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¿Éstas elecciones son cosa de dos?

11 de Junio de 2016
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Responda o no a la realidad de la calle, lo que es cierto es que la pulsión preelectoral viene marcada por las corrientes de opinión que afloran desde el conjunto de medios de comunicación desde hace meses, con mayor fuerza si cabe en estos últimos días. Pero a un tiempo se observa -es mi caso al menos- algo así como una falta de reflejos para acomodar el relato a las circunstancias cambiantes, que no son otras que las derivadas de la volatilidad del voto que van constatando los estudios demoscópicos.De los movimientos tácticos explicitados a lo largo de la precampaña por parte de los distintos partidos, hay uno que destaca sobremanera, hasta el punto que se convierte en el eje central de todos los análisis de los columnistas: el “sorpasso” y todo lo que se deriva de su irrupción en el escenario preelectoral. Sin entrar a analizar el interés que pueda tener cada una de las fuerzas políticas contendientes en desplazar al PSOE de la pista central del debate, es evidente que el mismo se ha evidenciado argumentalmente por sus protagonistas en algunas declaraciones ciertamente reveladoras.Así, en el momento en el que el PP anuncia su intención de abrir paso a un inédito modelo de debate a cuatro en función de una nueva realidad parlamentaria constatada en las urnas el pasado 20D, acompaña su explicación con una pregunta tan retórica como evidente es la respuesta: si el debate hubiese de ser a dos ¿quién habría de ser el candidato que debatiría con Rajoy?; dejando entrever que ya no sería Pedro Sánchez sino Pablo Iglesias, a tenor de las lecturas que se venían haciendo ya en ese momento de las distintas encuestas.Por otra parte, desde Podemos y sus confluencias, se ha diseñado un discurso de campaña basado en que ya se han colocado por delante de los socialistas, y por lo tanto habría emergido un nuevo bipartidismo protagonizado por Mariano Rajoy y Pablo Iglesias, quedando relegado el PSOE en este nuevo escenario al papel de mera comparsa.Es difícil dilucidar si han sido los medios quienes han ido dando cuerpo a lo que en principio no era sino una hipótesis de trabajo, o estamos ante una calculada operación diseñada en los laboratorios de estrategia de uno o más partidos, o bien esta segunda posibilidad incluía instrumentalmente a la primera. En todo caso, es evidente el interés que hay en instalar en el electorado una vez más la sensación de disyuntiva bipartidista que busca razonablemente una polarización y la concentración del voto, es la dinámica que se ha repetido invariablemente en todas las campañas vividas hasta ahora.Ahora bien, si nos detenemos a leer los renglones torcidos del último CIS, siendo cierto que las urnas habrán de arbitrar entre solamente dos con posibilidades el nombre del candidato que tendrá que asumir la responsabilidad de intentar formar gobierno, a tenor de las hipotéticas composiciones de mayorías que se reflejan en la encuesta el Partido Popular queda en una difícil posición, a la vista de su aparente dificultad para superar sus actuales 123 escaños (se apunta incluso un leve descenso), y el hundimiento que se atribuye al partido de Albert Rivera, de tal suerte que entre los dos nombres que tendrían a su alcance la capacidad de sumar voluntades parlamentarias de cara a una investidura no aparecería el de Mariano Rajoy.Si los resultados confirman los augurios de los sondeos, la izquierda sumaría más votos que la derecha en el renovado Parlamento, siendo así que ese treinta por ciento de indecisos que se repiten prácticamente en todos ellos tendría en sus manos la capacidad de decidir el nombre del próximo presidente del Gobierno de España, pero frente a la que parece ser la opinión imperante, no asistiríamos a una pugna parlamentaria entre el PP de Rajoy y el Unidos Podemos de Pablo Iglesias, sino entre la opción de éste último como posible candidato si obtuviese más escaños que el PSOE, o la de Pedro Sánchez si éste mantuviese a su grupo parlamentario por delante en número de diputados tal y como sucedió en diciembre. De nuevo el denostado voto útil, porque la alternativa sería una tercera convocatoria.
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