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Golpes bajos a la FNMT

04 de Junio de 2024
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FNMT

Son malos tiempos no solo para la lírica, que decía la canción del grupo Golpes Bajos, sino para casi todo. Malos tiempos en los que siempre, o casi siempre, ocurre lo que te temes y nunca, o casi nunca, lo que esperas. En los que todo puede empeorar y casi nada mejorar, y no digamos curarse “Aquí no se cura ni un callo en el pie” decía una canción del gran Juan Luis Guerra. Sobre todo son malos tiempos para los servicios públicos, y no hay institución pública que se libre de estos malos tiempos y se lleve los correspondientes golpes bajos, y no nos referimos al carismático grupo ochentero, sino golpes bajos de los los que duelen, a esos cada más debilitados y desacreditados servicios públicos, que están en trance de ser desmantelados, de ser absorbidos, devorados por la economía de mercado, que se rige única y exclusivamente por el criterio del gasto y beneficio, del negocio puro y duro.

Uno de estos servicios públicos es la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, un organismo público creado en 1893, que desarrolla una actividad de interés público elaborando productos y prestando servicios para la ciudadanía, todos ellos de la más alta  calidad y seguridad, y que últimamente está recibiendo las correspondientes embestidas, los continuos golpes bajos tan habituales  en estos malos tiempos.

El primer y gran golpe bajo fue la decisión del Banco Central Europeo  de quitarle a la FNMT, la fabricación de billetes, ordenando la construcción de una nueva fábrica destinada única y exclusivamente a este fin. Con esta desafortunada decisión salida de alguna encorbatada lumbrera, habitante de algún alto despacho de la sede del BCE en Fráncfort, la FNMT perdió uno de sus pilares fundamentales, una de sus principales finalidades, si no la mayor, para lo que fue creada.

La nueva fábrica de billetes, IMBISA, Imprenta de Billetes S.A. ha costado la friolera de 300 millones de euros, sin contar el gasto en ingeniera o seguridad, de los que no se tiene ningún dato. Lo más indignante es que las arcas públicas podrían haberse ahorrado esa enorme cantidad de dinero, que desde luego no sobra, si la fabricación de billetes se hubiera seguido haciendo en la sede de la FNMT. Y ese dineral derrochado en una fábrica innecesaria, podía haberse empleado en Sanidad, Educación y demás servicios públicos siempre escasos de presupuesto. El gobierno español debería haberse negado a derrochar tantos recursos públicos en una nueva  fábrica existiendo la FNMT, pero este es un país segundón, vasallo de los grandes países europeos y aquí se hace lo que se nos manda. Y a callar.

Un país de primera fila no hubiera permitido semejante  derroche de dinero público, alegando, haciendo valer el principio de austeridad, de ahorro, de sobriedad, contención y moderación, por no decir la coherencia, la cordura, la sensatez y el sentido común, que debería ser preceptivo en todo lo referente al gasto público. Pero, por desgracia, los principios de austeridad, de contención, de ahorro y mesura, solo rigen para los sueldos y los derechos de los trabajadores y las trabajadoras.

No hace falta decir que desde que se creó IMBISA, una empresa pública de gestión privada, los trabajadores y trabajadoras de la FNMT ven su futuro laboral con mucha preocupación, cuando no con angustia y desolación. No es plato de gusto ver cómo desaparece uno de los pilares de la empresa, quedando  abandonadas, desiertas, las instalaciones donde antes  se fabricaban los billetes, y ahora solo se fabrica polvo y telarañas, desolación y abandono en cantidades industriales. 

Después de este tremendo golpe bajo que supuso la pérdida de la fabricación de billetes, y que dejó a la más que centenaria institución muy tocada económica y anímicamente, vino otro no menos fuerte golpe bajo, o mejor sería decir una serie de golpes bajos, de la mano, quién lo diría, de la nueva directora, Doña Isabel Valdecabres Ortiz, la que en teoría estaba destinada a liderar la recuperación de la FNMT, de devolverle el brillo, el esplendor, la ilusión y la esperanza perdida. Pero lejos de darle ese nuevo impulso renovador a la fábrica, lo que hizo, y sigue haciendo, es hundir un poco más a la ya hundida plantilla, y alejar todavía más las expectativas de mejora. Es como si en medio de un partido de fútbol, un jugador se retuerce de dolor después de recibir una fuerte patada en la espinilla, y cuando  llega el esperado masajista, en vez de aliviarle el dolor,  le arrea una patada en la otra espinilla.

Esta “patada en la espinilla”, este contundente golpe bajo consistió en no cumplir los acuerdos con los representantes de los trabajadores que ella misma firmó. Nadie se explica que se firme un acuerdo y luego no se cumpla. Cuando no se sabe a ciencia cierta la razón de algo, se empieza a elucubrar, a pensar en los motivos que pueden haber llevado a la directora a firmar acuerdos que no tenía intención de cumplir. La razón más lógica y aceptada por los trabajadores y las trabajadoras, es que la señora Valdecabres no creía que Pedro Sánchez iba a ganar las últimas elecciones, y por lo  tanto no le importó firmar los acuerdos, convencida de que dar cumplimiento de lo firmado le correspondería al nuevo gobierno salido de las urnas. Tanto darle vueltas a las cosas, y resulta que la razón a ese desconcertante comportamiento ya la había expuesto con su clarividente inteligencia Don Francisco de Quevedo, fino conocedor del alma humana, cuando hace  más de cuatro siglos dijo aquello de:  “Nadie promete tanto como el que no va a cumplir”.

