La ofensiva ultra no logra derogar el sanchismo

24 de Junio de 2024
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Ayuso Milei

La legislatura resiste pese a la cruenta ofensiva PP/Vox. Feijóo esperaba derrocar el sanchismo antes del verano, pero no va a poder ser. La última oleada ultra contra Moncloa ha sido recia: imputación a Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez; movilización popular y judicial contra la ley de amnistía; y máquina del fango mediática a pleno rendimiento. La pasada semana fue especialmente dura en los tribunales para la izquierda española: absolución de Ayuso por las miles de muertes en las residencias de la tercera edad durante la pandemia; querella contra fiscales por la filtración del caso del novio de la presidenta de Madrid; reapertura de la causa contra Mónica Oltra por el asunto del supuesto encubrimiento de los abusos a una menor tutelada por la Generalitat Valenciana; reactivación de la trama rusa del procés contra Puigdemont para erosionar las mayorías parlamentarias; y la guinda del pastel: carpetazo del CGPJ al expediente contra el magistrado que llamó “psicópata sin límites éticos” al presidente del Gobierno. O sea, fuego a discreción por tierra, mar y aire contra el Ejecutivo de coalición.

El Gobierno y sus socios han aprobado o tienen en trámite 41 proyectos y sacan adelante, mal que bien, sus votaciones. Por contra, y pese a que PP y Vox se han apoyado en el 65 por ciento de sus iniciativas (la carga de la brigada ligera ultra), el tótem socialista, como el dinosaurio de Monterroso, aún sigue ahí. Ni siquiera la sucia medalla que Ayuso le ha concedido al loco Milei, al que ha entregado el balcón de todos los madrileños para que se comporte como un barra brava con dos copas de más, servirá para mucho en el desquiciado intento por derribar el Gobierno. Este fin de semana pasará a la historia de la infamia. La lideresa castiza ha puesto las instituciones democráticas de este país al servicio de un pelotudo populista y anarco cuyo único mérito en la vida ha sido remover el odio contra el zurdo. Nunca una medalla fue más execrable. Desde que salió del coche oficial hasta que firmó en el libro de autoridades de Sol, Milei fue dejando su rastro de azufre posfascista por los pasillos, manchando todo lo bueno que ha construido este país en las últimas cuatro décadas de democracia. Ayuso ha permitido que este enloquecido, este rabioso asocial por civilizar, este primario que muerde cuando habla calcado al que Truffaut retrató en su célebre película El pequeño salvaje, se convierta, durante unas horas, en dueño y señor de la capital de España. Argentina, capital Madrid.

Jamás pensó Milei que llegaría tan alto, ni MAR que su pupila cayese tan bajo. La foto de ambos acaramelados políticos fue esperpéntica. El discurso del dirigente populista contra los elevados valores de la Ilustración (la justicia social es “un monstruo horrible” y el socialismo una ruina, soltó sin despeinarse, o más bien ya despeinado, este tío no ha visto un peine en su vida), no llega ni siquiera a la categoría de bazofia política. Dolía en el alma tener que contemplar a ese exaltado sin medicación asomado a la ventana de la Comunidad Autónoma –casa del honrado y solidario pueblo de Madrid–, proclamando la muerte de la igualdad, la vuelta a la ley de la jungla, el retorno al feudalismo supremacista más injusto y el dogma del pez grande que se come al chico. Es decir, todo un manifiesto de exaltación de la férrea jerarquía medieval (Dios, patria, orden y una sociedad dividida en estamentos) y de la desigualdad. El líder de un país atrasado (Argentina ocupa el puesto 62 en el ranking PIB/renta per cápita, con la mitad del pueblo en crisis alimentaria y emigrando a mansalva a nuestro país) dando lecciones a la decimocuarta economía mundial, al sistema de Sanidad pública más exitoso del planeta y a uno de los lugares con mayor calidad de vida, según el diario The Economist​. Ver para creer.

En ese cuarto de hora distópico en el que toda persona de bien se frotó los ojos ante el televisor, preguntándose si eso que se estaba viendo era real o un capítulo de ciencia ficción de Black Mirror, quedó patente todo lo que es Milei (un dictador bananero megalómano, arrogante y narcisista) y también Ayuso (una frívola amoral, además de una mandada que hace lo que le dice su spin doctor porque no tiene criterio propio). El primero ya tiene lo que quería –la medalla de honor de una democracia avanzada y moderna, la única que probablemente le darán en la vieja Europa y que supone un espaldarazo a su suicida programa anarcoide–, mientras que la segunda también suma puntos en su intento de ser la Giorgia Meloni castiza, quitándole protagonismo al jefe Feijóo y robándole votos a Abascal. Ese balcón del esperpento valleinclanesco, ese mirador triste de la historia, será recordado ya para siempre como el lugar donde al franquito bonaerense, al Tirano Banderas de nuestro tiempo, se le permitió darse un baño de masas y de paso soltar su nauseabunda ideología, que apesta a verbena con calimocho, a broma macabra y a intento de destruir el Estado de bienestar para volver a la Edad de Piedra.

Hemos asistido a un tango/chotis entre un chulo portuario con parpusa, chaleco ajustao y safo al cuello y una chulapa con pañuelo, clavel, mantón de Manila y muchas ínfulas. Dos pintorescos personajes para el género chico en que se ha convertido la política de nuestros días. Dos folclóricos impagables con los que Ricardo de la Vega y el maestro Bretón hubiesen escrito un libreto antológico que ni La verbena de la Paloma. Torreznos, vinillo de Jerez, flores lloviendo de los balcones y viva la libertad carajo. Un espectáculo zarzuelero y cañí propio del siglo XIX; una mareante borrachera de risas, befa y mofa contra el Gobierno español que dice muy poco de nuestro país. Extraños estos patriotas de hoy que le ponen los cuernos a la patria con conspiradores caribeños de medio pelo.

El grotesco sainete ultra ya es historia; Madrid empieza a oler a orgullo gay, un reventón de libertad (esta sí, de la buena) frente al fantasma neonazi que recorre Europa. La ley de amnistía sigue su trámite, los peones conservadores de la Justicia mueven ficha. España es un polvorín que puede estallar en cualquier momento, pero por lo pronto sus señorías se irán de vacaciones y las aguas volverán a su cauce. Llegará el verano, el chiringuito y los incendios forestales como los que están dejando Grecia más negra que el futuro de Macron, enfrascado en la última batalla contra el fascismo lepeniano. El PP lo intenta todo para poner de rodillas a Sánchez pero Sánchez es un fajador que aguanta lo que le echen. En vista de que por lo civil no pueden, van a tener que hacerlo por lo criminal, o sea a bombazos con la Moncloa, como hicieron con el Palacio de la Moneda. Viva Allende, carajo.

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