En mi artículo anterior ya expuse el fraude que supone la declaración por parte de la OMS de la emergencia sanitaria internacional por causa de la viruela del mono y, ya de paso, también de la propia enfermedad.
Como no podía ser de otra manera, con el caso de la vacuna sucede exactamente lo mismo. Solo que, en este caso, hasta el propio prospecto de la vacuna IMVANEX lo reconoce abiertamente, ya que en el apartado “Advertencias y precauciones” dice lo siguiente:
“No se ha estudiado la eficacia de IMVANEX en cuanto a protección contra la viruela, la viruela del mono y la enfermedad causada por el virus de la viruela vacunoide en los seres humanos”.
Aquí os dejo el prospecto para que comprobéis por vosotros mismos que hoy no es 28 de diciembre y que esta noticia no es una inocentada.
Parece que, después de inocular la mal llamada vacuna contra la COVID-19 a gran parte de la población mundial, las farmacéuticas han abierto la veda para usar a la humanidad como conejillo de indias. Si bien al menos IMVANEX avisa de ello, cosa que no hicieron ninguna de las fabricantes de la vacuna que se ha llevado la vida de decenas de millones de personas y ha ocasionado centenares de millones de efectos adversos graves o muy graves en todo el mundo.
Aunque… ¿Quién lee los prospectos de los medicamentos que su médico le recomienda administrarse?
Siendo esta la razón última por la que he decidido escribir esta noticia. Para que circule y la compartan a más no poder con todos sus allegados, antes de que se dejen llevar por la propagación del terrorismo mediático y acudan a poner el brazo haciendo gala de la candidez que ya mostraron con la mal llamada vacuna contra la COVID-19.
¿No es increíble? ¿Que comercialicen una nueva vacuna al mismo tiempo que reconocen no haberla testado?
Pero la cosa no acaba aquí. En el prospecto de IMVANEX también se dice lo siguiente: “este medicamento se ha autorizado en «circunstancias excepcionales». Esta modalidad de aprobación significa que debido a la rareza de esta enfermedad no ha sido posible obtener información completa de este medicamento”.
¡Ni que lo juren! Si ni siquiera se detuvieron a comprobar si previene la enfermedad…
Y también dicen: “En ausencia de estudios de compatibilidad, esta vacuna no debe mezclarse con otra”.
Así que, en resumidas cuentas, puede decirse que no tienen ni pajolera idea de lo que están vendiendo. O, al menos, eso es lo que dicen. Pero lo cierto es que las farmacéuticas no dan puntada sin hilo.
Aunque políticos y medios de comunicación lo negasen, la documentación oficial de la “vacuna” contra la COVID-19 admitía que era una vacuna experimental —aprobada solo para uso de emergencia— y, sin embargo, nada de eso era verdad. Esa mal llamada vacuna tenía una finalidad que habían estudiado previamente de la que ya hablé pormenorizadamente en este y en este otro artículo.
No tengan duda de que esta nueva “vacuna” también tiene, si no el mismo propósito, otro igualmente oscuro.
Ahora a ver quiénes son los membrillos que acuden a ponérsela.
Que los habrán…