España arde con olas de calor que desmontan al negacionismo climático

España ha experimentado más de 30 olas de calor significativas en la última década, una cifra que dobla la registrada entre 1990 y 2010

06 de Agosto de 2025
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El cambio climático triplica las muertes por calor en las ciudades europeas
La OMS en Europa ha puesto en marcha una nueva iniciativa, la Comisión Paneuropea sobre Clima y Salud (PECCH), para hacer frente a la creciente amenaza que el cambio climático supone para la salud pública. | Foto: Unsplash/Timo Volz

España vive otro verano extremo, marcado por temperaturas históricamente altas, noches tropicales que no dan tregua y alertas sanitarias activas en varias comunidades autónomas. Las fuertes olas de calor que azotan al país no son eventos aislados ni pasajeros: constituyen, según los expertos, una consecuencia directa del cambio climático y una señal inequívoca de su aceleración. 

En ciudades como Córdoba, Sevilla y Zaragoza, los termómetros han superado los 45 grados, mientras que en Madrid y Barcelona se han alcanzado máximas de más de 42 °C durante varios días consecutivos. El Ministerio de Sanidad ha emitido advertencias por riesgo alto para la salud, especialmente en personas mayores, niños y pacientes con enfermedades crónicas.

Estas olas de calor no son una anomalía, son la nueva normalidad. Lo que antes era un verano excepcional ahora es prácticamente estándar, y lo que viene será peor si no se toman medidas inmediatas..

Más frecuentes, más intensas, más duraderas

Según datos de AEMET, España ha experimentado más de 30 olas de calor significativas en la última década, una cifra que dobla la registrada entre 1990 y 2010. Además, estos episodios se están volviendo más largos, más intensos y más precoces, comenzando en junio o incluso mayo, y extendiéndose hasta septiembre.

Por otro lado, los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) sitúa a la cuenca mediterránea, incluida España, como zona de alto riesgo climático, con especial vulnerabilidad al calentamiento global, la desertificación y el estrés hídrico. España ya ha registrado un aumento de 1,7 ºC respecto a la era preindustrial, por encima de la media global.

Muertes, incendios y colapso energético

Las consecuencias humanas y materiales son graves. El verano pasado, murieron en España cerca de 5.000 personas debido al calor extremo, muchas de ellas por golpes de calor o descompensaciones en enfermos crónicos. Este año, aún sin cifras oficiales, se teme que el balance sea similar o incluso superior.

Al mismo tiempo, los incendios forestales han vuelto a multiplicarse en zonas del sur y del noreste peninsular. Andalucía, Extremadura, Cataluña y Aragón han registrado fuegos de gran magnitud, alimentados por la sequedad del suelo, la falta de lluvias y los fuertes vientos térmicos. Los servicios de emergencia alertan de la creciente presión sobre los recursos y la imposibilidad de hacer frente a tantos frentes activos a la vez.

En las ciudades, los sistemas eléctricos también se ven al límite. El consumo de aire acondicionado y refrigeración ha provocado picos históricos de demanda energética, con cortes puntuales en zonas residenciales y críticas sobre la falta de previsión de las autoridades.

La ciencia no duda: es cambio climático

Los expertos en climatología coinciden: lo que está ocurriendo es consecuencia directa de la crisis climática provocada por la acción humana. La quema masiva de combustibles fósiles, la deforestación, el consumo desmedido y la falta de acción política han acelerado la concentración de gases de efecto invernadero, provocando un aumento sostenido de las temperaturas globales.

“Las olas de calor son ahora entre 5 y 10 veces más probables que hace 50 años por culpa del cambio climático antropogénico”, explica Pere Alavedra, catedrático de Física de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Cada tonelada de CO₂ emitida hoy es una apuesta por un futuro más extremo y menos habitable”.

El futuro: más calor, más desigualdad

Las proyecciones no son alentadoras. Si no se logra frenar el calentamiento por debajo de 1,5 ºC —como establece el Acuerdo de París—, España podría vivir veranos con más de 60 días de calor extremo al año antes de 2050. Esto no solo compromete la salud pública y la seguridad alimentaria, sino que profundiza la desigualdad social y territorial.

Los barrios más pobres de las grandes ciudades son los que menos capacidad tienen para protegerse del calor —por falta de vegetación, aislamiento térmico o acceso a sistemas de refrigeración—, y son también los que más sufren sus efectos.

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