Cada vez que se descubre una fosa franquista se abre de nuevo la tierra sin paz y, con ella, la herida sin cerrar. No solo por reciente, sino también porque las víctimas no parecen querer descansar en un lugar olvidado y en un cuerpo sin nombre. El cementerio de Manacor se está convirtiendo en un nuevo recuerdo del exterminio que llevaron a cabo unos asesinos a los que la historia no ha tratado con suficiente justicia.
Pueden aparecer más
El cementerio de Son Coletes en Mallorca lleva camino de convertirse en la mayor fosa de las Islas Baleares. Ya son 77 los cuerpos encontrados por los investigadores y se calcula que puedan aparecer muchos más, ya que se ha cavado una parte muy pequeña del terreno. De los cuerpos desenterrados, 39 corresponden a milicianos catalanes de la expedición de Bayo que fueron detenidos en Porto Cristo.
Campo de exterminio
El gran número de cadáveres desenterrados muestra la crueldad de la represión franquista hasta un punto que las autoridades de las Islas han calificado de “campo de exterminio”. Francina Armengol, presidenta del Gobierno de las Islas Baleares, mostraba a los medios lo dramático del hallazgo: "Llegamos 85 años tarde. Yo pido una vez más disculpas porque desgraciadamente hay mucha gente que no está pudiendo verlo. Y eso es absolutamente dramático. Esto fue un campo de exterminio”.
Fosa inmensa
Entre las víctimas se han encontrado medallas religiosas lo que demostraría que la persecución franquista no sólo alcanzó a los “rojos y los ateos”, sino también a personas devotas. El último hallazgo ha sido un grupo de quince cuerpos. Casi diariamente las labores de excavación de las fosas descubren cadáveres sepultados por los franquistas, convirtiendo la de Manacor en una fosa inmensa.