La ampliación del aeropuerto de Málaga pone en peligro la sostenibilidad del turismo

El proyecto supondrá un incremento notable de la capacidad de acogida del territorio para mantener los parámetros ambientales ante una avalancha que pasará de 25 millones de viajeros -según datos de 2024- a 36 millones

18 de Agosto de 2025
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La ampliación del aeropuerto incrementará la contaminación atmosférica que ya produce actualmente, con 150.000 vuelos con 25 millones de pasajeros. | Foto: Ecologistas en Acción
La ampliación del aeropuerto incrementará la contaminación atmosférica que ya produce actualmente, con 150.000 vuelos con 25 millones de pasajeros. | Foto: Ecologistas en Acción

El inicio de los trámites por parte del Gobierno para la ampliación del aeropuerto de Málaga, dando luz verde a la licitación de la asistencia técnica para la redacción del proyecto, ha recibido la respuesta de la Federación Malagueña de Ecologistas en Acción, que ha remitido un escrito urgente al Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible -Dirección General de Aviación Civil-, advirtiendo que este proyecto "supondrá un incremento notable a la ya insostenible capacidad de acogida del territorio para mantener los parámetros ambientales" ante una avalancha que representará pasar de 25 millones de viajeros -según datos de 2024- a 36 millones, "una cifra que colapsará los sistemas de gestión ambiental que dispone la provincia".

Más consumo de agua y estrés hídrico

A juicio de los ecologistas, aumentará de forma notable el consumo de agua potable, en una zona donde el estrés hídrico es permanente, debido al crecimiento de la agricultura de regadío y la proliferación de piscinas en viviendas familiares de uso turístico. Los últimos disponibles señalan que, a una media de consumo de 128 l/habitante, la población de Málaga consume 47 hm 3 al año, cifra que se irá superando con la creciente afluencia de viajeros que facilitará esta ampliación aeroportuaria. Este déficit hídrico no sólo afecta a la disponibilidad de recursos para la actividad humana, sino que también provoca la destrucción de todos los hábitats riparios de la red fluvial.

Depuradora al límite

Por otra parte, consideran que crecerá de forma crítica la cantidad de aguas residuales a tratar por EDAR que están construidas para un volumen que ya actualmente sobrepasa en verano la capacidad que disponen. Se sabe que la EDAR de la capital depura actualmente 600.000 m 3 de aguas residuales, que en verano se convierten en 1,2 millones de m 3 , muy lejos de la capacidad de depuración y que obliga a acelerar los
procesos de depuración y arrojar al mar aguas pobremente depuradas. De ahí el riesgo de que el sistema de depuración pueda colapsar, con consecuencias ambientales serias para la calidad de las aguas.

Aumento del tráfico, retenciones, hoteles saturados y contaminación

Otro de los aspectos que ponen sobre la mesa los ecologistas es el incremento notable de la red de comunicaciones viarias, que ya actualmente, durante el verano se colapsan, provocando retenciones imposibles de soportar, teniendo en cuenta que gran parte de la población que trabaja en Málaga capital, ha tenido de buscar residencia en otros municipios del área metropolitana e incluso más allá. Actualmente se calcula que por las carreteras de la Costa del sol viajan 400.000 vehículos, aumentando los peligros de siniestralidad e impidiendo un tráfico fluido que necesita diariamente la población trabajadora, la población que acude a atenciones médicas, etc. Soluciones como el archisolicitado tren litoral, posiblemente sean ineficientes si al mismo tiempo se va incrementando la población turística, como sucederá con la mencionada ampliación del aeropuerto, alertan.

A ello se suma que la capacidad de acogida de los hoteles, problema que el sistema intenta solventar con la puesta al servicio de los llamados “pisos turísticos”, que no sólo facilitan el alojamiento normal, sino que, al permitir más volumen que el hotelero, supone un incremento notable de la población turística, todo ello con los consabidos efectos negativos para la población autóctona, a la que se le niega el alquiler de larga duración, y se le desplaza de las zonas céntricas a la periferia, creando un problema social muy grave, a veces irresoluble, para la población residente. "Ni que decir tiene que esta ampliación del puerto de Málaga supondrá un incremento de este problema hasta niveles de absoluta insostenibilidad y la aparición de reacciones de turismofobia en ciudades que siempre han sido acogedoras", advierten desde la  Federación Malagueña de Ecologistas en Acción.

Recuerdan, asimismo, que "desde los inicios de la adecuación de nuestro litoral para acoger la creciente demanda de turismo costero, se estuvo incentivando una litoralización, fenómeno socio- económico consistente en el traslado de la población de la provincia a los municipios costeros, donde la demanda de mano de obra también era creciente. El problema es que ello provocó no sólo un tsunami de residencias hoteleras, sino también una
elevación del negocio inmobiliario bajo el falso binomio de turismo residencial, la consolidación de residencias veraniegas y viviendas para nuevos trabajadores, todo lo cual ha ido creando un amasijo de viviendas en el primer kilómetro de costa, difuminando los límites entre municipios y creando una conurbación que hace cada vez más difícil encontrar viviendas y trasladarse en ella, fenómeno que hoy día, con el auge del negocio del alquiler turístico, ha provocado la paradoja de que en esta conurbación, con 24.012 pisos turísticos censados, no tiene cabida una parte importante de la población local, que se ve abocada a residir en la Málaga vaciada del interior"

Por último, otro de los problemas que denuncian es que el proyecto "incrementará la contaminación atmosférica que ya produce actualmente, con 150.000 vuelos con 25 millones de pasajeros que es bastante alta". Según datos oficiales del Gobierno, en el aeropuerto de Málaga, en una media de 50 días al año, principalmente desde abril a septiembre (temporada turística) se superaron valores de ozono troposférico por encima de los máximos admisibles por la Organización Mundial de la Salud, al parecer favorecido por la influencia del calor y la radiación solar de diversos contaminantes producidos en el área aeroportuaria.

Esta contaminación, argumentan, "no se queda en el aeropuerto sino que alcanza las zonas pobladas de un amplio área que incluye la capital de Málaga y alrededores. Debe recordarse que el ozono troposférico afecta negativamente a la salud humana, así como a muchas especies de plantas y a diversos cultivos, que pueden perder hasta un 40% su productividad". Por otra parte, recuerdan que en el área aeroportuaria "se registran emisiones elevadas de óxido de nitrógeno (NOx), así como la concentración media de partículas PM10 y PM2. Estos contaminantes están actualmente afectando a zonas de la capital de Málaga, como la Avenida Juan XXIII, y en ciudades como Campillos, Churriana y el bajo Guadalhorce en general, que constituyen actualmente uno de los 9 focos principales de contaminación de Andalucía. Si estos récords de contaminación se obtienen con el transporte de 150.000 pasajeros, no hay duda de que el problema se incrementará con el transporte de 210.000 pasajeros que se pretende lograr con la nefasta ampliación del aeropuerto de Málaga".

Según la organización ecologista, "un ministerio que subraya la sostenibilidad, como es el Ministerio de Transporte, no debería escuchar solamente a los poderes políticos y económicos que siempre presionan para lograr crecimientos constantes y con ello mayores negocios, sino que debe valorar otros factores ambientales y sociales que entran en juego, más allá de la movilidad, en un territorio, alentando al equipo de gobierno del Estado español que establezca alguna suerte de moratoria en el crecimiento de la población turística y a una evaluación sosegada de la capacidad de acogida de este territorio".

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