Casi la mitad de las enfermedades infecciosas actuales son de origen zoonótico, lo que significa que se transmiten a los humanos a través de otros animales, incluidas la COVID-19, el Ébola, la malaria y la enfermedad de Lyme. A medida que los brotes y las pandemias amenazan la salud y las economías mundiales, los científicos están analizando los orígenes de las enfermedades zoonóticas y por qué estos contagios de los animales a los humanos están aumentando.
Las investigaciones emergentes muestran que el uso de la tierra, y específicamente la deforestación, pueden aumentar el riesgo y la propagación de enfermedades infecciosas. La pérdida y fragmentación de los bosques conducen a mayores concentraciones de patógenos de enfermedades y a interacciones más frecuentes entre los animales huéspedes, los vectores y los humanos.
La malaria y el Amazonas
La malaria afectó a 228 millones de personas en todo el mundo en 2018 y provocó unas 405.000 muertes asociadas. Las investigaciones muestran que la deforestación está relacionada con el aumento de la malaria en diferentes regiones y diferentes especies de mosquitos. La malaria es una de las enfermedades infecciosas sobre las que más se ha investigado su relación con la deforestación y puede ofrecer a los científicos información sobre otras enfermedades zoonóticas.
Un estudio desarrollado durante 13 años en 795 municipios del Amazonas halló un aumento del 10% en la deforestación que conducía a un incremento del 3,3% en las tasas de malaria. Las primeras etapas de la deforestación -a medida que los bordes del bosque se desplazan y cambian- mostraron el mayor impacto en los brotes de malaria. Varios estudios señalan que las variables ecológicas regionales, las diferentes especies de mosquitos y las variables ambientales afectarán la capacidad de los mosquitos para desarrollar y transmitir el parásito de la malaria.
La deforestación está relacionada con la malaria a través del aumento de la luz solar y el agua estancada que proporcionan lugares de reproducción favorables para los mosquitos, así como la pérdida de biodiversidad y el aumento de la exposición humana a los mosquitos infectados.
Los estudios revelan que, si bien algunos mosquitos vectores necesitan una sombra profunda en el bosque, otros mosquitos necesitan sombra parcial y pueden prosperar en los bordes del bosque o en áreas con una cubierta arbórea reducida.
La ganadería de carne de vacuno es uno de los principales impulsores de la deforestación tropical. En América del Sur, los ranchos ganaderos están asolando el Amazonas y otros paisajes.
La agricultura a gran escala ha dado lugar a una creciente demanda de cultivos como la soja. Se han creado incentivos para convertir los bosques en tierras de cultivo y ranchos. Una vez que un bosque se pierde para la agricultura, normalmente desaparece para siempre.
También la agricultura a pequeña escala con la expansión debido al aumento de la población y a los cambios en la dieta, es responsable de la mayor parte de la deforestación mundial.
Ante este panorama, la organización WWF lleva 40 años trabajando en la Amazonía y está a la vanguardia de los esfuerzos para proteger sus bosques y ayudar a sus comunidades. Involucra a las comunidades locales y se asocia con los gobiernos para identificar soluciones que superen la necesidad de medios de vida sostenibles y una conservación efectiva.
Ébola y África occidental
El ébola es una enfermedad rara pero grave y a menudo mortal, con una tasa de mortalidad del 50%. El virus es de origen zoonótico y los murciélagos frugívoros son el huésped natural más probable. Es posible que la transmisión se produzca desde la vida silvestre (murciélagos frugívoros, puercoespines o primates no humanos) a los humanos y luego se propague entre las personas. Investigaciones recientes también indican que los humanos ahora pueden actuar como huéspedes intermediarios y servir como reservorios a largo plazo del virus del Ébola que desencadenan nuevos brotes.
Desde su identificación en 1976, el ébola ha matado a más de 13.000 personas, y todos los casos se originaron en África. El brote en África occidental y central entre 2014 y 2016 fue el más grave, con más casos y muertes que todos los demás brotes combinados.
Allí, WWF trata de conservar la cuenca del Congo, en un esfuerzo enorme que requiere colaboración en muchos niveles, desde las comunidades locales hasta las asociaciones multinacionales. Sobre el terreno, busca garantizar una mejor conservación de los recursos naturales y métodos más sostenibles para su extracción para minimizar los impactos en los bosques. También ayuda a las comunidades a reducir la presión por la leña proporcionándoles fuentes de combustible alternativas a la madera y el carbón vegetal. Al desarrollar oportunidades de medios de vida alternativos y más sostenibles, apoyan a las comunidades como administradores de sus bosques y sus recursos.
La enfermedad de Lyme y el bosque norteamericano
Cada año, se reportan aproximadamente 30.000 casos de la enfermedad de Lyme en los Estados Unidos, la enfermedad vectorial más reportada en el país. La enfermedad de Lyme es una especie de bacteria que se transmite a los humanos a través de garrapatas que actúan como vectores: consumen la sangre de un animal infectado (huésped) y luego transmiten el virus a los humanos a través de las picaduras de garrapatas.
La enfermedad de Lyme está más extendida en el noreste de Estados Unidos, donde el desarrollo suburbano y exurbano invade los bosques. Y es que la fragmentación de los bosques aumenta el riesgo de exposición humana a la enfermedad de Lyme, ya que la vida silvestre y las garrapatas entran en contacto más cercano con los humanos. La pérdida o fragmentación de los bosques también puede disminuir la cantidad de especies que viven en un área determinada, ya que algunas mueren o encuentran nuevos hábitats. Con menos biodiversidad, existe mayor riesgo de exposición humana a la enfermedad.
Un estudio realizado en el sureste del estado de Nueva York encontró que la fragmentación de los bosques conduce a una disminución de la biodiversidad en las áreas boscosas a medida que ciertas especies mueren o encuentran nuevos hábitats y resulta en un mayor riesgo de exposición humana a la enfermedad de Lyme.
Los hallazgos confirmaron el "efecto de dilución": la diversidad de especies reduce el riesgo de enfermedad de Lyme, ya que algunos animales, como las ardillas arborícolas, no son huéspedes competentes y no pueden transmitir la enfermedad. Una mayor biodiversidad aumenta las posibilidades de que aparezcan estos vectores incompetentes.
La mala gestión forestal, la tala ilegal y la creciente demanda de productos forestales contribuyen a una deforestación y degradación galopantes.
La demanda de madera y productos madereros está provocando la pérdida de bosques. En este caso, WWF colabora con empresas para ayudar a reducir su huella forestal y apoyar otras acciones sobre el terreno, como la restauración forestal. También alientan a los consumidores a elegir productos de madera y papel que provengan de bosques gestionados de forma responsable.