En 2013, la Autoridad Portuaria de Melilla, junto con varias entidades, anunció el proyecto Nereidas con el objetivo de reducir la huella de carbono del puerto. El proyecto consistió en plantar la fanerógama marina Cymodocea nodosa conocida como seba y el alga roja Ellisolandia elongata, para plantear la reducción de CO2 y otros contaminantes atmosféricos en un 60%.
Sin embargo, tal y como denuncia la organización ecologista, esta pradera de Cymodocea está rodeada de veleros y yates fondeados, "lo que supone una grave amenaza para su supervivencia". Además, a escasos 300 m de la misma, un emisario submarino vierte en medio de la bahía de Melilla aguas pluviales mezcladas con aguas fecales, presumiblemente por el mal funcionamiento de la estación de bombeo.
"No contentos con esto, ahora pretenden desde la misma autoridad portuaria que plantó con dinero público (casi dos millones de euros) la Cymodocea, ampliar el puerto con un muelle para cruceros. La construcción de este muelle supondrá la retirada del orden de 600.000 m3 de arena de fondo marino, aumentando la turbidez y poniendo en peligro la pradera de Cymodocea nodosa", explica Rosa González, portavoz de Ecologistas en Acción.
Casi una década después, tan solo una de las manchas de Cymodocea sobrevive a unos 50 metros del puerto Noray (entre la desembocadura del río Oro y el puerto). A este respecto, Guelaya-Ecologistas en Acción Melilla ha denunciado el blanqueo verde de las autoridades: "¿Os imagináis utilizar 1,8 millones de euros de dinero público para convertir el puerto de Melilla en un puerto ‘sostenible’ plantando una planta marina que podría absorber hasta el 60% de CO2, pero después matar esa planta porque hay que preparar el puerto para la llegada de cruceros? Esto no es ficción, es lo que está pasando en Melilla".
Otras especies en peligro de extinción
A pocos metros de la bahía de Melilla hacia el norte, entre la desaladora y la frontera con Marruecos, se encuentra el espacio protegido de los acantilados de Aguadú. Una ZEC marítimo-terrestre que concentra la mayor biodiversidad marina de la ciudad autónoma, incluyendo las joyas de la corona: la mayor población mediterránea de Patella ferrugínea, una lapa en peligro crítico de extinción, y el molusco Dendropoma lebeche.
Según la organización ecologista, "el emisario de la desaladora vierte una cascada con altas concentraciones de sal y vertidos químicos (biocidas, floculantes, antiincrustantes, detergentes o ajustadores de pH) que llegan directamente a la zona protegida a los pies del acantilado marino con hábitats recogidos en el anexo I de la Directiva Hábitat: 1170 Arrecifes y 8330 Cuevas Sumergidas y Semisumergidas".
Por si fuera poco, dice, "las obras en la zona que, con carácter de urgencia, se han saltado el proceso de evaluación de impacto ambiental, han arrasado con la pequeña capa de suelo fértil que había en la parte terrestre de la ZEC, y la han convertido en suelo totalmente inerte que costará muchas décadas recuperar. Una situación que, además, está provocando la caída de cemento, mallas, y otros materiales, que aumentan la turbidez del agua, ponen en peligro a este tesoro ecológico de la zona".
Por todo ello, la organización denuncia el blanqueo verde que las autoridades están realizando en el mar de Alborán: "Mientras impulsan proyectos para restaurar ciertas especies, desarrollan proyectos urbanísticos y portuarios que deterioran los ecosistemas y dificultan que dichas especies sobrevivan".
Ecocidio de la Red Natura
Tras su paso por la ciudad de Melilla, donde el velero Diosa Maat de Ecologistas en Acción también ha denunciado el ecocidio de la Red Natura, la embarcación vuelve al Atlántico para encontrarse con activistas de la provincia de Cádiz. En ese enclave, la embarcación participará en un estudio de observación de la orca Ibérica con las organizaciones WeWhale y Sea Shepherd para analizar el comportamiento de las orcas con respecto a los veleros y pequeños navíos.
El próximo agosto, el Diosa Maat volverá a su puerto base del último año en Motril para proseguir con su campaña Por el Mar de Alborán, denunciando la urbanización del litoral y la estrategia de defensa de la costa de Granada. Y en septiembre avanzará rumbo al este, hacia Almería y Murcia, donde reivindicará un cambio en el modelo agroindustrial que, entre otras muchas consecuencias, tiene un impacto negativo en las costas mediterráneas y en los ecosistemas litorales.