Yayo Herrero: “El cambio climático es la consecuencia de una forma de organizar la economía que no conoce límites”

27 de Mayo de 2020
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Yayo Herrero

El pasado lunes,25 de mayo, Yayo Herrero junto a otras compañeras firmaron en nombre del Forode Transiciones unacarta pública dirigida al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con laexigencia de iniciar un gran debate social en torno a la emergencia social y ecológica. Un día después, lastecnologías de la información nos permiten tener esta entrevista vía Skype, enla que la antropóloga, ingeniera y profesora madrileña reflexiona sobre elvalor de la biodiversidad, modelos de vida más sostenibles y futuros escenariosutópicos para repensar en torno a la austeridad, donde lo material quederelegado frente a una colectividad puesta en el centro. Yayo se aleja de lavisión catastrofista del futuro y apela a la corresponsabilidad con miras a uncambio radical de modelo donde nadie quede atrás.

¿Era esperable la llegada de una pandemiade tales características desde la Ciencia y el Ecologismo?

La verdad es que sí. Fíjate que, siendo ecologista desde hace mucho tiempo, incluso así te sorprende la forma de llegar y lo alucinas porque lo tienes en la cabeza de haberlo leído muchas veces en los informes. Por ejemplo, en los informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) pero, sobre todo, del Panel Intergubernamental que se ocupa de la Ciencia y gestión de la Biodiversidad (IPBES), sí que venían alertando desde hace tiempo que los dos problemas en conjunto, en especial el de la pérdida de biodiversidad, podían generar el riesgo de que los virus entraran con mucha más facilidad en contacto con los seres humanos si se extendieran. Por otro lado, desde la perspectiva del cambio climático, están más sometidas a la ampliación de vectores de infección y enfermedades, que combinado con una economía hiperglobalizada, donde muchísimas personas y mercancías se trasladan miles de kilómetros diariamente, hace casi incontenible una pandemia de estas características.

¿Hasta qué punto es culpable la actividadhumana de esta situación?

Es completamenteculpable, pero no la actividad de todos los seres humanos. La responsabilidaddesde una determinada forma de organizar la economía y la política no esconsciente de que los seres humanos somos radicalmente ecodependientes yvulnerables; de que dependemos de la naturaleza y esta tiene también suslímites. En ese marco, el poder político contando como cuenta con toda lainformación que nos proporciona desde hace décadas la comunidad científica ysabiéndolo, tiene una gran responsabilidad. Todas las personas también tenemosuna responsabilidad asimétrica que no está al mismo nivel que laresponsabilidad de quienes toman decisiones y mandan en el poder económico,pero es asimétrica en el sentido de que vivimos bajo estilos de vida y modelosde consumo que les dan directamente la espalda a los problemas. Como si no sequisiera ver, hasta que llegan.

La situación invita a repensarnos, aformular otros modelos de vida más sostenibles, pero ¿es posible implantarnuevos modelos con un capitalismo imperante?

Desdemi punto de vista no. Es difícil poder resolver los problemas bajo la mismalógica o con los mismos criterios que los han causado. En este momento en elque necesitamos una reconstrucción de la economía, implica sobre todo vivir conmenos energía, con menos agua, con menos presión sobre la tierra, sobre losanimales y sobre las plantas. Y todo esto hacerlo con criterios de justicia, esdecir, con repartos de la riqueza. Si esta reconstrucción que ponga en elcentro a las personas y a la naturaleza hay que hacerla solo en la medida en laque genere beneficios para quienes son dueños del capital, estamos perdidos yperdidas. Yo creo que nos hace falta repensarlo de una forma completamentedistinta: colocando el bienestar y la supervivencia como absoluta prioridad.

El sociólogo Jeremy Rifkin afirmaba en una entrevista para la revista Ethic, que “todo lo que nos está ocurriendo se deriva del cambio climático”. Sin embargo, existen otros factores como la deforestación, la agricultura y la ganadería intensiva o el comercio ilegal de especies.

