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Sánchez comienza mal la campaña si es que quiere ganar

01 de Junio de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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sanchez y palmeros

Dado el paso de convocar elecciones, ahora la campaña electoral de más de mes y medio debería ser más cuidadosa o pensada si es que se quiere tener alguna opción de vencer. Los asesores áuricos del César, ya saben la tropa del zapaterismo y el simanquismo inilustrado, tendrían que revisar bien los discursos que entregan al presidente del Gobierno. Como Pedro Sánchez tiene dificultades para hablar sin papeles (salvo cuando se aprende el discurso y lo repite hasta la saciedad, algo que se observó en las primarias socialistas de 2017), lo profesional sería cuidar lo que se dice y el marco general en el que se dice.

El populismo eres tú

Intentar ir por la senda del peligro a la derecha extrema y la extrema derecha no ha funcionado en las últimas ocasiones en que se ha intentado. Con Isabel Díaz Ayuso, en el adelanto electoral, Pablo Iglesias se comió un ñordo electoral. En Castilla y León el sanchismo otro. En estas elecciones autonómicas y municipales, todos aquellos que han apelado, desde el PSOE y la izquierda brilli-brilli, al lema han palmado y se han quedado sin gobiernos. Por lo tanto, comenzar la campaña con ese “o yo o la derecha extrema”, lo progre o lo reaccionario, no parece el mejor camino cuando ya ha sido transitado y no ha resultado ser el adecuado.

Si como afirma el presidente, el populismo que utilizan las derechas le llega a la ciudadanía sin necesidad de decir verdad, o apelando a lo que Séneca ya descubrió como psicología de las emociones, no parece que la emoción de la división guerracivilista vaya a mejorar la contienda. Especialmente cuando, se supone, que su estrategia para lograr vencer pasa por capturar voto moderado, profesional, ilustrado y progresista. Aunque, si hace memoria el propio Sánchez, es de suponer que quiera volver al populismo de su campaña de primarias de 2017. Allí levantaba el puño (se olvidó en cuanto tocó pelo); hablaba de la clase trabajadora (ahora, con suerte, la mezcla con la clase media); se juntaba con las bases y prometía democracia interna donde se decidiese todo. ¿Fue populismo o demagogia barata ya que en cuanto se aupó al poder barrió con todo aquello?

Reaccionarios de mentira, evangélicos de corazón

Si cree tener un buen bagaje en gestión social, puede que decir que todo eso lo quitará la derecha extrema y la extrema derecha funcione para algunas personas. Puede que sí. ¿Las suficientes para ganar? Igual para quitarle unos votos a la “desbrozadora” de Sumar, pero no para convencer a una mayoría, pues si se elimina la Ley Transgenerista no llorará nadie. No lo hará el feminismo que se ha opuesto duramente a ello y que ha dejado de votar al PSOE y a la izquierda brilli-brilli. Los salarios no bajarán, otra cosa es que no suban, pero Alberto Núñez Feijóo, como han hecho otros peperos antes que él, no tocará eso. Como no tocará la modificación de las pensiones. ¿La sanidad y la educación? Eso no depende del gobierno central y sí de las autonomías. ¿Dónde está lo reaccionario?

Igual los asesores de Sánchez han visto las tapas de un magnífico libro de la editorial Capitán Swing y escrito por Corey Robin, La mente reaccionaria. Lo que es seguro es que no han entendido el argumento principal: las derechas siempre van a trabajar en sostener a los poderosos camaleónicamente. Utilizando el populismo si hiciese falta. Eso se ve en el programa de Vox. Ultraliberalismo económico más evangelismo moral. No, no son católicos, como no lo son por su práctica muchísimos cargos en el PP. De hecho, el término Justicia Social, que ahora Sánchez se adueña como si fuese un invento socialdemócrata, fue creado por los romanos pontífices a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Lo de la Doctrina Social de la Iglesia es algo que no existe para esta gente.

