Suso Díaz, el corazón obrero de Galicia

Fallece a los 81 años uno de los grandes referentes del sindicalismo gallego y la lucha antifranquista, figura clave de Comisiones Obreras y padre de Yolanda Díaz

09 de Julio de 2025
Actualizado a las 9:06h
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Suso Díaz, el corazón obrero de Galicia

Suso Díaz, histórico dirigente sindical, comunista ferrolano y padre de la vicepresidenta segunda del Gobierno, ha fallecido este martes a causa de un cáncer. Su vida, forjada entre astilleros, huelgas y compromiso social, deja una huella profunda en la historia reciente de Galicia y del movimiento obrero en España.

Hombre de fábrica y de ideas, Suso Díaz (Ferrol, 1944) fue muchas cosas a la vez: obrero del naval, militante comunista, sindicalista clandestino, preso político, dirigente de Comisiones Obreras, referente moral para generaciones... y padre de una de las figuras políticas más destacadas del presente. Pero por encima de todo, fue un hombre que nunca se desvió del lado de las causas justas.

Desde muy joven supo que su lugar estaba junto a los trabajadores. A los 14 años entró como aprendiz en los astilleros de Astano, en Fene, y apenas una década después ya estaba inmerso en la lucha sindical, enfrentándose a la dictadura desde dentro de la fábrica. Participó en las huelgas de 1962, fue detenido por primera vez en 1969 y, tras los asesinatos de los obreros Amador Rey y Daniel Niebla en marzo de 1972, volvió a prisión. Tenía claro que no había otra opción que resistir.

"Le gustaba estar en la calle y en la fábrica, con la gente," recordaba el historiador Víctor Santidrián, que lo entrevistó poco antes de su muerte. Porque aunque su compromiso político con el Partido Comunista fue inquebrantable, Suso siempre se sintió, ante todo, sindicalista. En los años más duros, impulsó desde la clandestinidad el boletín A Voz de Astano, preocupándose tanto por la agitación política como por la seguridad laboral y la salud de sus compañeros.

Con la llegada de la democracia, su papel no se diluyó: se integró en los órganos de dirección de CCOO Galicia, que acabaría liderando entre 1992 y 2000. Durante ese periodo, consolidó el sindicato y promovió la institucionalización del 10 de marzo como Día da Clase Obreira Galega, recordando así la lucha de Ferrol por la libertad y la dignidad laboral.

Aficionado al jazz, lector incansable y conversador brillante, Suso fue un hombre de principios sólidos y afectos sinceros, cercano y discreto. Quienes lo conocieron destacan su generosidad, su coherencia y su sentido de la lealtad. “Sempre do teu lado”, resumía su amigo Montero Dongil. Y si había que criticar algo, lo hacía en privado. No para herir, sino para construir.

Con el paso de los años, participó en iniciativas de la izquierda gallega y federal, apoyando las nuevas alianzas sin abandonar nunca sus raíces. Su hermano gemelo, Pepe Díaz, también militante comunista, fue parlamentario del BNG y uno de los impulsores del debate sobre una hacienda propia para Galicia. La relación entre ambos, explican, fue siempre excepcional.

En los últimos tiempos, ya apartado de la primera línea, siguió colaborando con el sindicato en todo lo que su salud le permitía. En 2010 fue reconocido con el Premio 10 de Marzo por su trayectoria de lucha y compromiso. Y hasta hace solo unos meses, se le veía acompañando a su hija Yolanda en actos públicos como la entrega de los premios Luis Tilve.

Con su muerte, se apaga una voz imprescindible. Pero su legado no desaparece. Vive en la memoria de quienes, como él, creyeron que la justicia social no es un ideal lejano, sino una tarea diaria. Vive en cada huelga, en cada conquista laboral, en cada persona que aún cree en la fuerza colectiva para cambiar las cosas.

Galicia llora hoy a uno de los suyos. Lágrimas de hierro, quizás, como las que podrían caer desde la histórica grúa-pórtico de Astano, allá en la ría de Ferrol, frente a las casas de San Valentín donde vivió gran parte de su vida. Pero no es un adiós triste. Es un gracias. Por todo lo que hizo. Por no rendirse nunca. Por estar siempre del lado correcto.

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