El cambioclimático sin duda es un problema enorme, no viene de la nada y nos cae como unplatillo volante. El cambio climático es la consecuencia de una forma deorganizar la economía y la vida que no conoce límites, que no es consciente deque el planeta tiene límites físicos, y de haber alterado los ciclos naturalesque permitían que las personas estuviéramos. Creo que hay un problema al quehabitualmente se le concede muy poca importancia, pero que está detrás de estapandemia y de muchas de las cosas que nos suceden, que es la pérdida debiodiversidad. Somos una cultura que tiene muchas dificultades para entenderqué es la biodiversidad, que no solo es el conjunto de animales que puedenexistir o de plantas o microorganismos, sino que más bien es la relación quehay entre todos ellos, la relación que existe entre todo lo vivo precisamentepara poder mantener unas condiciones de vida que sean adecuadas para que estavida se pueda sostener y se pueda conservar. Por tanto, la destrucción opérdida de la biodiversidad es como echar a perder el seguro de vida de lapropia vida. Fernando Valladares, un investigador del CSIC, decía estos días:“Teníamos una vacuna y nos la hemos cargado”. Y la vacuna era la biodiversidad.Por supuesto que el cambio climático es un problema enorme, como lo es eldeclive de la energía fósil y los minerales, como lo es la alteración del ciclodel agua o de la fotosíntesis, pero todos estos problemas son las consecuenciasde haber construido una forma de organizar materialmente la vida, que sedesarrollan en contra de la propia vida.

Resulta común apelar a la solidaridad global durante el periodo deconfinamiento, pero ¿cuán importante es la responsabilidad gubernamental enestos tiempos? Por ejemplo, con el lanzamiento de la Ley de Cambio Climático yTransición Energética

Lo mejor que hapasado durante esta pandemia ha sido esa explosión comunitaria y de solidaridada la que te refieres. Creo que muestra que las personas cuando tenemosinformación y sabemos lo que nos estamos jugando, estamos en condiciones decoprotagonizar procesos de cambio y de transición que sitúen el bienestar delas personas como una prioridad y a voluntad de no dejar gente atrás. Peroclaro, la auto organización, que me parece absolutamente imprescindible yfundamental, tiene que ir de la mano, sobre todo por la gravedad de losproblemas que afrontamos y la velocidad con la que los tenemos que enfrentar endinámicas como la del cambio climático o la pérdida de biodiversidad. Estorequiere que el espacio público se active para situar ese bienestar y esaprotección de la vida en el centro. Y eso involucra claramente a lasinstituciones en todas las escalas: municipal, regional, estatal ysupraestatal. Por tanto, quienes nos gobiernan tienen una responsabilidadenorme y desde mi punto de vista, no solamente es irresponsable, sinoabsolutamente criminal no abordar el problema que estamos viviendo y vamos avivir. Porque esta pandemia no termina cuando termine la crisis sanitaria, estamosante una emergencia que es mucho más amplia. Volverán otras pandemias y otroseventos climáticos extremos, y necesitamos sociedades resilientes que seancapaces de estar preparadas para aguantar y para ello la institucionalidad esclave.

¿Cómo ha afectado este parón de meses a lasemisiones de CO2 y gases de efecto invernado? ¿Ha sido realmente significativopara el medio ambiente?

Hasido significativo para darnos cuenta de que cuando la economía para, directamentelas emisiones puntuales de gases de efecto invernadero bajan de una formaimpresionante. Ha servido para comprobar lo que tanto tiempo se llevabadiciendo desde muchos ámbitos: el modelo económico, el modelo de transporte yla forma de producir son los que generan las emisiones de efecto invernadero desatadas.Por tanto, cuando el modelo económico para, frenan las emisiones de gases deefecto invernadero. Al igual que cuando el modelo de transporte frena, refrenala contaminación en nuestras ciudades y podemos respirar más seguras. Pero estoque pedagógicamente tiene un papel fundamental, necesitamos conservarlo en eltiempo y convertirlo en algo estructural y, aun así, cuando frenemos lasemisiones si las conseguimos frenar, eso significará que no vamos a echar másleña al fuego del problema del cambio climático.

