Pedro Sánchez tiene un ego tan grande que si se subiese a él y saltase se mataría despanzurrado contra el suelo. Hay otras muchas personas que tienen ese problema en la vida pero no son como él, al menos en términos de la conciencia. El problema de Sánchez no es que sea un ególatra, por molesto que sea, sino que es EL SER AMORAL. Si ustedes buscasen un ejemplo de persona carente de cualquier tipo de moralidad, no les haría falta rebuscar para encontrarlo, ahí mismo tienen al presidente del gobierno español.
No es lo mismo ser inmoral que amoral, valga la distinción. Una persona inmoral es aquella que atenta contra la moralidad o buenas costumbres establecidas. A lo largo del tiempo han existido muchísimas personas inmorales que, mediante su acción, han logrado evolucionar los usos y costumbres. No son en sí personas carentes de capacidad moral, bien al contrario tienen una contraria a lo “común”. El ser amoral, por contra, carece de todo tipo de pulsión moral. No hay otro tipo de moralidad que pretenda imponer o desde la que enfrentarse a lo establecido, sino que es no tiene moral. Sin más. Ni buena, ni mala, no tiene alguna.
Sánchez es de este segundo tipo de personas. Carece de cualquier tipo de moral por ello hoy puede defender una cosa y mañana la contraria. De hecho, en el mismo día puede llegar a defender y actuar de forma completamente opuesta. Ayer sin ir más lejos, en la comparecencia en el Congreso explicó que deseaba hacer tabula rasa con lo que venía sucediendo para volver al diálogo, las buenas formas y el consenso. En menos de diez minutos estaba calificando a sus “enemigos” políticos de “máquina del fango” y pseudo-demócratas. Y sí, para quien carece de moral, cualquiera que osa contradecirle pasa a ser enemigo, no adversario u otro competidor. En un breve lapso de tiempo fue capaz de demostrar, no ya que mienta —el amoral no miente porque carece de conciencia sobre el concepto de mentira sobre sí mismo—, sino que defiende dos cosas completamente contrapuestas.
Es normal entre quienes carecen de todo tipo de moralidad transitar hacia el autoritarismo y la autorreferencialidad pues, como pueden suponer, no hay nada más correcto que el capricho constante de ese ser. Que Sánchez se atreviese, a la vez, a pedir que cortasen la palabra a Alberto Núñez Feijoo y negase haberlo hecho (¡Que te ha visto toda España!) muestra esa carencia de moral y ese comportamiento autoritario que suelen ir cogidos de la mano. Y como buen amoral da lecciones de democracia mientras actúa como un verdadero tirano —solo hay que ver cómo ha dejado el interior del PSOE—.
Cuando un ser así llega a la cúspide del poder político, o llega a jefe en una empresa (que también está plagado de amorales), el peligro es enorme. Mucho menos por las acciones tiránicas que cometa que por la mala gestión que acaban implementando sus gobiernos, pues la máxima para optar a estar bajo su mandato es ser tan displicente como él. O lo que es lo mismo, tener unas tragaderas enormes para aceptar los cambios de opinión y posición. Por lo tanto, acaban llegando personas menores, incapaces, genuflexas, bocabajos, inútiles en términos generales. No es de extrañar que luego pase lo que pasa, que tienen que estar rectificando constantemente y por el camino se pierde mucho dinero. Todo por contentar al tirano y con miedo a la purga.
Junto a ese comportamiento tiránico se sitúa la autorreferencialidad. Todo debe girar en torno a su persona. El cabreo de Sánchez, en esos días en que se retiró a descansar, no fue tanto con la derecha mediática —a la que pretende amordazar— como con los propios. ¿Cómo se les había ocurrido no defender a su esposa que es como si fuese él mismo? Una esposa que no es militante del PSOE. Debían salir en tromba, como hicieron las focas de la militancia, a defenderla y señalar a quienes estaban informando sobre cuestiones que, ¡anda!, ayer no desmintió en el Congreso. Esto es, haber firmado recomendaciones y haberse reunido con ciertos empresarios. La realidad muestra que no ha habido fango, ni nada por el estilo, sí mucha falta de ética, pero eso no le importa porque él carece de algo similar.
A más, a más, no solo se cabrea con sus conmilitones sino que establece que su señora esposa es el Estado. En su cerebro, no en el de los demás, eso es perfectamente lógico. Él es el Estado y su esposa también porque, además de los votos y los pactos, los ha elegido el destino, objetivado en el pueblo español que no es facha (casi todos los españoles, vamos). Y como su esposa es el Estado, como él, que un zumbado argentino venga a decir que es corrupta (ni puta, ni nada grave) supone una afrenta a España. De ahí que haya que retirar la embajada española en Argentina y, como dicen con guasa, declarar la guerra. A cualquiera, salvo a las focas socialistas, les parece una locura tales acciones, pero a él no. Además como carece de moral no ve nada grave, ni los perjuicios que se puede causar a terceros (no sabe ni lo que son los terceros).
Es EL SER AMORAL más perfecto que ha conseguido la evolución humana. Habría que meterle en un zoológico o museo para que todo el mundo pueda contemplarlo. Aunque eso sería inhumano para quienes sí tienen un mínimo de ética.
Lo de Palestina no es más que otro de sus juegos de trilero. Que haya o no un Estado jamás le ha importado porque no le afecta a él. Cualquiera que le conozca lo sabe.