hasta la fecha sus autores aun no habían realizado la validación basada en virus Sars-Cov-2 aislados o de ARN de longitud completa de los mismos.

Esto significa que a 27 de noviembre del 2020 —fecha de publicación de la revisión por pares—, los PCR continuaban —y continuarían— diagnosticando a saber qué cosa, dado que estaban siendo utilizados sin la muestra viral correspondiente al virus que debían detectar. Dejando de lado lo rocambolesco de esta situación de diagnostico y centrándonos nuevamente en el tema que nos ocupa, esto jamás podría haber ocurrido si, efectivamente, el virus hubiese sido aislado. Pues, en ese caso, sí se hubiese dispuesto de las muestras virales correspondientes para que los test PCR pudieran reconocer al Sars-Cov-2 y diagnosticar la COVID-19.

Pero no, lo que estaba sucediendo era que el virus continuaba siendo aislado en muchos laboratorios del mundo en células cancerígenas y…. todavía más grave, en células de riñón del mono verde africano, como muestra este estudio publicado el 19 de junio del 2020 en el “National Library of Medicine”, titulado “Características de aislamiento y crecimiento del Sars-Cov-2 en células Vero.”

 

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Al igual que las células cancerígenas, las células Vero —de riñón del mono verde africano—, se replican constantemente, por lo que tampoco sirven para como prueba fiable de replicación vírica. Además, se da el caso de que las células de riñón de mono verde africano no son humanas, sino de mono verde africano. Y, por tanto, lo que suceda en ellas, más aun proviniendo de riñones, no tendría relación alguna con lo que pudiera suceder en los pulmones del ser humano.

Los casos de transmisión de enfermedades por vía respiratoria entre miembros de diferentes especies, no existen. Por esa razón, las enfermedades respiratorias de los perros son de los perros, las de los gatos son de los gatos y las de los humanos son de los humanos. Yo al menos no conozco ningún caso de nadie que le haya contagiado la gripe a su gato, ni tampoco de ningún perro que contagiara de moquillo a su humano. Así que tratar de convence al personal de que un virus que afecta al riñón de un mono verde africano podría producirnos alguna clase de infección respiratoria, no es más que otro nuevo delirio de la religión —cuestión de mera fe— en la que los científicos cuyo sustento proviene del oficialismo están convirtiendo a la ciencia.

En Wuhan, en el periodo de tiempo transcurrido desde el 14 de mayo al 1 de junio del 2020, también se realizaron varios centenares de cultivos virales. El resultado de los mismos fue publicado en el estudio  “Detección de ácido nucleíco del SARS-CoV-2 posterior al cierre en casi diez millones de residentes de Wuhan, China”. Se testeó a un total de 9. 899.828 personas tras el periodo de confinamiento, de las cuales 9.865. 404 no tenían diagnóstico previo de COVID-19 y 34.424 eran pacientes recuperados de COVID-19. La evaluación de los 9.865.404 participantes sin antecedentes de COVID-19 no encontró casos recientemente confirmados de COVID-19 e identificó 300 casos positivos asintomáticos. De los 34.424 participantes con antecedentes de COVID-19, 107 dieron positivo nuevamente. Se realizaron cultivos virales de las muestras tomadas en estos 300 + 107 casos de positivos asintomáticos y repositivos asintomáticos, respectivamente. TODOS los cultivos fueron negativos, indicando que no había “virus viables” en ninguno de los casos y que, por tanto, en Wuhan, nada más y nada menos que el presunto epicentro de la pandemia del coronavirus, tampoco hubo forma de establecer relación alguna entre la secuencia del Sars-Cov-2 y la enfermedad COVID-19.

En este documento pude leerse la respuesta que el ministerio de sanidad español ofreció ante la pregunta de si disponían de cultivos virales del Sars-Cov-2, la cual fue, literalmente, la siguiente: “El ministerio de sanidad no dispone de cultivo del Sars-Cov-2 y no tiene registro de los laboratorios con capacidad de cultivo y aislamiento para ensayos”.

 

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Cabe resaltar que inicialmente el ministerio de sanidad se negó a responder y fue obligado a hacerlo por vía judicial.

También fue interrogado al respecto de la efectividad de los PCR y esta fue su respuesta: “Los test, por si solos no suelen ser suficientes para determinar enfermedad, requiriéndose una evaluación experta a la persona a la que se la realizado el test”.

Curiosamente, ningún político ni medio de comunicación del país se hizo eco de esta transcendental documentación, que evidenciaba que millones de personas estaban siendo diagnosticadas COVID-19 de un modo fraudulento, además de que ni siquiera se disponía de prueba alguna que demostrase la existencia de la propia enfermedad.

Fuimos nosotros, los “negacionistas”, quienes difundimos la documentación. Y entonces fue cuando Newtral intervino para marear la perdiz e intentar restar valor al asunto.

¿Y qué hizo?

Decir que en España el sars-Cov-2 sí había sido aislado y cultivado en laboratorios de bioseguridad de nivel 3, sin aportar los estudios que lo corroborarían.

Lo que sí aportó fue el estudio anteriormente referido que fue publicado el 24 de enero del 2020 en la revista científica “The new england journal of medicine, titulado “Un nuevo coronavirus procedente de pacientes con neumonía en China, 2019”, para anunciar que el Sars-Cov-2 había sido aislado por vez primera en el mundo… ¡en células cancerígenas!

Por cierto, ¿cómo es posible que el ministerio de sanidad español ignore en qué laboratorios del territorio nacional ha sido aislado el Sars-Cov-2 para ensayos?

 

 

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