Hayuna parte del problema que ya está aquí, que tiene una inercia y aunquefrenemos, parte del cambio climático ha venido para quedarse. Es importantesaber que no es lo mismo si las subidas de las temperaturas medias globales sontres grados, que si es un grado y medio. No tiene nada que ver. A tres o cuatrogrados, la supervivencia de una parte importante de la humanidad está enriesgo. A un grado y medio, vamos a vivir circunstancias complicadas, pero sihiciéramos lo que hay que hacer, podríamos afrontarlas resilientemente de otramanera. 

Francia ha estudiado la manera de implantarel uso de la bicicleta como medio de transporte para garantizar eldistanciamiento social y en algunas ciudades del Estado, como Barcelona, se hancreado carriles bicis provisionales para tal fin. ¿Consideras esto un primerpaso u oportunidad para cambiar el modelo de transporte e iniciar la reducciónde emisiones en los entornos urbanos?

Absolutamente.El modelo de transporte es un elemento que tiene que cambiar radicalmente. Pasapor cómo nos transportamos las personas en nuestra vida cotidiana. Deberíamoshacer evolucionar las ciudades para que fueran policéntricas y no nos viéramosobligadas a recorrer una cantidad enorme de kilómetros para hacer nuestra vidadiaria y, por tanto, poder privilegiar el transporte a pie o en bici y cuandono se pueda, transporte motorizado público y colectivo. Disminuir, por otrolado, los desplazamientos en avión, que ya en algunos lugares se estálegislando en esa línea y luego pensar no solamente en el transporte de laspersonas sino en cómo se transportan las mercancías. Por ejemplo, el sistema alimentarioes muy importante en esta situación, ya que vivimos en sociedades donde comemosalimentos que son producidos muy lejos y de forma insostenible. Pero el hechode apostar por una producción de alimentos que sea cercana y por los circuitoscortos de comercialización también es una cuestión central para reduciremisiones de efecto invernadero y en la propia huella ecológica, además de enlos niveles de contaminación. Me han llamado muchísimo la atención algunosestudios que correlacionaban el haber estado expuesto a aire contaminadodurante mucho tiempo en una ciudad con una mayor virulencia del virus, estoquiere decir que las personas que han estado respirando aire sucio durante 15 o17 años, decía la Universidad de Harvard en uno de sus estudios, están muchomás expuestas a sufrir con mayor violencia o mortalidad el virus. Por tanto, noafrontar estas situaciones no es una cuestión de estética sino unaresponsabilidad brutal. Y no es normal que sea una catástrofe lo que te permitarespirar sin enfermar y no sean políticas públicas responsables que cuiden dela gente y de su salud.

Se augura el fin de la globalización y elpapel decisivo de las tecnologías y las comunicaciones en red en este sentido.¿De qué manera incidiría esto en el cambio climático?

Hay que tener encuenta que en estos días muchísimas personas han valorado poder estar conectadascon las personas que quieren o haber podido mantener incluso la posibilidad detrabajar gracias a la tecnología de la información, y de tener dispositivoselectrónicos. Por otro lado, la enorme alegría con la que hemos aceptado lainformatización del mundo y de nuestras relaciones, pero también en algunasdecisiones complicadas como la de la vigilancia o el control, que vienen detener nuestras vidas conectadas a máquinas que manejan grandes empresas ygrandes poderes de forma tremenda. Es muy importante fijarnos en su dimensiónmaterial, es decir, la informática y las técnicas de comunicación son de todomenos inmateriales y para poder mantenerlas hace falta construir pantallas,móviles, servidores, fibra óptica, repetidores, satélites que requierenminerales de la corteza terrestre y que para funcionar necesitan unascantidades ingentes de energía. Las técnicas de comunicación no son en absolutoinmateriales y tienen también su repercusión ¿Qué quiere decir esto? Pues que,como en todo, el uso de la tecnología depende de la escala a la que se use,depende de cómo la utilicemos y si no somos conscientes de la cuestión de lalimitación, por un lado, agravamos los problemas y por otro lado nosencontraremos que el uso de estas posibilidades poco a poco irá quedando ensectores de privilegio, mientras cada vez más gente quedará fuera. Es unareflexión importante a hacer.

