La incorporación de la perspectiva de género en la gestión preventiva de los riesgos laborales es una demanda creciente y esencial para asegurar un entorno de trabajo seguro y equitativo para todos los trabajadores, independientemente de su género. Ana García de la Torre, secretaria de Salud Laboral de UGT, destaca la urgente necesidad de abordar esta cuestión, subrayando cómo las mujeres han sido históricamente desprotegidas y discriminadas en la gestión de la seguridad y la salud en el trabajo.
Diferencia de riesgos laborales entre hombre y mujeres
El análisis de los datos estadísticos revela una marcada diferencia en los tipos de riesgos laborales a los que están expuestos hombres y mujeres, atribuible a la segregación de género en el mercado laboral. Mientras que los hombres se enfrentan más a riesgos físicos debido a su predominancia en sectores como la construcción, las mujeres son más susceptibles a los riesgos psicosociales, en gran medida debido a su concentración en el sector servicios, que incluye trabajos en educación, salud y comercio. Ana García de la Torre argumenta que esta diferenciación de riesgos no se refleja adecuadamente en las estrategias de prevención de riesgos laborales, lo que lleva a una protección insuficiente de las trabajadoras.
Precariedad laboral
La precariedad laboral, vinculada estrechamente a la siniestralidad, afecta desproporcionadamente a las mujeres, intensificando su vulnerabilidad a los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. La secretaria de Salud Laboral enfatiza cómo las mujeres, además, reportan una prevalencia mayor de problemas de salud mental asociados al estrés laboral y están más expuestas a sufrir acoso o violencia en el trabajo que sus contrapartes masculinas.
García de la Torre aboga por una evaluación de riesgos laborales que integre plenamente la perspectiva de género, reconociendo las especificidades de los riesgos asociados a diferentes trabajos y sectores. Esta evaluación debería extenderse más allá de la protección durante la maternidad y la lactancia, abarcando una amplia gama de factores de riesgo que afectan de manera desigual a hombres y mujeres.
Mercado laboral y riesgos laborales
La segregación vertical y horizontal en el mercado laboral no solo influye en los tipos de riesgos a los que están expuestos los trabajadores, sino también en sus consecuencias para la salud. Las enfermedades profesionales y los accidentes de trabajo muestran patrones distintos entre géneros, lo que refleja las diferencias en las condiciones de trabajo y en los riesgos asociados. La falta de reconocimiento de estas diferencias y su inadecuada consideración en las estrategias preventivas y en las políticas de salud laboral perpetúan la desigualdad y la injusticia en el lugar de trabajo.
Para abordar estos desafíos, García de la Torre subraya la importancia de la negociación colectiva y de la legislación laboral en la promoción de un enfoque de género en la seguridad y salud en el trabajo. Propone específicamente la revisión de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales para integrar explícitamente la perspectiva de género en su aplicación y en el desarrollo de protocolos y medidas preventivas.
Avances en la protección de las trabajadoras
La responsable de Salud laboral también destaca recientes avances legislativos que refuerzan la protección de las trabajadoras, como la Ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual, que obliga a las empresas a considerar la violencia sexual como un riesgo laboral. Sin embargo, enfatiza que es esencial continuar avanzando en esta dirección, desarrollando y aplicando políticas que garanticen una protección igualitaria y efectiva para todos los trabajadores, independientemente de su género.
En resumen, la incorporación de la perspectiva de género en la gestión preventiva de los riesgos laborales es crucial para abordar las desigualdades de género en el trabajo y garantizar la seguridad y salud de todos los trabajadores. Ana García de la Torre y UGT están al frente de esta lucha, buscando cambios legislativos y prácticos que reconozcan y mitiguen los riesgos específicos a los que se enfrentan las mujeres en el trabajo, promoviendo así un entorno laboral más justo e inclusivo.