Foto de perfil del redactor de Diario16 Javier Puebla.

Manuel Domínguez Moreno, en su mejor momento

26 de Febrero de 2018
Guardar
Manuel-Dominguez-Banco-Popular-e1512847295632.jpeg
Nunca le había visto así, tan implacable y flexible, tan frágil y poderoso al mismo tiempo.Nunca le había visto así, con una carpeta de cuero negra bajo el brazo llena de información que va utilizando en busca de la justicia, de obligar a los más poderosos a hacer lo correcto.Nunca le había visto así, tan al límite y sin ningún miedo. A Manuel Domínguez Moreno, ahora en boca de todos por su libro Banco Popular: Una Operación Diabólica.Lleva más de veinte presentaciones en todos los rincones de España, las últimas en Orense y Santiago de Compostela, hace unos días en Madrid y Toledo, antes en Valencia, Murcia, Almería, Málaga... más de veinte, ya digo.Fue en Madrid, en la Casa del Libro de Fuencarral, donde le vi por primera vez en vivo y directo hablando del libro ante los lectores, flanqueado por las poderosas amazonas que dirigen la opinión y el contenido de Diario16, Beatriz Talegón y María José Pintor. La zona reservada para presentaciones estaba hasta la bandera, con varias personas de pie y viéndose obligadas a estirar el cuello. Y dos días, le acompañé e hice de embajador, en Toledo, en una sala enorme en una biblioteca con un público no tan extenso. Pero él fue el mismo en ambos sitios: se entregó por completo, dando lo mejor de sí mismo como periodista y como ser humano. Fantástico. Disfruté mucho en ambas ocasiones. Y luego charlando con él de lo humano y lo divino (pero esa es otra historia).Llevo largos días dando vueltas a cómo explicar lo que vi y sentí, y en todo momento me venía a la cabeza la palabra derviche. Según la RAE el derviche es un monje de una orden religiosa que persigue la santidad por la ascética, pero cuando yo digo derviche, existen también los derviches giradores, me imagino a alguien que baila, que realiza un baile mágico con un propósito concreto: obtener un imposible, un teórico imposible.Y es en ese sentido, en el mío, en el que llamo derviche a Manuel Domínguez Moreno. Lo veo, sé que mi mirada es rara, como un bailarín sufí, porque se entrega en cuerpo y alma hasta en el más pequeño de los movimientos o gestos. Y no tiene miedo. A nada tiene miedo; o yo no lo noto.Hace ahora aproximadamente un año estuvo enfermo, un ictus, y quienes no le conocían bien cometieron el error de darle por acabado; no fue mi caso. Pero lo normal sería que se cuidase más, que se gastase lo menos posible en estos momentos después de lo sucedido, del aviso; pero no lo hace. Baila, baila con lo mejor de sí mismo, en cada plaza y rincón de España, como un derviche sufí, Manuel Domínguez Moreno, y con su danza mágica va dibujando las líneas por las que conseguirá transite la justicia de un mundo mejor, en el que el dinero no sea más importante que el corazón y la ética.Nunca le había visto así, a mi gran amigo Manuel Domínguez Moreno, luchando contra mil Goliats -grandes bancos, ministros, altos funcionarios europeos- con la misma gracia y magia que si estuviera bailando; derviche genial e inolvidable. Mi aplauso. Y me quito el sombrero.
Lo + leído