Cuando el viernes pasado sufría los ataques en redes sociales del sanchismo y colegas por haber escrito que a cada español nos aumentaba la deuda estatal 340€, ya rumiaba que esto se había desmadrado. Un artículo señalando que, con la deuda pública de los que invierten mal o lo gastan en tonterías, no se jugaba, saltaban las huestes a señalar que a las demás comunidades también les quitarían deuda. La diferencia estaba en que otras Comunidades, que solo se financian mediante el FLA, gastan el dinero en inversiones productivas o sociales. Al menos la mayoría de ellas porque hay otras que también se dedican a lo “suyo” y no a lo de todos.
Era evidente que no existía análisis racional de ningún tipo, ni lo ético aparecía por ningún lado. Todo es un pensamiento sencillo y emocional: “Es mejor que gobiernen los míos con el coste que sea”. Lo mismo sucede al otro lado, no piensen que es algo propio de la izquierda. Es generalizado. Será que el poder genera mucha dopamina en quienes lo acarician o lo poseen, por breve que sea, y de ahí que pierdan cualquier contacto con lo racional, lo lógico, lo común o, simplemente, lo ético. El siguiente paso es atribuir a una posición la única verdad, el único camino válido, y denigrar al que no piensa como el “amado líder/partido” deshumanizándole. Por ejemplo, mediante el uso de calificativos como “facha”, “fascista”, “rojo”, “comunista”, “traidor”, etc. Incluso llegando a pervertir el significado de las palabras, en este caso, asimilar amnistía a indulto. Lo peor es que piensan que el resto, los que no estamos a banderías, son gilipollas o entregados a la otra causa. Y no, tan solo seguimos siendo racionales.
Todo lo anterior no es producto de algo que surja así como así sino que viene de todo un proceso, donde compadrean medios de comunicación, empresarios y políticos, agonista. En vez de existir oponentes, existen enemigos que deben ser destruidos. No hay un debate ideológico, ni programático, entre otras cosas por ninguno tiene nada que aportar desde esos lares. Están casi todos bajo la misma ideología dominante, la cual siempre tiene dos caras para contentar a todos. El problema es cuando se comienzan a traspasar ciertas líneas, cuando la agresividad aumenta, cuando o te posicionas o vas al patíbulo. Así lo han demostrado este pasado fin de semana TODOS. De un lado y de otro.
Patxi López, que no es el más listo del barrio, salió diciendo que desde la derecha estaban cosificando y deshumanizando a las gentes del PSOE. Justo lo mismo que están haciendo ellos con las gentes del PP. O ¿es que asimilar a los afiliados del PP al franquismo (como elemento maligno) no es deshumanizar? Luego aparece Miguel Ángel Rodríguez (MAR para los amigos) a llamar fascista (otra palabra maligna) a López. Isabel Díaz Ayuso y su patrocinadora Esperanza Aguirre llamando a la rebelión social porque todo es una traición y no se sabe qué más males. Agonismo para destruir al enemigo. Bien es cierto que en el PP jamás han soportado, desde los tiempos de AP, que el PSOE pueda gobernar de vez en cuando. Preferirían a IU, si es que existiese.
Todo es mentira. España no se va a romper porque Pedro Sánchez pacte incluso entregar una de sus hijas a Carles Puigdemont para que la sacrifique en el pirineo leridano. Ni hay una dictadura en ciernes. Ni es todo iliberal. De esa forma, que siguen todos los medios de cierto lado, se deshumaniza al enemigo, y al ser deshumanizado puede emplearse toda la fuerza contra él. Insultarle, escupirle o, incluso, justificar un golpe de Estado real. Desde la izquierda tampoco se están muy callados y piden combatir y aniquilar al fascismo. Esto ya lo hemos vivido en España, no hace tanto. Y salió mal la cosa.
La realidad es que Sánchez es un ser amoral. Ahí tienen una serie de frases que decía y ahora hace lo contrario. Y no es un cambio de opinión porque un cambio de tal estilo viene precedido de un análisis ante unos datos que aportan mayor veracidad. Es un defecar en lo ético. ¿Ha habido algún argumento ético distinto al que podía sostener hace menos de cuatro meses? No. Ha habido un cambio en los juegos de poder, nada más. Y ahora pretende que se trague con todo, con lo que haga falta, pisando lo ético y lo legal (la ley tampoco ha cambiado). Sánchez es un ser peligroso por amoral y egocéntrico, no por ser enemigo de España (no sabría cómo). Igual podría ser enemigo de España por imbécil o inculto.
Para rematar la faena aparece el chofer Santos Cerdán a decir que en el PP no han podido votar “los pactos de la vergüenza con Vox”. Da a entender que los pactos de la vergüenza con los sediciosos son mejores si se votan por una parte de la militancia (y a saber qué ha pasado en lo electrónico). O ¿es que no son vergonzosos por votarse? Lo que no les cabe en la cabeza es que para personas con una visión vital distinta pactar con Junts, ERC o Bildu es vergonzoso, tanto como a él le parece pactar con Vox. No concibe que haya otras opiniones diferentes, críticas, distintas que sean válidas o más veraces. Lo mismo pasa con el PP, no conciben que puedan existir personas que no crean que España debe ser como ellos lo ven. Sin debate serio no hay posibilidad de síntesis, de acuerdo sobre mínimos, sobre un bien común. Todo son banderías que, al excitarse los ánimos, pueden ser realmente peligrosas.
Cuando Alfonso Guerra y otros dicen que esto es acabar con la democracia que se construyó en 1978 tiene razón porque unos y otros intentan imponer, despreciando al otro, su visión de lo constitucional-democrático en vez de converger. Algo muy distinto a las idioteces de José María Aznar, ese topo sionista-estadounidense de la política española, llamando a la rebelión o más bien a lo revolucionario, sin saber la meta (que es lo peor). Hay suficientes mecanismos jurídicos, políticos y sociales para que las pretensiones de Sánchez y sus compinches no salgan adelante. Pero claro, esperar y actuar con cabeza no da portadas, no genera ingresos a los medios, no es parte de la política agonal que tanto les gusta. Da igual quejarse porque ya han perdido el norte todos. Más bien queda estar prevenidos para que no nos la cuelen, otra vez. En esto hay que hacer caso al “conservador” David Cerdá y hacer uso del heroísmo ético. Pese a los insultos y las malas palabras, hay que resistir en la razón y lo ético. Es mucho lo que nos jugamos.