Al presidente murciano, Fernando López Miras, le ha terminado estallando en la cara su estrategia de asociación y compadreo con el fascismo de Vox. La 'caza al migrante' desatada por grupos fascistas en Torre-Pacheco, en el corazón mismo del campo de Cartagena, solo tiene dos responsables: en primer lugar, el partido de Santiago Abascal por sus discursos de odio (hace solo unos días prometía expulsar del país a 7 millones de extranjeros), y en segundo término el propio presidente de la Región de Murcia, que no ha sentido ningún rubor a la hora de pactar con los racistas nostálgicos del régimen anterior. Sin duda, López Miras es uno de los culpables de los gravísimos disturbios en la localidad agrícola, donde las escuadrillas fascistas se han lanzado al linchamiento nocturno de inmigrantes como en los peores tiempos del nazismo. Solo López Miras, y nadie más que él, dio la orden al PP murciano de suscribir los pactos de la vergüenza con Vox.
La última infamia fue la aprobación de los presupuestos autonómicos de 2025 en los que el papel del partido de Abascal ha sido decisivo. López Miras dirigió personalmente la negociación con los ultras y fue él quien aceptó las condiciones impuestas por Vox para desbloquear las cuentas públicas, entre ellas el programa xenófobo con recortes en el gasto público para la integración social. El pacto suscrito por el presidente murciano contemplaba, entre otras cuestiones, no acoger más menores migrantes no acompañados, lo que incluye el cierre del centro de acogida en Santa Cruz. Fue todo un mensaje para las hordas ultras. Toda una declaración política de intenciones. El discurso ideológico que se desprende de los pactos PP/Vox es que en la Región de Murcia sobran los extranjeros cuando no es así. Son ellos los que sostienen la recogida de alimento de los campos de Cartagena. Son ellos los que están sosteniendo las cotizaciones a la Seguridad Social, el gasto en pensiones, las prestaciones por desempleo.
Sin embargo, la orden de López Miras de pactar con el nuevo fascismo posmoderno ha alentado a los grupos más radicales, ha legitimado el discurso xenófobo y racista. Solo faltaba un detonante para que estallara el polvorín y ha llegado el fin de semana con el apaleamiento de un jubilado a manos de un grupo de magrebíes. A partir de ahí, la ola de violencia, el odio campando por las calles, la caza al inmigrante como ocurre en algunas zonas sureñas de Estados Unidos, donde el Ku Klux Klan organiza batidas de cuando en cuando para perseguir y castigar a la población negra. Las imágenes de los fascistas destrozando un bar kebab regentado por un ciudadano magrebí en la localidad murciana vuelven a recordarnos a aquellos oscuros tiempos en que los camisas pardas, los SA de Hitler, reventaban los escaparates de los comercios judíos en pleno auge del nacionalsocialismo. La 'noche de los cristales rotos' de 1938 ha inspirado, sin duda, la cacería de las minorías étnicas en los campos cartageneros.
López Miras ha defendido su acuerdo con Vox como fruto de una “buena disposición” y “voluntad de colaboración”, afirmando que comparten puntos de vista en temas “importantes para la Región”. Ahora vemos cuáles son esos temas importantes para la Región en los que coinciden ambos partidos: la violencia totalitaria en las calles. Resulta patético comprobar cómo el presidente regional muestra su rechazo a los disturbios de Torre-Pacheco después de haberse abrazado a quienes alientan discursos rascistas. Resulta sonrojante ver cómo el dirigente popular murciano llama a la calma, así como a “recuperar la normalidad", en un municipio que “siempre ha trabajado por la convivencia”. Resulta indignante todo ese posturero, toda esa hipocresía, todo ese daño que el PP de López Miras está causando a una sociedad que siempre ha sido civilizada, solidaria y tolerante como la murciana.
“Torre Pacheco debe recuperar la normalidad. Conozco a sus vecinos, es un pueblo tranquilo que siempre ha trabajado por la convivencia y nada de lo que está pasando les representa. La agresión al vecino de Torre Pacheco no quedará impune. Entiendo la frustración, pero nada justifica la violencia. Orden y ley para todo”, escribió López Miras en un mensaje en su cuenta de X. “No podemos permitir que la violencia perturbe a una tierra tranquila, pacífica y acogedora como es la Región de Murcia”, añadió el líder del PP en Murcia. Y es cierto, los murcianos son gente pacífica, siempre lo fueron, hasta que un partido nostálgico de los fascismos ha inoculado el virus del odio en un sector de la población, afortunadamente todavía minoritario.
La portavoz del PSOE en la Región de Murcia, Isabel Gadea, asegura que “la sumisión” de López Miras a Vox marca “la semana negra del Partido Popular en la Región de Murcia”. “Todo el país ha visto cómo Abascal ordena y López Miras acata”, añade, al tiempo que denuncia la “sumisión” del presidente de la Región “a la ultraderecha”. La xenofobia ha quedado en evidencia delante de toda España. Además, para Izquierda Unida el actual gobierno de la Comunidad Autónoma y sus ideólogos de Vox “son los responsables directos de alimentar un clima social envenenado, en el que se señala, se criminaliza y se pone en peligro la convivencia mediante bulos, discursos xenófobos y políticas excluyentes”. Por ello, señalan que el PP de López Miras, “en lugar de frenar esta deriva, ha optado por ser cómplice necesario de ella con su silencio, su inacción o, peor aún, con su sumisión política a los dictados que desde Madrid viene imponiendo Abascal, con el visto bueno de Feijóo”.
López Miras se ha arrodillado ante la ultraderecha, con el permiso de la cúpula de Génova 13. Él miró para otro lado mientras los violentos colocaban la bomba de relojería en la sociedad murciana. Esa es la realidad, tan triste como horripilante.