Actualmente, Catalunya revindica el cupo catalán, la singularidad catalana o la financiación singular catalana que trata, de manera resumida, de una propuesta que busca un sistema de financiación similar al del País Vasco y Navarra, donde Cataluña gestionaría y recaudaría la mayoría de sus impuestos de manera autónoma y luego pagaría una cuota (o cupo) al Estado español por los servicios que el gobierno central presta, y así también se destinaria parte de ese dinero en un fondo solidario destinado para aquellos territorios más pobres o con mayores problemas socioeconómicos. Asimismo, este sistema permitiría a Cataluña tener más control sobre sus recursos y cómo se gastan dentro del país. Sin embargo, es un tema controvertido y complejo dentro del debate sobre la financiación autonómica existiendo un gran rechazo por parte de las distintas naciones que componen el estado español.
Ante esta situación, por un lado, los socialistas defienden su propuesta de financiación autonómica prometiendo que duplicarán (ampliar la tarta) los recursos de la principal herramienta de solidaridad que recoge nuestra Constitución, que es el Fondo de Compensación Interterritorial”, de modo que la igualdad de recursos, la solidaridad y la equidad entre territorios quede garantizada.
Por otro lado, los populares y un sector importante del PSOE responden manifestando cómo van a duplicar los fondos si parte de ese montante económico que iba dirigido a los territorios menos favorecidos va directo hacia las arcas catalanas. Subrayando así que con el cupo catalán la desigualdad en España se incrementaría.
La pregunta que nos hacemos es: ¿hace bien el pueblo catalán en pedir el cupo catalán? Partiendo que estoy a favor del derecho de libre determinación de los pueblos (más conocido como derecho de autodeterminación) siempre con una justificación convincente me parece certero que el territorio catalán luche por lo que considera justo para su nación. Es cierto, que al PSOE no le queda otro elemento negociador que el cupo catalán para lograr la aprobación de los Presupuesto Generales del Estado (PGE) de este año pero eso sería otro debate. No obstante, reitero, que cada país luche por los recursos que estime como propio lo veo como síntoma de alcanzar pasos que lo aproximan a la soberanía.
Los andaluces y andaluzas, y los andalucistas, no deberíamos entrar en esa guerra de confrontación con los catalanes de cupo catalán si o cupo catalán no. Sería más productivo preguntarnos porque ellos y ellas (vascos, catalanes, gallegos, canarios) siempre están en las negociaciones que conciernan al desarrollo de los PGE.
Fíjense la diferencia de conciencia nacional entre ellos y ellas y nosotros y nosotras. Mientras pelean por el cupo catalán nosotros estamos en un continuo teleCUPOn andaluz. Andalucía, por poner una fecha, desde la democracia, dirigidos por gaviotas y rosas, vive en un perpetuo sorteo socioeconómico donde la industria se lo reparten los de siempre (allí reside los trabajos de mayor calidad) y a nosotros nos dan la sobra de las actividades aconómicas. Esto nos encamina en empleos precarios compuesto, como decía Blas Infante, por jornaleros de la tierra, jornaleros del mar y, en la actualidad, jornaleros de la terraza y bandeja.
La rosa y la gaviota nos han configurado una estructura socioeconómica y política que sólo nos conduce a una desigualdad bajo el alambre de la aleatoriedad de que los turistas decidan venir a vernos y gastarse los euros; y, además, que los precios internacionales de los rubros agrícolas nos beneficie. De esta manera, nos vestimos económicamente, con una gran incidencia en nuestro PIB, de un turismo, una agricultura y una pesca bajo el azar de la moda turística, que en ese momento el clima nos favorezca para que así nuestros campos de los frutos necesarios y de los eternos acuerdos entre la Unión Europea y Marruecos para poder faenar en sus costas.
Además, de lo anterior, los partidos que han gobernado en Andalucía no se han preocupado por generar un sentimiento andalucista sino que siempre se han movido bajo intereses de sus partidos de signo estatal dejando así nuestra nación a merced de los privilegios de la élite política, encabezado por PP y PSOE. Tanto es así que en las negociaciones para configurar los PGE no existe ni un partido andalucista siendo la tierra con mayor número de habitantes y que más diputados dotamos al Congreso. Por ello, es imposible que Andalucía salga del atolladero de la desigualdad y vivamos bajo el continuo “teleCUPOn” que nos dibujan los partidos estatales.
El cupo catalán nos tiene que servir a los andalucistas, andaluces y andaluzas para ponernos las pilas y al igual que ellos y ellas piden “tierra y libertad” nosotros y nosotras también debemos de combatir por lo mismo. Sin embargo, eso no se logrará si no dejamos de confrontar con los catalanes porque de ser así nunca nos quitaremos el “síndrome del colonizado” ya que no hay que combatir por la limosna sino por nuestra soberanía.
Andalucía no se puede permitir ni un minuto más con un teleCUPON andaluz de estar a expensas que el tiempo esté con unas condiciones climatológicas adecuadas para nuestra agricultura ni estar continuamente a la moda turística que, por cierto, tienen el agravio de generar unas condiciones laborales cuyos sujetos se convierten en los pobres del siglo XXI (personas que aun trabajando no llegan a fin de mes).
En esta línea, y debido al teleCUPOn andaluz, nuestro ascensor social lleva lustros averiados porque, según el informe de la competitividad regional para España 2023, encabezamos las peores cifras tanto en productividad como en competitividad de nuestra socioeconomía. Esto significa que al no tener capacidad para proporcionar empleos de calidad (productividad) la sociedad andaluza está condenada a la exclusión social (ascensor social estropeado). Es más, según Red Andaluza de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en Andalucía (EAPN-A), uno de cada tres personas residentes en Andalucía está en riesgo de pobreza o exclusión social.
De ahí, la insistencia de entender que hasta el día que no tengamos un partido político andalucista que negocie los PGE jamás tendremos oportunidades y siempre seremos rehenes de la limosna del fondo de compensación interterritorial. Por tanto, de seguir tal como estamos, el cupo andaluz será un sueño, la soberanía andaluza una utopía y el teleCUPOn andaluz nuestro día a día.
X la revolución de los desiguales…