La sesión de control al Gobierno celebrada este miércoles en el Congreso de los Diputados ha sido una de las más broncas que se recuerdan en los últimos tiempos. Con el presidente Pedro Sánchez ausente por su participación en la cumbre de la OTAN en La Haya, el Partido Popular aprovechó su ausencia para desatar una tormenta política marcada por el insulto, el bulo, el tono ultra y la falta de respeto a las reglas democráticas más básicas.
Lejos de plantear propuestas o hacer control efectivo al Gobierno, el PP convirtió el hemiciclo en un plató de crispación, azuzando conspiraciones sin pruebas, llamando “mentirosa” a la vicepresidenta primera del Gobierno y, lo que es más grave, insinuando fraude electoral y sosteniendo la narrativa de la extrema derecha que pone en cuestión la legitimidad de las elecciones.
Gritos, insultos y la estrategia del fango
La diputada del PP Alma Alfonso protagonizó uno de los momentos más lamentables de la mañana al gritar “¡mentirosa!” a María Jesús Montero justo después de que la vicepresidenta afirmara que este Gobierno “no va a subir el gasto en defensa” y que sigue comprometido con la paz. La presidenta del Congreso, Francina Armengol, tuvo que llamarla al orden por segunda vez en la sesión y advertirle de que, a la tercera, sería expulsada del pleno.

Este exabrupto fue solo la punta del iceberg. Cuca Gamarra, secretaria general del PP, abrió la sesión lanzando acusaciones sin pruebas, dando por cierta la existencia de “cajas sacadas por la puerta de atrás” en Ferraz y sugiriendo que el PSOE está al borde del colapso por las “múltiples tramas corruptas” que –según ella– lo asedian. Sin embargo, obvió que su propio partido ha sido condenado por corrupción en firme, que reformó su sede con dinero negro y que sigue sin dar explicaciones sobre los audios de Villarejo o el caso Kitchen.
El Partido Popular, desatado: gritos, bulos y desprecio por la democracia en el Congreso
Montero le respondió con contundencia: “Lo que da miedo es un partido que pone en duda los resultados electorales, que abraza los postulados machistas y racistas de la extrema derecha y que protege a los corruptos mientras criminaliza a los que gobiernan con transparencia”.
Yolanda Díaz: “No robo. Somos limpios. Ustedes no pueden decir lo mismo”
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, fue también objetivo del ataque sistemático del PP. Elías Bendodo la acusó de ser cómplice de un Gobierno “lleno de ministros que contratan prostitutas”, en una intervención sin pruebas y con un lenguaje machista que no buscaba otra cosa que embarrar. Díaz, lejos de amedrentarse, le respondió con claridad: “Yo no robo. Nuestros ministros no roban. Nos importa la ética. A ustedes, ni eso”.
La vicepresidenta también defendió la legitimidad del Gobierno de coalición y acusó al PP de querer utilizarla como peón para tumbar el Ejecutivo. “No lo van a conseguir”, zanjó. En uno de los momentos más duros, recordó al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que “hackeó” las elecciones gallegas: “¿De dónde sacaba los votos? ¿De los vivos y de los muertos?”, ironizó, dejando en evidencia las sombras del pasado electoral del dirigente popular.
El PP compra el relato del juez ultra Peinado
Félix Bolaños, ministro de Presidencia, fue otro de los blancos del ataque coordinado del PP. Miguel Tellado, portavoz del grupo parlamentario, lo acusó de “favorecer negocios privados” de la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, y de “malversación”, dando por buena la delirante exposición de motivos del juez Juan Carlos Peinado, un magistrado que ha sido cuestionado por sus decisiones y por la falta de sustento jurídico en sus acusaciones.
Bolaños respondió con firmeza: “No tengo ninguna responsabilidad en esos hechos. Me siento corresponsable del éxito de que la economía española sea la que más crece entre las avanzadas del mundo. Este Gobierno avanza”. Con esta respuesta desmontó el intento del PP de vincularlo a cualquier escándalo sin pruebas.
La gran mentira: decir que defender la paz es traicionar a España
Uno de los puntos calientes del día fue el debate sobre el gasto militar. Mientras Pedro Sánchez defiende en La Haya una posición firme de contención frente a las exigencias de Donald Trump y sus aliados para que España gaste el 5% del PIB en Defensa, desde el Congreso el PP utilizó la ocasión para agitar el miedo y el discurso belicista.
La ministra Montero aclaró que España ha mantenido una posición coherente, basada en la estabilidad, sin caer en el seguidismo belicista de la derecha internacional. Pero desde la bancada del PP y Vox se volvió a insistir en que el Gobierno “pone en peligro al país”. Una falacia que busca intoxicar a la opinión pública y legitimar políticas de rearme que nada tienen que ver con las necesidades reales de la ciudadanía.
Un PP fuera de sí, sin Feijóo y sin rumbo
Lo más llamativo fue la ausencia de Feijóo en la sesión. Sin su líder, el Partido Popular se lanzó al barro con una virulencia que recuerda más a Vox que a una fuerza democrática con aspiraciones de gobierno. Insultos, interrupciones, desprecio a las reglas del juego y una narrativa basada en bulos y teorías conspirativas: ese fue el balance del PP en la sesión de control.
Mientras tanto, el Ejecutivo siguió defendiendo políticas públicas, subidas del salario mínimo, respeto a la legalidad y una agenda internacional coherente. Y en los pasillos, voces como las de Rufián o Belarra dejaron claro que no permitirán que España vuelva a ser el peón de las guerras de otros. “Cabrear a un fascista neoliberal como Trump siempre es una buena noticia”, sentenció el portavoz de ERC.
El Partido Popular ha cruzado líneas que no debería haber cruzado nunca. Su deriva hacia el ruido, la mentira y el odio solo demuestra una cosa: no están preparados para gobernar ni para respetar las instituciones democráticas que tanto dicen defender. España merece algo mejor.