Marisa Paredes, una de las actrices más destacadas de la historia del cine español, ha fallecido a los 78 años, dejando un legado artístico que trasciende fronteras y generaciones. La Academia de Cine, institución que presidió en uno de sus momentos más convulsos, confirmó la noticia que conmueve al mundo de la cultura. Paredes recibió el Goya de Honor en 2018 como reconocimiento a una trayectoria marcada por su talento, elegancia y compromiso social.
Fallece a los 78 años la actriz Marisa Paredes. Fue presidenta de la Academia de Cine y recibió el Goya de Honor en 2018. pic.twitter.com/sCF5g8tjoS
— Academia de Cine (@Academiadecine) December 17, 2024
El rostro de Almodóvar y mucho más
El nombre de Marisa Paredes quedará siempre ligado al universo de Pedro Almodóvar, con quien dio vida a personajes que se convirtieron en iconos del cine. Desde la irreverente Sor Estiercol en Entre tinieblas (1983) hasta sus papeles protagonistas en Tacones lejanos (1991) y La flor de mi secreto (1995), donde deslumbró con interpretaciones llenas de fuerza y emoción. “Ay Betty, menos beber, qué difícil me resulta todo”, decía en este último filme, dejando una frase grabada en la memoria colectiva.
Pero su talento no se limitó a los confines de la filmografía almodovariana. Paredes trabajó con grandes cineastas internacionales como Roberto Benigni en La vida es bella, Arturo Ripstein en Profundo carmesí y Guillermo del Toro en El espinazo del diablo. Esta versatilidad la consagró como una actriz universal, capaz de adaptarse a cualquier registro, del melodrama al cine de autor más arriesgado.
Ha muerto Marisa Paredes, una de las mejores actrices de nuestra época y, sobre todo, una amiga. Su voz siempre estaba a disposición de quien lo necesitase, siempre defendiendo causas justas.
— Yolanda Díaz (@Yolanda_Diaz_) December 17, 2024
Hoy el mundo es un poco más triste, con menos luz. Te echaremos mucho de menos. Todo mi… pic.twitter.com/MYQ2jgDeee
Un compromiso más allá de las cámaras
Marisa Paredes no solo fue una actriz brillante, también fue un ejemplo de compromiso con las causas sociales y políticas. Como presidenta de la Academia de Cine, vivió momentos históricos como la gala del No a la guerra en 2003, donde la profesión alzó la voz contra la invasión de Irak liderada por el gobierno de José María Aznar. “Hay que tener miedo a la ignorancia y al dogmatismo. Hay que tener miedo a la guerra”, proclamó entonces con la valentía que la caracterizaba.
Nunca dejó de estar presente en las causas que consideraba justas. Desde su apoyo a la sanidad pública hasta su posicionamiento a favor de Palestina o su participación en actos de Sumar, Marisa Paredes fue una voz crítica y firme contra quienes amenazan los derechos sociales. En la capilla ardiente de Concha Velasco, reprochó públicamente la presencia de Isabel Díaz Ayuso, un gesto que volvió a demostrar su carácter indomable.
Un legado inmortal
Nacida en el seno de una familia humilde, Paredes siempre defendió sus orígenes. “Ser pobre se hereda, y ser rico también”, decía con la franqueza que la definía. Su carrera comenzó temprano, con apenas 14 años, y nunca dejó de trabajar. “Siempre me han dado personajes especiales, el gran drama, lo hondo”, confesaba en una entrevista, rememorando su trayectoria en teatro y televisión.
Su versatilidad la llevó a interpretar obras de los grandes dramaturgos, como Chéjov, Ibsen o Dostoievski, consolidando su presencia en el teatro español. Recientemente, participó en la serie Vestidas de azul, demostrando que su pasión por la interpretación seguía intacta.
Con su muerte, el cine español pierde a una de sus grandes intérpretes, pero su obra y su voz permanecerán para siempre. Marisa Paredes fue mucho más que una actriz: fue un símbolo de talento, dignidad y compromiso. Deja una hija, María Isasi, también actriz, y una estela de admiración en quienes la vieron brillar en la pantalla y en la vida.