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Y la moción se hizo carne

18 de Junio de 2017
Actualizado el 02 de julio de 2024
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moción
Después de dos días intensos, de larguísimos discursos y elucubraciones periodísticas, la realidad se puso sobre la mesa: 170 votos en contra, 82 a favor, 97 abstenciones. Este fue el resultado de la moción de censura planteada y defendida por Podemos.Es evidente que el objetivo no era tumbar al actual Gobierno, pues los números no daban desde el inicio, menos cuando se presenta una moción sin previo diálogo y acuerdos con las fuerzas que están llamadas a sostenerla. Y es que ganarla no era lo relevante para sus impulsores.En este sentido, esta semana hemos asistido a un buen ejercicio democrático derivado de la legitimidad que emana de nuestras instituciones y nuestro sistema parlamentario. Ha sido así más allá del posicionamiento ideológico de cada cual. En un país sumido en el esperpento político, con noticias diarias más parecidas a las de una república bananera que a las de una democracia ya no tan púber, esta ficción constitucional ha servido para celebrar un pre debate de la Nación donde Gobierno y oposición han retratado sus posiciones. Podemos se ha consolidado como fuerza sólida de oposición, con un discurso muy duro y combativo, enfocado al ciudadano de a pie que tan bien han sabido captar las formaciones políticas más recientes. Enfrente, un Gobierno faltón y poco convincente a la hora de defenderse de los escandalosos casos de corrupción, insostenibles para la estabilidad y legitimidad del sistema.Podemos ha jugado una estrategia inteligente para ponerse en valor a sí mismo al situar en el ojo del huracán al Ejecutivo de Rajoy. Además, ha forzado al PSOE a empezar a demostrar que nos encontramos ante un partido alejado de las posiciones del aparato neoliberal, más creíble en sus guiños hacia la izquierda. Asimismo, se ha constatado la animadversión entre los líderes de Podemos y Ciudadanos, Iglesias y Rivera quienes, en una pasarela de egos, se han dedicado lindezas mutuas y evidenciado una vez más su distanciamiento ideológico y vetos netos de partida.Para la que aquí firma, la confrontación de modelos, la denuncia de las podredumbres del sistema y el esfuerzo de los distintos oradores por manifestar argumentos políticos ha sido un balón de oxígeno para un sistema deslegitimado y exhausto. He visto esperanza y escuchado un discurso con un fondo común en toda la izquierda,  frente a una derecha arrogante y a la defensiva.Ahora bien, vayamos a los otros resultados, a los de los números con los que he empezado este artículo y que también dibujan una realidad: una moción de censura que, como tal, ha sido fallida. Porque la pluralidad se gestiona con negociación, no con golpes de efecto. El cambio no va a venir de actuaciones que sigan persiguiendo el objetivo de anular o superar a quienes ahora no han de ser por la urgencia del momento (y por el mandato de las urnas) aliados. Todas “sus majestades”, prepotentes y poseedoras de la verdad, habrán de dejarse las plumas para construir una alternativa conjunta, la única posible hoy.Si ya no hay monolitismos ni mayorías absolutas como en los años ochenta, la asignatura pendiente es poner en práctica esta nueva realidad: la unidad programática en cuestiones muy básicas respecto al modelo social e institucional; la priorización de la regeneración para el avance democrático.En lo que respecta a una izquierda que se autodenomina alternativa, además de parecerlo, hay que serlo. ¿Podrá superar Podemos ese discurso de la indignación (el que realizó Irene Montero, por encima del líder) para pasar a un discurso de gobierno en el que necesariamente ha de encontrarse con el PSOE? ¿Podrá el PSOE superar el orgullo histórico que le hace situarse por encima, demostrar que su nueva Ejecutiva mirará más a la izquierda y ponerse a favor de obra? Rajoy y el PP lo siguen teniendo claro: 170 votos afianzan su posición. La derecha nunca afloja y la moción de censura también ha venido a recordarlo (una vez más, por si no hubiesen sido suficientes hasta ahora).Por ello, señores y señoras de Podemos y PSOE, este país necesita desbancar al Partido Popular y a sus satélites del poder. Objetivo solo alcanzable con la credibilidad ciudadana, que va mucho más allá de los éxitos en la oratoria, de los golpes de efecto y, por supuesto, de las continuas muestras de división entre las fuerzas de centro izquierda e izquierda. El cambio solo llegará si son capaces de transmitir que, al margen de la indignación, son partidos solventes, que saben y están dispuestos a gobernar compartiendo un proyecto mínimo de país. Quedamos a la espera de ello con la esperanza, por y a pesar de sus manifestaciones recientes, de que el acuerdo se produzca más pronto que tarde.
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