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No te lo perdonaré jamás, Mariano Rajoy. Jamás

21 de Agosto de 2016
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Quizás alguna persona fiel observante de las tradiciones religiosas podría, en el caso de que hubiese que ir a una repetición de elecciones en nuestro país, afearle al Presidente del Gobierno en funciones la caprichosa elección de un calendario que hace caer la fecha de las votaciones en el día de Navidad.Rajoy podía hacerlo, y lo ha venido haciendo desde el momento en que corrigió su peculiar forma de entender la función y las prerrogativas del Jefe del Estado en el trámite de consultas para la designación de candidato a la investidura, evolucionando de un inédito “paso palabra” a un “acepto pero…ya tal”. En todo momento el calendario ha formado parte de su estrategia, y es que para el presidente del Partido Popular lo mejor en política es no hacer nada, porque todo lo resuelve el tiempo.Ya sabíamos cuál había sido el tema central del Comité Ejecutivo Nacional del PP del pasado miércoles 17 de agosto, y por qué el documento de Albert Rivera no fue objeto de debate, en contra de lo anunciado por Rajoy una semana antes. Lo explicitó así tras su celebración, la Secretaria General, María Dolores de Cospedal: “Es muy importante que haya un mínimo acuerdo acerca de la fecha del debate de investidura, sobre todo si el bloqueo del PSOE nos lleva de forma irremediable a unas terceras elecciones”. Fue en esa reunión en la que se decidió utilizar la Navidad como instrumento de presión en la búsqueda de apoyos para la investidura. Los votos de Ciudadanos ya estaban computados.Ahora entendemos el curioso emplazamiento que hacía Mariano Rajoy a la salida del órgano de dirección de los Populares, a consultar con Pedro Sánchez la posible agenda de investidura, y la razón de sus intentos de dilatar la respuesta a Rivera sobre la exigencia de aceptar las condiciones impuestas a cambio de sus votos. El candidato pretendía endosarle al Secretario General del PSOE la responsabilidad de una hipotética jornada electoral el 25 de diciembre. De ahí su gesto demudado a la salida de la reunión con el líder de Ciudadanos, quien no aceptó tal demora, dando al traste con esta parte de la estrategia. No obstante, hubo quien no se desvió ni un milímetro de la táctica y del argumentario distribuido el miércoles en el órgano de dirección. Y así, coincidiendo casi en tiempo real con el anuncio que hacía la Presidenta del Congreso, el presidente del PP catalán, Xavier García Albiol, salía a la carga con la consigna: “El 30 debate de investidura. A ver si @sanchezcastejon tiene ‘narices’ d enviar a 36.000.000 d españoles a repetir elecciones el día d Navidad”.Podía hacerlo, y lo hizo, porque sabía que quien en realidad tiene la prerrogativa constitucional de fijar la fecha del debate de investidura, esto es la Presidenta del Parlamento, no iba a plantear ni el más mínimo reparo a un calendario descabellado por partidista, como así se demostró en su lacónica y huidiza comparecencia oficial, y es que Ana Pastor había estado en la sala de máquinas cuando se marcaba el rumbo de este dislate.Efectivamente Rajoy podía hacerlo, y lo hizo. No iba a detenerse en consideraciones de índole sentimental aquél cuyos escrúpulos no alcanzan más allá de las cinco palabras que ocupan un explícito SMS, o quien ha demostrado ante las cámaras que su palabra tiene menos valor que un tweet, ante la oportunidad que suponía presentar a Pedro Sánchez como un desalmado que no respeta ni el día de convivencia familiar por excelencia.Bien poco puede ofrecer al país, quien está dispuesto incluso a hurtarle la Navidad en beneficio propio. ¡Hasta qué extremos se ha degradado la política! A pesar de todo, o precisamente por eso, mi voto estará en la urna el 25 de diciembre, si a ello hubiese de llegarse.
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