Lo peor de todo esto es que la nueva directora de la FNMT olvida algo fundamental, y más tratándose de una persona supuestamente de izquierdas, o al menos el partido que la colocó en el puesto que ocupa lo es, que lo más importante de toda empresa es su capital humano, los trabajadores y trabajadoras, no las instalaciones, ni las máquinas por muy de última generación que sean. Lo más importante de cualquier empresa son sus trabajadores y trabajadoras. Sin ellos y ellas no hay nada que hacer, ni servicio que ofrecer, ni producción que sacar, ni negocio que emprender, ni nada de nada. Que el capital humano siempre es lo primero y  lo más importante, es algo que la directora de la FNMT parece no tener en cuenta. Y negar esa evidencia, desatender, orillar, ningunear, menospreciar a ese capital humano, es algo imperdonable, sangrante, podía decirse, en alguien que ha sido nombrada por el actual gobierno del PSOE, el único partido político que tiene la palabra “obrero” en sus siglas. Por desgracia, la señora directora, como algunos otros dirigentes, no pocos, que dicen ser socialistas, ha olvidado que pertenece a un partido de izquierdas y como tal, tiene como principio básico, como primera obligación, cuidar, proteger, apoyar, defender y velar por los derechos y libertades de la clase trabajadora a la que se debe, y de la que debería sentirse parte.

Otro golpe bajo que la señora directora descargó contra los trabajadores y trabajadoras de la fábrica, fue cuando vino a decir que eran unos “privilegiados” en cuanto a los salarios que perciben y los derechos que disfrutan. Cuando la verdad es que los derechos laborales son prácticamente idénticos a los del resto de trabajadores públicos. Y los sueldos están acordes, tirando a ajustados, teniendo en cuenta el alto grado de profesionalidad de una plantilla altamente cualificada que elabora  productos de la más alta calidad. Conviene recordar que los auxiliares, el nivel profesional más bajo, son mileuristas puros y duros. Y por abundar en este asunto, cabe decir que nadie ha regalado nada a los trabajadores y trabajadoras de la FNMT,  que cada uno, desde cualquier jefe de departamento al último auxiliar, ha tenido que ganarse su plaza por oposición. No estaría de más que la señora Valdecabres mostrara un poco de respeto por los que, a diario, sacan la fábrica adelante manteniendo el más alto nivel de exigencia en cada producto que elaboran.

También convendría recordarle a la señora directora que su pertenencia a un partido de izquierdas y como tal, comprometido con la causa de los trabajadores, con la defensa y la protección de sus derechos y su dignidad, la obliga a estar de su lado, hombro con hombro. La obliga a ser coherente, consecuente con la ideología de su partido, y desmarcarse de las políticas que van contra los principios de la izquierda, a la que se debe.

En modo alguno puede parecerse la señora Valdecabres  al impresentable, al indecente José María Aznar, que cuando era presidente del gobierno se jactaba, con su habitual chulería y su proverbial desfachatez, de congelar los salarios y recortar los derechos de los empleados públicos, de apretarles las tuercas, de emplear con ellos mano dura, para ganarse la simpatía y el aplauso de mucha gente vil y miserable, de la que tanto abunda este desventurado país. Un Aznar que también era un empleado público, pero no se sentía identificado con los empleados públicos, porque siempre ha sido un engreído, un arrogante, un tonto que se creía un estadista de talla mundial. No, la señora Valdecabres no debe, ni por asomo, parecerse a Aznar, uno de los defensores más acérrimos de la privatización de todos los servicios públicos, para convertirlos en negocios muy rentables para unos cuantos desalmados, que ven a la Sanidad a la Educación, y al resto de servicios públicos, entre los que se encuentra la FNMT, como una magnífica oportunidad de forrarse. Y de no mediar una fuerte concienciación, compromiso y determinación de la gente, más pronto que tarde la espada de Damocles de la privatización dejará de ser una amenaza y se convertirá en una dolorosa realidad, ya sin posibilidad alguna de vuelta atrás.

Por tanto, los trabajadores y las trabajadoras piden a la directora de la FNMT que recapacite y cumpla los compromisos que firmó. Los acuerdos, y más si están firmados, son de obligado cumplimiento, sin más excusas, aplazamientos, dilaciones, retrasos y tardanzas.

Y por último, exigen a la señora directora que se desmarque de los que atacan a lo público, que no se coloque en el bando equivocado ni caiga en el error de pensar que los trabajadores y trabajadoras son los enemigos, la gente a la que mantener a raya, cuando, y la directora debería saberlo, los enemigos son otros, concretamente son los que niegan a los trabajadores y trabajadoras su derecho a una vida digna.

Mientras tanto, siguen las movilizaciones de los trabajadores y trabajadoras de la FNMT, clamando por que se cumplan de una vez esos acuerdos firmados. Todos ellos y ellas conocen la frase de John Steinbeck que aparece en su gran obra “Las uvas de ira”: “ La dignidad no se vende ni se negocia, se conquista con la lucha y la resistencia”. Una frase que hace hincapié en la necesidad de resistir frente a la injusticia. Que anima a ser fuertes, a defender nuestros derechos, nuestra integridad,  a no permitir que nadie nos menosprecie y nos prive de esa dignidad, de esa  determinación por defender lo nuestro. Una dignidad y una determinación que debe acompañarnos siempre a la clase trabajadora como el zumbido al moscardón.

Y seguirán las movilizaciones, las protestas, los paros hasta que se cumplan todos los acuerdos firmados porque, seguimos citando a Steinbeck: “No se necesita valor para hacer una cosa cuando es lo único que puedes hacer”.

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