No basta con abrir un expediente disciplinario informativo. Los audios de Leire Díez, que airean un posible caso de cloaca política y policial, están desangrando por dentro al PSOE, y barones y destacados dirigentes reclaman ya que Pedro Sánchez dé un paso adelante y expulse a Diez del partido. Se trata de voces autorizadas y potentes, primeros espadas que en los últimos tiempos se han mostrado muy críticos con la forma de gobernar del presidente del Gobierno.
Hasta el momento, Ferraz se ha conformado con incoar un expediente informativo a Leire Díez, la militante que en las grabaciones pide a un empresario información comprometedora sobre un teniente coronel de la UCO para desacreditarle. Estas prácticas mafiosas han provocado inquietud en el seno del partido y también en algunos de sus socios en el Gobierno de coalición y parlamentarios. La propia vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha pedido hoy que el PSOE llegue hasta el final en el turbio asunto y tome medidas drásticas contra la militante bajo sospecha. En la misma línea se pronuncian otros socios de la coalición. En ERC, por ejemplo, hay un gran malestar por un caso que se parece bastante a los más negros tiempos de la Policía Patriótica impulsada por el anterior Gobierno del Partido Popular para espiar, perseguir y reprimir a los disidentes políticos.
Después de que El Confidencial publicara la primera información sobre este asunto, el PSOE se desvinculó del audio. La postura oficial del partido es que ninguna de las personas que aparecen en esos audios estaba en nómina del partido y enmarcó la difusión del material audiovisual en la ofensiva constante y diaria, en la maniobra de acoso y derribo contra el sanchismo, a la que afirman estar sometidos los socialistas. Sin embargo, con el paso de las horas esa posición ha ido modulándose y muchos altos cargos han entendido que no es de recibo que una militante del partido aparezca en unas grabaciones organizando una trama para arruinarle la vida a policías y fiscales no afectos al PSOE.
Uno de los que se han mostrado más contundentes ha sido Emiliano García-Page. El presidente de Castilla La Mancha ha asegurado que “el partido está tardando en tomar medidas más tajantes”. Además, señala que quiere “defender a ultranza la honestidad de la organización y del Gobierno”, pero que se trata de personas que tienen “prácticas para criminales”, que se han hecho “amigos” y han mantenido relación con quienes “no tienen escrúpulos y graban a las personas con las que hablan”.
El daño está hecho y el PSOE lo va a pagar en las próximas encuestas. El affaire es gravísimo y llama la atención que Sánchez no se haya presentado ya ante los medios de comunicación para dar todas las explicaciones posibles. Hay muchas incógnitas por resolver: ¿Hasta dónde llegaba el poder de Leire Díez? ¿Por qué fue apartada en su día de cargos de responsabilidad? ¿Trabajó estrechamente con Santos Cerdán, como sugieren los periódicos de la caverna? La opinión pública española tiene derecho a saberlo todo. Luz y taquígrafos. Y, sin embargo, Sánchez guarda silencio. Hoy mismo comparece ante los medios en compañía del primer ministro de Eslovenia y ya ha advertido de que no aceptará preguntas sobre el escándalo. ¿De qué piensa hablar entonces mientras se le incendia la casa del pueblo?
El expediente informativo no conlleva ninguna medida cautelar contra Leire Díez, que fue concejala en el municipio cántabro de Vega de Pas, jefa de Comunicación en la empresa pública Enusa y directora de Filatelia y Relaciones Institucionales en Correos y sobre la que fuentes del PSOE han negado que fuera fontanera del partido. ¿Chantajear a guardias civiles y fiscales no es realizar trabajos sucios propios de fontanería política? ¿Amenazar con vídeos sexuales para acabar con carreras profesionales no es mafia pura? Cada minuto que pasa, la vergüenza es aún mayor. Hoy mismo, El Confidencial publica una nueva entrega: Sánchez y Cerdán estaban al corriente de la trama. Leire Díez ha organizado un auténtico terremoto en el socialismo español. Es lo que tiene colocar a una novata sin luces en complejas tareas de fontanería y cloaca. Todo esto recuerda bastante a los años de la corrupción y decadencia del felipismo. Puede que no sea el principio del fin del sanchismo, pero ahora mismo tiene toda la pinta. “Hay que poner pie en pared”, dice un destacado dirigente socialista. Si Leire Díez era un electrón que actuaba por su cuenta ya tarda el partido en echarla, como se hizo con José Luis Ábalos. Si no lo hace, es que Sánchez tiene miedo a que pueda tirar de la manta. Por eso no basta con el expediente disciplinario informativo: investigación hasta sus últimas consecuencias y dimisiones caiga quien caiga.