Tres de cada cinco activistas juveniles sufren ciberacoso en todo el mundo por publicar contenidos sobre derechos humanos, según un nuevo análisis de 400 respuestas a un cuestionario de Amnistía Internacional distribuido a activistas juveniles de 59 países. Más de 1.400 activistas juveniles, entre 13 y 24 años, han participado en la encuesta, realizada en el marco de la campaña global Protejamos la Protesta.
Como se desprende del estudio, se ha dado casos de acoso en forma de comentarios de odio, amenazas, hackeo y revelación de datos personales, con frecuencia vinculados a abusos y persecución política en el mundo físico, por parte de agentes estatales, mientras la respuesta de las grandes plataformas tecnológicas fue escasa o nula, lo que terminó por silenciar a personas jóvenes.
Activistas de Nigeria y Argentina comunicaron los mayores índices de ciberacoso
"Me acosó una persona desconocida a causa de mis pronombres. Esta persona desconocida me dijo que no era posible ser ‘elle’ y no dejaba de enviarme mensajes para repetirme que estaba mal de la cabeza por identificarme de ese modo. Tuve que ignorar a esa persona2, explica una activista LGBTI queer de Nigeria de 17 años de edad, que pidió no ser identificada.
Otro joven activista por los derechos LBGTI —varón nigeriano de 21 años— afirma: “La gente no está de acuerdo con mis opiniones progresistas liberales e inmediatamente consulta mi perfil. Al ver que soy un nigeriano queer residente en Nigeria, arremeten contra mí con virulencia. Suelo tener miedo de compartir mi opinión en aplicaciones como TikTok porque puedo volverme viral. Internet puede ser un lugar escalofriante. Alguien que se hacía pasar por gay me engatusó para que fuera a verlo tras un tiempo de relación de amistad, y entonces me atacó con sus amigos. Esto es Nigeria, no puedo ir a la policía a denunciar victimización secundaria”.
El 21% de las personas encuestadas afirma sufrir ataques de trols o amenazas cada semana y cerca de un tercio de activistas haberse autocensurado debido a la violencia facilitada por la tecnología, mientras que otro 14% declara haber dejado de publicar sobre los derechos humanos y el activismo por completo.
"Siempre me lo pienso dos veces antes de hacer ningún comentario. Cuando expreso mi postura política, empiezo a recibir muchos comentarios que no sólo tienen que ver con mi postura, sino también con mi cuerpo, mi identidad de género o mi sexualidad", relata Sofía, defensora de derechos humanos argentina de 23 años que compartió su experiencia en X (antes Twitter).
Las personas encuestadas afirmaron enfrentarse a la mayoría de los abusos en Facebook; el 87% de las personas usuarias de la plataforma declararon haber sufrido experiencias de acoso, frente al 52% en X y el 51% en Instagram.
Las formas más comunes de ciberacoso son comentarios molestos e irrespetuosos de trols (60%) y mensajes directos molestos o amenazantes (52%).
El 5% de activistas juveniles afirma haberse enfrentado también al acoso sexual en Internet y sostiene que otras personas usuarias publicaron imágenes íntimas personales (tanto reales como generadas por inteligencia artificial) sin su consentimiento.
Para muchos de quienes respondieron a la encuesta, el acoso relacionado con el activismo online tampoco se limitaba al mundo digital. Casi un tercio de las personas encuestadas dijo haber sufrido formas de acoso en el mundo físico, tanto por parte de familiares y personas del ámbito privado como en forma de repercusiones negativas en el colegio, interrogatorios policiales y persecución política.
La guerra entre Israel y Gaza destaca actualmente como tema que atrae altos niveles de conductas abusivas en Internet, pero la amenaza del ciberacoso parece ser omnipresente en todas las cuestiones principales de derechos humanos. La paz y la seguridad, el Estado de derecho, la igualdad económica y de género, la justicia social y racial, y la protección del medioambiente actuaron como “temas desencadenantes” de ataques.
Sin embargo, la forma en que se ataca a activistas juveniles varía y parece estar estrechamente relacionada con las experiencias interseccionales de discriminación, lo que probablemente perjudique a las personas supervivientes de abusos basados en la identidad con mayor intensidad que el acoso basado en temas concretos.
El 21% de las personas encuestadas dice haber sufrido acoso en relación con su género y el 20%, en relación con su raza o etnia. Porcentajes más bajos indicaron sufrir abusos relacionados con su origen socioeconómico, edad, orientación sexual o discapacidad.
“Al principio eran simplemente comentarios de odio, ya que mis publicaciones eran atrevidas y hablaban abiertamente de los derechos LGBT, lo que más tarde se convirtió en amenazas por mensaje privado y fue a más cuando me hackearon la cuenta”, cuenta Paul, activista camerunés de 24 años, sobre los ataques recibidos por su activismo a favor del colectivo LGBTI, y añade: “Llevo dos años viviendo en una situación de inseguridad total por el trabajo que desempeño como defensor de los derechos de mi comunidad en Internet”.
Efectos sobre la salud mental
Para Paul y muchos otros activistas juveniles, el ciberacoso tiene profundos efectos sobre la salud mental. El 40% de las personas encuestadas afirma haber sentido impotencia y nerviosismo o tener miedo de utilizar las redes sociales. Algunas incluso se han considerado incapaces de realizar tareas cotidianas y se han sentido físicamente inseguras. En consecuencia, el apoyo psicológico es la opción más solicitada por activistas juveniles, por delante de mecanismos de denuncia más fáciles de utilizar y de la asistencia legal.
Muchos activistas juveniles han expresado su frustración ante la falta de una respuesta adecuada a sus denuncias de acoso por parte de las principales plataformas de redes sociales, afirmando que los comentarios abusivos permanecían en las plataformas largo tiempo después de haberlos denunciado.
El silencio discriminatorio de las plataformas
Algunas personas encuestadas consideraban también que las plataformas de redes sociales desempeñaban un papel activo a la hora de silenciarlas; hubo activistas que notificaron la retirada de mensajes sobre la guerra de Gaza, en consonancia con informes anteriores sobre contenidos en defensa de los derechos de la población palestina sometidos a moderación posiblemente discriminatoria en diversas plataformas.
Otras personas señalaron que las plataformas permitían llevar a cabo campañas de intimidación y censura dirigidas por el Estado, lo que mina las esperanzas del activismo de dar solución al problema de la violencia mediada por la tecnología a través de la reglamentación gubernamental.
Amnistía Internacional ya había documentado anteriormente la represión de la expresión pacífica en Internet por parte de Estados como India, Filipinas y Vietnam, y actualmente llama a acciones de solidaridad global en apoyo de mujeres y activistas LGBTI que se enfrentan a la violencia en Internet respaldada por el Estado en Tailandia.