El informe sobre el gasto mundial en salud de 2024 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestra que el gasto público medio en salud por persona en todos los grupos de países según su ingreso disminuyó en 2022 con respecto a 2021, después de incrementarse durante los primeros años de la pandemia. El informe, titulado Global spending on health: emerging from the pandemic (Gasto mundial en salud: recuperarse de la pandemia), se ha publicado coincidiendo con la campaña para la cobertura sanitaria universal, que se centra en mejorar la protección financiera de las personas de todo el mundo para que puedan acceder a los servicios de salud que necesitan.
El gasto público en salud es fundamental para lograr la CSU. En un contexto en el que 4.500 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso a servicios básicos de salud y 2.000 millones se enfrentan dificultades financieras debido a los costos que implica la atención de salud, restar prioridad a este gasto puede tener consecuencias nefastas.
«Aunque el acceso a los servicios de salud ha mejorado en todo el mundo, el uso de estos servicios está conduciendo a cada vez más personas a dificultades financieras o a la pobreza. El Día de la Cobertura Sanitaria Universal es un recordatorio de que la salud para todos significa que todas las personas puedan acceder a los servicios de salud que necesitan, sin sufrir dificultades financieras», dice el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS.
¿Quién paga la atención médica?
Proteger a las personas de las dificultades financieras derivadas de los gastos directos de la salud es fundamental para lograr la salud para todos. A pesar de ello, en el informe de la OMS puede comprobarse que el gasto directo sigue siendo la principal fuente de financiación de la salud en 30 países de ingreso bajo y mediano bajo. En 20 de estos países, más de la mitad del gasto total en salud del país lo pagaron directamente los pacientes, lo que supone un factor desencadenante del ciclo de pobreza y vulnerabilidad.
Las dificultades que plantea la falta de protección financiera para la salud no se limitan a los países de ingreso bajo. Incluso en los países de ingreso alto, los pagos directos de salud generan dificultades financieras e impiden satisfacer necesidades de salud, especialmente en los hogares más pobres. Los datos más recientes de las cuentas de salud muestran que en más de un tercio de los países de ingreso alto, más del 20 % del gasto total en salud lo realizaron los pacientes directamente.
La hace un llamamiento a los líderes para que hagan de la CSU una prioridad nacional y acaben con el empobrecimiento generado por los gastos relacionados con la salud para 2030. Algunas estrategias eficaces para fortalecer la protección financiera son: minimizar o eliminar las tasas a los usuarios más necesitados, incluidas las personas con bajos ingresos o enfermedades crónicas, adoptar leyes para proteger a las personas de los costos de salud empobrecedores y establecer mecanismos de financiación de la salud a través de fondos públicos que beneficien a toda la población.
En el marco de la financiación pública debe presupuestarse un paquete asequible de servicios de salud esenciales que vaya desde la promoción hasta la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos, utilizando un enfoque de atención primaria de salud.
Lecciones de la pandemia
Durante la pandemia de COVID-19, en 2020-2022, el gasto público en salud, realizado principalmente a partir de los fondos de los presupuestos de salud de los gobiernos, permitió a los sistemas de salud responder rápidamente a la emergencia. Esto refleja la ventaja de, en tiempos de emergencias sanitarias, contar con estos presupuestos para la financiación de las funciones de salud pública, en particular las intervenciones de salud pública dirigidas a la población, frente a otros planes de financiación de la salud. La financiación de los gobiernos permitió proteger a más personas y salvar más vidas.
En su recuperación de la pandemia, los países se enfrentan a una situación complicada: los gobiernos tienen que tomar decisiones difíciles para fortalecer la resiliencia de los sistemas de salud frente a futuras amenazas, y responder al mismo tiempo a las necesidades de atención médica de sus poblaciones en un entorno económico problemático.
25 años de seguimiento de la OMS del gasto mundial en salud
La clave para tomar mejores decisiones sobre la inversión en salud en el futuro es contar con información fáctica oportuna y de confianza sobre el nivel y el patrón del gasto en salud. Durante 25 años, el programa de la OMS de seguimiento del gasto en salud ha influido de manera notable en cómo se recopila y comunica información fundamental sobre el gasto en salud a nivel nacional y mundial.
Entre sus logros más notables se encuentra la creación de la base de datos de la OMS sobre el gasto mundial en salud—la fuente de datos sobre gasto en salud más amplia del mundo, con información procedente de más de 190 países desde el año 2000— y el informe sobre el gasto mundial en salud, que se publica anualmente desde 2017. Estos bienes públicos mundiales impulsan la formulación de políticas documentadas, la transparencia y la rendición de cuentas en todo el mundo.