La coherencia y algo más falla cuando todos los partidos de izquierdas asumen sin paliativos la derrota de las elecciones andaluzas de este 19-J pero, en vez de entonar un digno mea culpa, miran por encima del hombro a su siniestra y solo saben ver la paja en el ojo ajeno. Sin más. Qué duda cabe, y tirando otra vez de refranero, que de aquellos polvos llegan estos lodos. Andalucía se ha levantado este 20 de junio siendo el granero de la derecha y, de paso, con una pesada losa quitada de encima del tamaño de la que sepulta al genocida Gonzalo Queipo de Llano junto a la Virgen Macarena en Sevilla.
La ultraderecha no tocará bola los próximos cuatro años en el Parlamento de Andalucía, neutralizada por la propia derecha para sorpresa de diestro y siniestro, cuando sólo parecía que podría ser la confluencia de todas las izquierdas la que desmantelara una coalición PP-Vox. Las urnas andaluzas han hablado alto y claro, sin paliativos ni paños calientes, pero todas las formaciones de izquierdas siguen sin articular un discurso de autoinculpación solvente y creíble, mientras creen ganar tiempo dando una inútil patada adelante al balón, hacia un futuro más que incierto y tenebroso. Ya no vale en absoluto volver a enarbolar mensajes manidos y nada certeros como los de la nula movilización de la izquierda, la elevadísima abstención, la división de las izquierdas… Por qué no asumir sin más que Andalucía no se ha levantado de derechas de la noche a la mañana entre un domingo 19 de junio y el lunes siguiente. Por qué no reconocer que este runrún que ha explotado en las urnas con el aplastante triunfo de Juan Manuel Moreno Bonilla –el “suavón” como lo llaman en las izquierdas, o el “pobre Juanma” como lo denominaban los suyos poco antes de su dulce derrota del 2 de diciembre de 2018–, es una alfombra roja gratis que los sucesivos gobiernos socialistas en Andalucía han ido poniendo al Partido Popular andaluz poco a poco, limpia de polvo y paja, sin prisas pero sin pausas.
Desmantelamiento de servicios públicos
El desmantelamiento progresivo de la sanidad, la educación y los servicios sociales públicos no es un mal que nació hace sólo cuatro años cuando las derechas desbancaron al PSOE del Palacio de San Telmo. Es una semilla que ya las políticas socialistas fueron sembrando sin complejos y ahora lo lamentan desde la oposición, en otro ejercicio más, el enésimo, de ver la paja en el ojo ajeno.
Andalucía se ha levantado este 20 de junio siendo el granero de la derecha y con una losa quitada de encima del tamaño de la que sepulta al genocida Gonzalo Queipo de Llano junto a la Macarena
Tampoco el conglomerado de formaciones de izquierdas a la izquierda de los socialista es digna de ejemplo para nada. Tanto es así que la candidata de Por Andalucía, Inmaculada Nieto, aprovechó incluso su discurso de “paja en ojo ajeno” de la noche electoral para lanzar una nueva andanada a la formación de Teresa Rodríguez por concurrir en solitario y no integrada de manera muy sui géneris en su formación, liderada por Izquierda Unida y Podemos, que llegó a la inscripción de la confluencia fuera de tiempo en una lucha de sillones impresentable e indigna de una formación que quiere aglutinar el digno sentir de la ciudadanía de izquierdas.
Mucho trabajo tiene por delante aún Yolanda Díaz si quiere sumar y sumar hasta conseguir una plataforma de izquierdas solvente y creíble para la ciudadanía, con un liderazgo incuestionable, fundamental para aspirar a un resultado electoral óptimo. Después de este 19-J andaluz, la travesía del desierto de las izquierdas se presenta con un horizonte temporal ilimitado e inalcanzable a corto y medio plazo. Y lo que es peor aún: siguen sin saber dónde está la tecla adecuada para que la música no siga desafinando clamorosamente como lo lleva haciendo ya desde hace demasiado tiempo. Mientras tanto, que sigan con el síndrome de la paja en el ojo ajeno, que sigan, que sigan. Para disfrute del nuevo granero de derechas, Andalucía. Quién la ha visto y quién la ve.