Un Óscar Puente fuera de sí, enloquecido, entregado a un lenguaje propio de una película de Tarantino, ha llamado “saco de mierda” a Vito Quiles, el supuesto responsable de prensa de Alvise Pérez, líder de Se Acabó la Fiesta, ese chiquipartido que ha reventado las urnas en las europeas. La polémica se produce después de que Quiles mostrase un par de fotos en su cuenta de X para tratar de probar que el ministro dejó mal aparcado su coche oficial mientras asistía al concierto de Taylor Swift. “Te lo voy a volver a explicar, saco de mierda. Ese no es mi coche. Ni oficial ni particular. Y te añado más. Estás difundiendo la matrícula de un vehículo policial. Voy a encargarme personalmente de que lo pagues caro”, respondió furioso el titular de Transportes.
De inmediato, el PP salió en defensa de Quiles y lo hizo por medio de su vicesecretario de Organización, Miguel Tellado, quien calificó de “degeneración” la reacción de Puente. “Hoy un ministro de España ha amenazado y llamado a un periodista saco de mierda. Si Sánchez no le cesa fulminantemente y sus compañeros no condenan esta agresión, estarán avalando a Puente. Mi apoyo a los profesionales que sufren estos ataques del Gobierno”, dijo Tellado.
Más allá del error del ministro al haberse puesto a la altura de un ultra, chapoteando en el barro como sugieren los populares (algo que un político sensato no debe hacer nunca), llama la atención que Tellado considere “periodista” a un agitador profesional cuya única función es infiltrarse en el Parlamento para vivir del lío, la bronca y la trifulca permanente. El Partido Popular hace tiempo que ya no distingue entre lo que es el periodismo serio y riguroso y las gamberradas de un zagal que bien podría haber sido contratado en las discotecas del extrarradio para desestabilizar la democracia desde dentro.
Quiles es cualquier cosa menos un reportero forjado en el periodismo parlamentario. Se le podría considerar más bien un pájaro que anda suelto por ahí, de acá para allá, picoteando a los políticos de la izquierda donde más les duele. Un provocador, un actor muy bien entrenado, un experto en el escándalo y el agitprop (agitación y propaganda). Su función no es trasladar a la opinión pública una información veraz y contrastada, sino liarlo todo aún más de lo que ya está. El típico subproducto hater de los tiempos de posverdad que nos han tocado vivir.
Sin embargo, Tellado considera a Quiles como un periodista cualificado. Y seguramente lo cree así porque hace tiempo que compró el marco mental del tecnofacismo, su neolengua, sus eufemismos y cínico lenguaje. A cualquier cosa la llaman ya periodismo. En la prensa de la caverna, al paleto que no sabe poner una tilde en su sitio se le considera un periodista de postín; al difamador profesional un editorialista de primer orden; y al agitador que mueve basura a espuertas en el estercolero de Elon Musk un brillante columnista digno del Pulitzer. En ese contexto referencial impuesto por la ultraderecha, Vito Quiles es un genio de la investigación periodística que ni Bob Woodward. Luego que las placas de matrícula coincidan con el dueño del coche, eso ya es otro cantar. De momento, la Policía ya le ha abierto un paquete al bueno de Quiles por difundir datos de sus vehículos oficiales. Veremos en qué termina la broma.
Alterando el significado de las palabras se polariza más y se crispa mejor. Nada es lo que parece, se impone el mundo al revés. Y así es como el ciudadano termina volviéndose tarumba y votando mal, que es donde quiere ir a parar la extrema derecha actual. Vivimos en una sociedad cada vez más desinformada y violenta por influencia de todos estos pupilos del nuevo ciberfascismo. Te pones a navegar por Internet y te encuentras con un niñato con acné haciéndote el chantaje. Eso es agitprop. O sales del ascensor, das los buenos días con educación y un descarado youtuber con pañales te responde: “Serán para usted”. Eso es agitprop. O vas tranquilamente por la calle, te sale al paso un colegial repeinado, Lacoste rosa anudado al cuello y cara de monaguillo amargado, te menta a la madre, o te tira de la lengua llamándote rojo masón, o te pega una patada en la espinilla, para que caigas en la provocación, y todos al juzgado, que ya llegarán los abogados de Manos Limpias con la oportuna querella. Eso es agitprop. El agitprop triunfa, el agitprop está de moda, el agitprop es el manual de autoayuda que impone tendencia en todas partes.
En la Edad Media el modelo ideal era el caballero andante; en el Renacimiento lo fue el artista total con vastos conocimientos universales; y en el Romanticismo se impuso el suicida del pistoletazo en la sien por amor. Hoy, época de decadencias y convulsiones sociales, estamos en el momento del niño con habilidades y talento para el agitprop, un concepto que curiosamente proviene de la Rusia bolchevique (ya se sabe que las técnicas de desinformación son similares en el fascismo y en el comunismo, por algo será).
Cuenta la historia que, en tiempos de Lenin, un tren agitprop repleto de actores cruzó la Unión Soviética de Este a Oeste. Funcionarios del nuevo régimen con la misión de representar obras de teatro a mayor gloria de los sóviets. El convoy llevaba una pequeña imprenta a bordo, con la que los comediantes iban fabricando pasquines revolucionarios para arrojarlos por la ventanilla al paso de aldeas y pueblos. Así se aleccionaba a las masas.
Uno cree ver en este Vito Quiles a uno de aquellos jóvenes revolucionarios del tren rojo, solo que en este caso el tren es de color azul Falange. Obviamente, ya no hace falta ninguna máquina de vapor para el adoctrinamiento político, basta con mucha fibra wifi y pocos escrúpulos. Hay toda una legión de Vitos pululando por las instituciones. Bebés de teta del nuevo tardofranquismo dispuestos a cualquier cosa por un puñado de likes. Párvulos seguidores de la escuela del Pequeño Nicolás moviéndose por los pasillos del poder y capaces de sacar de quicio al hombre más pacífico y tranquilo del mundo (no es el caso de Puente, que es de gatillo fácil). Debería tener cuidado el titular de Transportes porque cuando un cachorro de la nueva extrema derecha se te pega a la chepa ya no te lo puedes sacar de encima. O lo llevas con paciencia o terminas a guantazos y te buscas la ruina, la personal y la política, que es lo que pretende el crack del agitprop. No caiga ministro, no caiga, que se pierde.