El PP se hunde en las mentiras sobre el novio de Ayuso

Una jueza de Madrid cita a declarar a Alberto González Amador por delito fiscal, lo cual echa por tierra toda la estrategia de MAR consistente en presentarlo como un hombre "honrado y brillante"

17 de Enero de 2025
Actualizado a las 17:29h
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Ayuso y su novio en una imagen de archivo.
Ayuso y su novio en una imagen de archivo.

En los últimos meses, el PP ha recurrido a una estrategia tan absurda como pueril –la de negar la realidad y la evidencia– para defender sin fisuras a Alberto González Amador, el novio de Isabel Díaz Ayuso a quien la Justicia imputa dos delitos fiscales. La táctica, una idea salida de la factoría del controvertido asesor Miguel Ángel Rodríguez (MAR) –mano derecha y Rasputín en la sombra de la señora presidenta de Madrid–, ha consistido en tratar de convencer a la opinión pública española de que Amador no es un comisionista que le debe dinero al fisco, sino un anónimo contribuyente que no quiere salir en los papeles, una especie de Josef K. aplastado por el cruel sistema kafkiano/sanchista, además de un hombre “brillante”, un emprendedor y un “honrado” trabajador como todo hijo de vecino. En ese delirio orquestado por la presidenta madrileña y basado en ir contra la realidad (y en el que han caído todos los prebostes populares salvo honrosas excepciones), hemos tenido que escuchar cosas surrealistas, como esa pregunta retórica para la historia formulada por el propio MAR en un programa de televisión, donde llegó a preguntarse qué español no ha tenido alguna vez un problema con Hacienda.

La versión oficial del partido estaba trazada y a todo aquel que se atreviera a decir lo contrario, a todo aquel que osara llamar a las cosas por su nombre (en este caso “presunto defraudador” al tal Amador), querella al canto. Es decir, el habitual estilo mafioso consistente en coaccionar a quien ejerce su libertad de expresión (esa que los ayusistas tanto dicen amar), en tratar de callar al mensajero y en amedrentar a todo aquel que metiera las narices en este delicado asunto.

Ya sabemos que MAR es un auténtico experto en el manual de técnicas de propaganda goebelsiana y su primera máxima es repetir un bulo o falsedad hasta que acabe convirtiéndose en verdad, así que aconsejó a su pupila que siguiera sus consejos, que negara la mayor y que presentara a su chorbo como una víctima inocente del siniestro sanchismo y su letal maquinaria de triturar vidas ajenas. En esas coordenadas marcadas por su ocurrente consejero se ha movido últimamente la lideresa castiza, que en su vano intento por lavarle la cara (y la deteriorada imagen) al novio, ha dicho burradas, estupideces y sandeces impropias de alguien que ostenta un puesto de tan alta responsabilidad como el suyo. A Ayuso le hemos oído soltar, tal que ayer mismo, que Pedro Sánchez ha dado un “golpe de Estado” solo por defender al fiscal general del Estado, que en todo este tiempo no ha hecho otra cosa que tratar de aclarar los bulos que desde Puerta del Sol se han lanzado a propósito del sumario judicial que persigue a Amador.

El enloquecido y etílico viaje a ninguna parte emprendido por la parejita de marras y el maniobrero asesor (con la vergonzosa autorización de Feijóo, aunque el gallego no pinte demasiado en el partido, ya que todo el peso específico recae ya sobre la presidenta madrileña) les ha llevado a querellarse contra media España, mayormente contra políticos del Gobierno (Pedro Sánchez, María Jesús Montero, Félix Bolaños, Isabel Rodríguez, Diana Morant, Óscar López, Reyes Maroto y Pilar Alegría); del PSOE (Ion Antolín y José Zaragoza); y de la izquierda (Manuela Bergerot y Rita Maestre, de Más Madrid). La lista de damnificados por la caza de brujas de Ayuso es larga –perdón si nos olvidamos de algún héroe o heroína que se ha visto arrastrado al juzgado por plantarle cara al ayusismo marciano, terraplanista y mendaz– y entre los denunciados figuran los periodistas Luis Arroyo, el profesor Enric Juliana (santo y seña del oficio), Xabier Fortes (ejemplo de buen hacer profesional) y hasta sesudos analistas como el politólogo Pablo Simón (que ya hay que ser malo para llevar ante un juez a este hombre elegante, prudente y formal que nunca se mete con nadie).

Todos ellos cometieron el grave delito de llamar a las cosas por su nombre, o sea “defraudador confeso” a quien presuntamente defrauda. El país entero sabe a estas alturas que los abogados del maridísimo han estado meses en intensas negociaciones con la Fiscalía para llegar a un acuerdo de conformidad, con rebaja de penas, sobre dos supuestos delitos tributarios. Pero MAR es MAR y vive de la provocación, del montajismo por absurdo que sea y de hacer pasar por tontos a los españoles. Las derechas españolas siempre se han manejado de la misma manera, con odio cainita al rojo y enterrando la verdad, cuanto más hondo mejor. El propio Juliana, uno de los ilustres querellados (qué honor, maestro, qué honor) ha puesto el dedo en la llaga al asegurar que estas demandas ayusistas previas a las querellas tienen como objetivo “intentar limitar el derecho a la información y evitar que en España los medios cuenten determinados asuntos”. Y añade: “Es así de simple. Hay una escalada que va más allá de la crítica. Buscan que no se hable de estos hechos. Es una maniobra intimidatoria. Si esto se consumase, estaríamos ante un hachazo a la libertad de información”. Ni media palabra más.

No deja de ser paradójico que la salvapatrias de Chamberí que va de faro y guía de la libertad supuestamente amenazada por el sanchismo rampante trate de amordazar a la prensa libre de este país, pero ya sabemos cómo se las gasta el falangismo patrio de nuevo cuño con su obsesión por fabricar universos políticos paralelos (para lelos, habría que decir) y un disociado y esquizofrénico mundo al revés. El problema es que la mentira tiene las patas muy cortas, la verdad suele resplandecer con mayor fuerza cuanto más se trata de ocultar, y ayer mismo la titular del Juzgado de Instrucción Número 19 de Madrid llamaba a declarar en calidad de investigado al susodicho, que tendrá que comparecer ante su señoría, el próximo 7 de febrero, en la causa que se sigue contra él por la presunta comisión (esta vez sí, ya podemos decirlo bien alto y bien claro) de dos delitos fiscales. A la señora jueza hay que agradecerle que no se esté dejando presionar por “el entorno ayusista” y que esté haciendo su trabajo tal como corresponde a un funcionario de su rango, aunque ya le anticipamos aquí que jamás llegará a vocal del Consejo General del Poder Judicial, ese plácido balneario donde solo ingresan los sumisos, los paniaguados, los que cumplen fielmente con la cadena de favores y los que siguen la voz de su amo. La estrategia kamikaze –tratar de salvar al soldado Ryan Amador, alguien que está tan tocado como hundido–, no traerá nada bueno a Génova 13, un partido que poco a poco se ha ido enredando en las mentiras de MAR hasta hundirse en las arenas movedizas de un embrollo absurdo del que ahora no sabe cómo salir. A Feijóo habría que preguntarle qué gana el partido con todo este esperpéntico vodevil del maromo de Ayuso, una delfina dudosa que, por otra parte, agita sus hilos para moverle la silla algún día. Todo es un despropósito.

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