Tras el escándalo protagonizado por PP y Vox en Las Cortes valencianas (impusieron el voto secreto para evitarle a los ultras la vergüenza de tener que retratarse sosteniendo a Carlos Mazón), el presidente de la Generalitat sigue estando en una posición crítica. La jueza de Catarroja se ha tomado en serio el sumario de la dana con sus 224 muertos y 3 desaparecidos y cada día aparecen más datos reveladores sobre qué pasó en aquellas cuatro horas cruciales (entre las tres y las siete de la tarde), cuando alguien tenía en sus manos la responsabilidad de activar el sistema telemático de alerta a la población y no lo hizo.
Los audios con las conversaciones de los técnicos, filtrados por La Vanguardia, son contundentes para esclarecer la verdad. De esas grabaciones se deduce claramente que, mientras Mazón se encontraba en paradero desconocido (en realidad estaba comiendo en un lujoso restaurante de Valencia), su consellera de Interior, Salomé Pradas, se “comía el marrón”, como suele decirse coloquialmente, que suponía ponerse al frente de la crisis. Hablamos de una señora licenciada en Derecho que, de protocolos de Protección Civil en momentos de catástrofes, sabía más bien poco. A Pradas le temblaron las piernas cuando, después de que empezaran a llegar los informes de la AEMET que pronosticaban lluvias torrenciales muy peligrosas en el área de Valencia, trató de ponerse en contacto con el jefe para preguntarle qué hacían. La tesitura estaba más que clara: o se activaba la alerta con urgencia o miles de personas estarían en grave riesgo de sus vidas. Pradas se debatía nerviosa, desbordada al verse sola ante el mayor desafío climático de los últimos años. Y Mazón sin dar la orden. Aquí cabría preguntarse si ambos hablaron por teléfono en ese intervalo de cuatro horas (en su caso habría que saber cuántas veces lo hicieron) o si el presidente del Consell estuvo incomunicado hasta que ya era tarde cerrada en El Ventorro, que así se llama el local donde almorzó con, al parecer, una conocida periodista valenciana. Esas llamadas se antojan cruciales para conocer la verdad y es más que probable que la jueza de Catarroja solicite la intervención de las comunicaciones.
Así las cosas, se puede extraer una conclusión: solo un careo entre Mazón y Pradas ayudaría a aclarar qué hizo cada cual y a entender de una vez por todas este trágico caso de ineptitud profesional que costó la vida a cientos de personas. De momento, el controvertido presidente ha tomado la delantera al cesar a la consellera, algo que ocurrió en noviembre del pasado año, en plena tormenta política y con más de cien mil personas exigiendo la dimisión del honorable a las puertas del Palau de la Generalitat. El líder del PP valenciano debió creer que eligiendo a un cabeza de turco solucionaría el problema, las aguas se calmarían y él podría salvar el pellejo. El tiempo ha venido a demostrar que no fue así. La tensión sigue estando en la calle, las víctimas se asocian en plataformas por la verdad y la jueza avanza, como un rodillo, en la investigación judicial.
La maniobra para desacreditar a Pradas fue cruenta. Y no solo política, sino mediática. Fue el chivo expiatorio perfecto, el sacrificio ideal para rescatar al soldado Ryan Mazón, e incluso algún periódico llegó a publicar que el puesto ya le venía grande desde el principio de su carrera, cuando accedió a la Conselleria de Medio Ambiente, Agua, Infraestructuras y Territorio. Sin embargo, la defenestrada ha mantenido un elocuente silencio durante todo este tiempo. ¿Lo hace por lealtad a su exjefe, por querer pasar página cuanto antes o por miedo a contar la verdad? Sea como fuere, es ella la que tiene las respuestas a tantos enigmas y agujeros negros en la nefasta gestión de la dana. Cabe preguntarse, eso sí, si su silencio se va a mantener cuando la jueza la llame a declarar o si, harta ya de haber acarreado con “el marrón”, contará lo que pasó realmente aquella tarde. Desde ese punto de vista, un careo entre ambos personajes parece inevitable.
La aparición de los audios que recogen las conversaciones cruzadas en el puesto de mando del CECOPI lo han cambiado todo. Una trabajadora de la Agencia contacta con el 112 valenciano. “En principio no vamos a marearos con más avisos”, señala, porque “ya se han confirmado los de la mañana, pero no hemos hecho cambios”. “Salvo que sea algo marítimo, porque si no, no me hubiese dejado confirmar lo de la mañana”, insiste.
“Sé que ha sido un poco jaleo. Hemos ido subiendo a naranja, pero bueno, vamos ahora a hacer el estudio de por qué hemos ido emitiendo en escala y no todo junto, para marearos menos”, prosigue, para finalizar: “La cosa es lo previsto (…) Que las precipitaciones máximas irán yendo hacia el norte, sobre todo hacia el interior”. Esta transcripción fue tergiversada por Mazón en un reciente tuit que provocó un nuevo escándalo, y no solo porque supuso un nuevo intento por lavarse las manos, sino porque sacó de contexto el diálogo para dejar a la AEMET como gran culpable de que no se dieran las alertas oportunas a la población. La realidad fue muy diferente. El personal del CECOPI estaba preparado para actuar y solo necesitaba que la autoridad competente diera la orden de apretar el botón para que los mensajes de SMS avisando de la amenaza de lluvias torrenciales llegaran a miles de valencianos. El problema es que el capitán no estaba en el barco y su contramaestre improvisada Pradas no sabía cómo reaccionar ni qué medidas adoptar. El nerviosismo y la preocupación en el puesto de mando fueron in crescendo, de hecho, en una de las grabaciones se escucha cómo un técnico del propio CECOPI, harto de la desidia y la incompetencia de los políticos, llega a decir: “¡Mandad de una puta vez la alerta!”. Pradas siguió sin hacerlo, bien porque el sentido común no le daba para más, bien porque prefirió esperar a que Mazón llegara al puesto de mando, lo cual no ocurrió hasta las siete de la tarde, cuando miles de valencianos se ahogaban en los garajes o eran arrastrados por el agua en las carreteras. ¿Le dijo Mazón que esperara a que llegara al centro de control, donde, ya con el chaleco rojo fluorescente de Protección Civil, él podría hacerse la pertinente foto del héroe al frente del gabinete de crisis? Negligencia y electoralismo, la peor de las combinaciones. Pradas es la clave de este dramático suceso y es más que probable que no esté dispuesta a cargarse ella sola con el mochuelo, es decir, con la responsabilidad de las 224 muertes. Mazón lo sabe, sabe que ante la jueza su exsubordinada lo contará todo. También lo sabe Feijóo, que se ha negado a cesar a su delfín aunque es consciente de que tiene las horas contadas.