El verdadero propósito del cambio de hora

Investigadores lo defienden como un ajuste natural que optimiza la luz y la actividad diaria

19 de Marzo de 2025
Actualizado a las 14:54h
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El verdadero propósito del cambio de hora

El cambio de hora estacional ha sido una práctica habitual en muchos países durante más de un siglo. Sin embargo, en los últimos años ha sido objeto de debate, con críticos que lo consideran innecesario o incluso perjudicial. A pesar de estas críticas, un reciente estudio de la Universidade de Santiago de Compostela y la Universidad de Sevilla defiende la vigencia y beneficios de esta práctica, basándose en análisis científicos y datos comparativos.

La investigación, titulada Assessing the best hour to start the day: an appraisal of seasonal daylight saving time, pone en duda los argumentos en contra del cambio de hora, destacando que su impacto en la salud es muy débil y que, en realidad, este ajuste horario facilita la sincronización de la actividad humana con los ciclos naturales de luz. Así, los autores del estudio, Jorge Mira Pérez y José María Martín Olalla, sugieren que los momentos más adecuados para efectuar el cambio serían el primer fin de semana de abril y el primero de octubre.

Luz, actividad y sincronización social

Uno de los aspectos clave del estudio es la comparación entre las ciudades de Bogotá y Nueva York, que comparten el mismo meridiano pero tienen diferencias en latitud. Mientras que en la capital colombiana el amanecer ocurre siempre alrededor de las 6:00 a.m., en Nueva York el sol aparece más tarde en invierno, generando un retraso en la actividad diaria. Este desajuste se corrige en primavera, cuando los amaneceres se adelantan y permiten un inicio más temprano de las actividades.

El cambio de hora ayuda a ajustar el ritmo social a estas variaciones, permitiendo que la población aproveche mejor la luz solar en cada estación. "El cambio de hora de primavera facilita esa adaptación", señala Jorge Mira, quien enfatiza que este mecanismo de sincronización ha sido utilizado por diversas sociedades a lo largo de la historia.

Martín Olalla también resalta que la luz matinal es un factor clave para el organismo humano, ayudando a regular el ciclo sueño-vigilia. La aplicación de un horario de verano permite que las actividades humanas se ajusten de manera natural y progresiva al cambio de las estaciones.

Impacto real en la salud y la sociedad

Uno de los principales argumentos contra el cambio horario es su supuesto impacto en la salud, incluyendo alteraciones del sueño, incremento en los accidentes de tráfico y posibles efectos en enfermedades crónicas. No obstante, el estudio publicado en Royal Society Open Science concluye que la evidencia disponible es insuficiente y poco concluyente.

Por ejemplo, si bien se ha reportado un leve aumento del 5% en los accidentes de tráfico durante la semana posterior al cambio de primavera, los datos demuestran que la variabilidad normal en los accidentes de tráfico semanales puede ser del 15%. Esto sugiere que el impacto del cambio horario es mínimo en comparación con otros factores.

Los investigadores también critican los estudios que atribuyen al cambio de hora efectos negativos como el incremento del riesgo de cáncer, obesidad o alteraciones del sueño. Según señalan, estos estudios suelen basarse en comparaciones dentro de una misma zona horaria, sin considerar que las diferencias en los datos pueden deberse a otros factores geográficos o sociales.

Un dilema sin fácil solución

El estudio concluye que el cambio de hora funcionó con éxito durante el siglo XX, permitiendo que las personas disfruten de mayor tiempo de ocio en primavera y verano. "La gente aceptó ir a trabajar antes si eso significaba salir antes y aprovechar la tarde", explica Mira Pérez. Sin embargo, la posibilidad de eliminar el cambio horario enfrenta un problema fundamental: decidir qué horario es más adecuado durante todo el año.

Si se optara por mantener el horario de invierno permanente, las mañanas de verano tendrían menos actividad en las primeras horas del día. Por otro lado, si se estableciera el horario de verano todo el año, las mañanas de invierno serían demasiado oscuras para iniciar la jornada laboral. "Es un dilema que no tiene fácil solución", admite Martín Olalla, quien sugiere que la mejor alternativa sigue siendo la adaptación estacional, tal como se ha venido haciendo durante décadas.

Los investigadores concluyen que la oposición al cambio de hora se basa en una interpretación errónea de su impacto real. "Se ha abierto una caja de Pandora, criticando una práctica que funciona razonablemente bien, y ahora el riesgo es que la solución propuesta termine siendo peor que el problema", advierte Jorge Mira. Ante esta situación, los autores del estudio recomiendan seguir ajustando la hora en primavera y otoño para maximizar el aprovechamiento de la luz natural y mantener un ritmo de vida saludable.

 

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