Cuando te juntas con los poderosos…

Si lo que las derechas quieren es el poder para mantener a los poderosos, ya tiene una vía de salida para un discurso consecuente y que pueda tener atractivo para los votantes. El problema es que Sánchez, en el mismo discurso, acaba abrazándose a los poderosos o sus representantes (¿No es Joe Biden el capataz del amo del cortijo?), por no hablar de toda la publicidad que ha vendido con los poderosos y ricos durante toda la legislatura. Si hasta los rumores le colocan en la OTAN ¿cómo va a convencer de no ser otro más de los entregados a los poderosos? Por cierto, cuando dice que Ferrovial se marcha para no pagar impuestos, no dice la verdad porque los va a seguir pagando. Aunque para los que pagaba (no llegaba ni al 6%) tampoco es que sea mucha pérdida.

Reaccionarios llegarán que volverán a la ley mordaza. ¡Ah, no! Que esa no la han quitado. Reaccionarios llegarán que implantarán el trabajo precario. ¡Ah, no! Que eso sigue existiendo. Reaccionarios llegarán que hundirán los salarios respecto al coste de la vida. ¡Ah, no! Que eso está pasando. Reaccionarios llegarán que acabarán con los autónomos. ¡Ah, no! Que ha sido el gobierno el que les ha puteado. ¿Reaccionarios de qué? ¿De las chorradas brilli-brilli? ¿De la agenda 2030 que insta a comer grillos? ¿De qué son reaccionarios? Sánchez, como toda la izquierda política, tiene un gran problema como es estar a las subjetividades abandonando el mínimo materialismo analítico.

Nadie se fía de Sánchez

Además, de todo lo anterior, Sánchez parte con un gran hándicap (aunque él no lo quiera ver porque su ego se lo impide): nadie se fía de su palabra. Dijo que no dormiría tranquilo y ha metido en su cama gubernamental a toda la patulea del podemismo más autoritario, estúpido e irracional que existe. Dijo que no pactaría con Bildu y hasta les permite presentar la ley de Vivienda. Dijo que los sediciosos y secesionistas catalanes no obtendrían beneficios y les ha dado la oportunidad de montar otro golpe de Estado, limpios de polvo y paja. No ha entendido que para una gran mayoría de españoles, no todo vale. Existen líneas rojas. Existe una cosa que se llama ética, ya que honor parece carecer del él y palabra ni qué decir.

Curioso que en estos días, ven como tiene unos asesores que son zarrapastrosos, no haya dicho algo lógico a toda esa derecha garbancera que se queja de la fecha de las elecciones. El mismo 28 a la noche y todos los editoriales del 29 decían que convocase elecciones ya. Las convoca y todos se quejan. Lo tienen fácil para destrozar y denunciar a los Inda, los Rubido, los Nieto y demás como tocapelotas. Ni los Teleñecos de la Noche son tan “niño repelente Vicente”. En vez de lamentarse por una conspiración, que sólo existe en su cabeza (como aquella vez cuando le largaron del PSOE por tramposo), utiliza las armas que te procuran. Pero no, son incapaces de algo tan sencillo.

Conspiraciones y sanchismo en peligro

Y para rematar la faena saca su lado lacrimógeno diciendo que ha convocado elecciones en solidaridad con todos los compañeros que han perdido en las elecciones autonómicas y municipales (¿habrá llamado ya a quien ha ganado con mayoría absoluta?). A ver, si no te haces responsable de ello, no hay solidaridad alguna. Decir que te solidarizas pero que todo es producto de una conspiración, pues no se lo creen ni los allí sentados. Bueno, muchos sí porque les da para lo justo. Pero otros aplauden y jalean por hambre. Por el hambre que pasarían si no aplaudiesen y les quitasen de las listas electorales. Si son buenos sanchistas repetirán.

Lo mejor es que remata todo afirmando que acabar con el sanchismo es destrozar todo. No, acabar con el sanchismo es acabar con un PSOE secuestrado por una ejecutiva de incapaces, al servicio de uno y que no tienen pensamiento crítico alguno. Acabar con el sanchismo supone volver a situar lo ético, las virtudes cardinales, como forma de actuación de cualquier socialista. Acabar con el sanchismo no supone destrozar ninguna obra porque tampoco se ha construido, y lo que se ha hecho (como la Ley Transgenerista) ha sido una puñalada a las propias compañeras de partido y en favor de un lobby gay que acaba votando al PP en Chueca. Acabar con el sanchismo es mucho más que su propia persona (cuidado que es egocéntrico), es acabar con una carencia total de pensamiento, racionalidad y democracia. Acabar con el sanchismo es sano, prudente y obligado.

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