Los bulos sobre la generación y propagación de los incendios forestales

En estos días de riesgo extremo, Greenpeace lanza un informe que desmonta desinformaciones sobre los incendios forestales. Entre ellas, que las áreas protegidas no agravan este tipo de episodios

26 de Julio de 2024
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Uno de los bulos más extendidos es que hay un excesivo conservacionismo. En cambio, tan sólo el 0,78 % de la superficie protegida tiene estándares rigurosos de protección. | Foto: Greenpeace
Uno de los bulos más extendidos es que hay un excesivo conservacionismo. En cambio, tan sólo el 0,78 % de la superficie protegida tiene estándares rigurosos de protección. | Foto: Greenpeace

Coincidiendo, según datos de la AEMET, con días de mucho calor y riesgo extremo de incendios en buena parte del país, Greenpeace ha dado a conocer el informe Las áreas protegidas no agravan los incendios forestales que tiene como objetivo contraargumentar, con evidencias científicas, muchas de las desinformaciones que, de forma sistemática, se realizan cuando hay incendios forestales y que ponen el foco en cuestionar la conservación de los espacios y las áreas protegidas.

“Hay un excesivo proteccionismo”

No hay un excesivo conservacionismo, según el informe. Tan sólo el 0,78 % de la superficie protegida tiene estándares rigurosos de protección. El 99,2 % de la superficie restante no está estrictamente protegida y su régimen de protección es compatible con actividades económicas agrícolas, forestales, cinegéticas, ganaderas o turísticas, entre otras. 

“Las áreas protegidas arden más”

Las estadísticas confirman que las áreas protegidas no arden más. Tan sólo el 13,57 % de los siniestros afectaron a espacios naturales protegidos entre los años 2005-2017 y, únicamente en un porcentaje muy bajo, el incendio se origina dentro del espacio protegido. Por otro lado, hay que recordar que el 73 % de los municipios españoles tienen parte de su territorio dentro de algún tipo de área protegida, de manera que los espacios protegidos pueden verse afectados por incendios forestales que comienzan en zonas próximas y, sin embargo, no son responsables de la evolución de los grandes incendios forestales. Cuando llegan las llamas al espacio protegido, los expertos e informes apuntan que las planificaciones del espacio protegido y las de prevención/extinción raramente coinciden, algo que sería fundamental para prevenir y facilitar la extinción en cualquier espacio.

“La sociedad rechaza y quema las áreas protegidas”

Otro bulo muy extendido es el que argumenta que la gente provoca incendios forestales porque está harta de que no se pueda tocar el monte. Si acudimos a las cifras oficiales, el bulo se desmonta solo ya que, dentro de las motivaciones que aparecen en las estadísticas de incendios, tan solo un 0,16 % de incendios están motivados por el rechazo a los espacios naturales protegidos.

“Las áreas protegidas tienen un mayor riesgo de incendio forestal”

En ocasiones se señala la dificultad de extinguir el fuego en áreas protegidas. Un porcentaje importante de la superficie forestal protegida se sitúa en áreas montañosas y de topografía accidentada y sí, genera un extra de riesgo y dificultad a la hora de evitar la propagación del fuego. Pero es la orografía la que acentúa esta dificultad, no el hecho de que estas zonas estén o no protegidas. Fuera de los espacios naturales protegidos, el riesgo es el mismo.

“Las áreas protegidas no se pueden tocar”

Otra afirmación que según Greenpeace es falsa. Muchas de las actividades y aprovechamientos en áreas protegidas son compatibles con los objetivos de conservación y así quedan definidos en los Planes de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) y en los Planes Rectores de Uso y Gestión (PRUG). Incluso en los espacios con un mayor nivel de protección, como los Parques Nacionales, la normativa establece qué tipo de actividades compatibles pueden llevarse a cabo dentro del espacio. Y en otros espacios, como la Red Natura 2000, hasta se promociona la introducción de ganado en extensivo para reducir la propagación de incendios, entre otras iniciativas.

Un momento clave

El año 2024 es clave para la biodiversidad por el recién aprobado Reglamento de la Restauración de la Naturaleza y por la próxima cumbre del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16), que se celebra en octubre en la localidad colombiana de Cali. Dos oportunidades fundamentales para la protección ambiental y que, sin embargo, "conviven con la manipulación y desinformación de voces que cuestionan sistemáticamente las políticas ambientales, el Pacto Verde, la Agenda 2030, el objetivo de Montreal del 30 % de protección de superficie terrestre y, por supuesto, el Reglamento de Restauración de la Naturaleza, que se tiene que traducir en planes nacionales en un plazo de 2 años". Dice la organización ecologista que "hay una oportunidad histórica de restaurar y recuperar el 20 % de la superficie terrestre degradada, así lo declaran 6.000 cientificos". Esto debería traducirse en reducir la propagación de los incendios forestales.

“Hay que acercar la cultura forestal y la importancia de las áreas protegidas. Se confunde de forma sistemática el abandono con la conservación. La lucha contra los grandes incendios también pasa por luchar contra la desinformación y reducir así los conflictos asociados al desconocimiento y a las creencias erróneas, que nos alejan de las verdaderas soluciones”, explica Mónica Parrilla de Diego, ingeniera técnica forestal y responsable de la campaña de incendios en Greenpeace.

Las soluciones para la prevención de grandes incendios forestales pasan por reducir la siniestralidad y la propagación de las llamas, a través de la gestión de las masas forestales (la no intervención planificada será una opción que no hay que confundir con abandono), así como acercar la cultura forestal y la importancia de las áreas protegidas, claves ante la emergencia ambiental.

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