El caso Arnaldo amenaza con fracturar a la izquierda

10 de Noviembre de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Odón Elorza, tras ser apartado por el PSOE de la portavocía del grupo en la votación de mañana.

Pedro Sánchez se juega mañana buena parte de la credibilidad política de su Gobierno en el Congreso de los Diputados. A medida que van pasando las horas, queda más claro que en Moncloa no calibraron suficientemente lo que se les venía encima cuando acordaron con el PP los nombres de los magistrados que debían renovar el Tribunal Constitucional, entre los que estaba el controvertido Enrique Arnaldo. Si el presidente del Gobierno hubiese visto venir la polvareda política y mediática que se aproximaba, probablemente no hubiese firmado el “pacto de la pinza en la nariz”.

Ahora el premier socialista se encuentra contra la espada y la pared. Votando sí a Arnaldo consumará el infecto enjuague, una dosis más de cicuta para la imagen de la Justicia y de nuestra degradada democracia. Si vota no se entenderá como un gesto de debilidad, Pablo Casado habrá consumado su más certero golpe al Gobierno y el líder popular tendrá la excusa perfecta para no pasar de pantalla, o sea para no sentarse a negociar la renovación pendiente de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, auténtica pieza mayor de esta batalla entre los dos grandes partidos.

A esta hora, lo más probable es que PSOE y Unidas Podemos (menuda papeleta para la formación morada) voten sí al pacto de renovación de cargos. En el grupo socialista recuerdan que ellos son de cumplir lo que se firma y ya se ha dado el grito de prietas las filas, o sea que aquí no se mueve nadie. No obstante, las tensiones son fuertes y Diario16 ha podido saber que en el PSOE hay marejada, disensiones entre los diputados pragmáticos que apuestan por ratificar en Pleno el cambalache con el PP y los dignos asqueados con la idea de tener que votar a alguien como Arnaldo. Si bien es cierto que sería un sorpresón que muchos diputados socialistas rompieran la disciplina de partido para votar “no” al polémico candidato (algo que sería inédito en la historia de nuestra democracia) habrá que esperar hasta el final para saber cómo termina esta historia. En fuentes parlamentarias se asegura que en el seno del PSOE habrá un acalorado debate hasta última hora.

También entre los socios de Gobierno cuecen habas. Unidas Podemos puede ser el gran perjudicado de este tsunami repentino, ya que votar a un juez bajo sospecha no se perdonará en las bases asamblearias. Los dirigentes del partido se juegan mucho en este trance, pero parece que lo tienen claro. El portavoz de UP en el Congreso, Jaume Asens, asegura que, pese a todo, votarán “con una pinza en la nariz”. Asens dice debatirse, al igual que sus compañeros, entre la coherencia que pide votar en contra y el acuerdo al que se ha llegado con el PP. Pero advierte de consecuencias desastrosas si no se renueva el Tribunal Constitucional. “Hay que hacerse cargo de los actos”, afirma lacónicamente. “La política es eso: saber que cuando tienes que gobernar hay que asumir contradicciones. La solución menos mala: para renovar hay que llegar a acuerdos”. Pocas claudicaciones políticas tan rotundas como la del portavoz morado hemos visto en los últimos años. Podemos, el partido que venía a acabar con la casta, votando sí a la casta judicial. Terrible y demoledor.

En cuanto a las formaciones minoritarias también hay runrún, no para decidir qué se vota mañana, que está más que claro que el voto al hombre del PP será negativo, sino para saber si se replantea la política de apoyos puntuales a Sánchez. ERC, Más País y Bildu rechazan sin ambages al aspirante al cuestionar su idoneidad tras haber salido salpicado en casos de corrupción y por sus negocios con Génova. Lo que pasará después de la votación lo ha dejado claro Gabriel Rufián: a Sánchez se le acaba el combustible de aquí a lo que queda de legislatura. Es evidente que la izquierda española puede salir seriamente trasquilada de este trance. Los socios de Sánchez van a bajarse del barco en este viaje y aunque tal movimiento no tendrá consecuencias para el resultado final de la votación (PSOE, Unidas Podemos y PP saldrán airosos porque tienen la mayoría) puede haber un antes y un después tras la sesión plenaria de mañana jueves.

Mientras tanto, todas las miradas estarán puestas en Odón Elorza, el diputado socialista que debía defender la posición del grupo parlamentario y que ha sido apartado y sustituido por otro compañero, in extremis, por decir que iba a votar “con la nariz tapada”. Elorza ha manifestado públicamente que Arnaldo no debería ocupar ese puesto en el Constitucional y en la comisión de la pasada semana que debatió el asunto argumentó que “es una indignidad para la institución y para el propio Congreso”. La pregunta en este punto es: ¿cuántos odones hay en el PSOE? ¿Cuántos decentes están dispuestos a votar en conciencia para defender los valores democráticos antes que plegarse al pacto de la infamia por puro interés político? La respuesta la tendremos mañana en una jornada en el Congreso de los Diputados que promete ser histórica.

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