Ahora que tanto se habla de distopías eimaginando un futuro utópicamente posible ¿Estamos a tiempo de revertir losdestrozos que como civilización hemos hecho al planeta? Por ejemplo, con laexplotación del suelo para uso de combustibles fósiles. ¿Cuáles serían losescenarios realizables?

Siempreestamos a tiempo de repensar cómo sobrevivir en mejores condiciones. Hay partede la destrucción de la naturaleza que es irreversible porque los procesos dela vida son irreversibles. Una persona envejece y no rejuvenece; una personamuere y no vuelve a la vida. Digamos que hay una flecha del tiempo que vacambiando en todo lo vivo y hace que todos esos procesos sean irreversibles.Esto no quiere decir que no podamos acometer procesos de restauración ecológicade espacios degradados y que no podamos torcer el rumbo que sigue manteniendola destrucción. Así que, por supuesto, que siempre estamos en condiciones derepensar un mundo diferente. Y es muy importante el planteamiento de lasutopías, porque a veces se utiliza la palabra utopía como aquello que casi estáen la ciencia ficción o es inalcanzable y se emplea de un modo peyorativo. Creoque la utopía es algo inédito que todavía no se ha producido, pero que esposible y alcanzable.

Portanto, pensar cómo podrían ser los mundos futuros en un planeta con los límitessuperados y donde quepamos todas las personas es clave. Cómo podrían ser vidascotidianas que vivan con mucha menos energía, con muchos menos minerales, conmucha menos presión sobre la tierra, pero cabiendo todas las personas ygenerando vidas significativas. Cómo podría ser el ocio o nuestro sistema dealimentación, qué tipo de viviendas podríamos tener, cómo podría cuidarse la saludo cómo podría ser la educación en un mundo -insisto- con los límites superados,donde queramos o no queramos, vamos a tener que vivir con menos en lo material.A veces se presenta un mundo oscuro, un mundo violento del todo contra todos,pero coyunturas como la que ha traído la pandemia muestra que puede ser unmundo de apoyo mutuo, un mundo de colaboración, un mundo donde compartir yhacer cosas juntos. Si en esos horizontes utópicos pudiéramos colocar toda ladimensión relacional en el centro y conseguir unas relaciones significativas,nos encontraríamos con que muchísima gente valora los momentos más importantesde su vida en cuestiones que tienen que ver con relaciones sociales y no con lomaterial. En esa construcción de las utopías podemos avanzar a modelos másausteros en lo material, pero con mucho más tiempo para disfrutar de las cosasque queremos, en sociedades que están permanentemente hambrientas de tiempo. Lareflexión de esas utopías pensando en cuáles son las necesidades que hay quesatisfacer para poder tener vidas dignas y a partir de ahí, tratar de ver cómohacerlo de forma austera, nos puede conducir a una sociedad mucho más deseable.

¿Qué podemos hacer como ciudadanía de caraa los próximos meses?

Si nos vamos aocupar el futuro en algo es en la capacidad de aprender o reaprender a hacercosas en común. Más allá de las recomendaciones de corte individual, que sonbastante de intentar desplazarnos lo más sosteniblemente que podamos, viajar lomás cerca que podamos y disfrutarlo a tope o comer alimentos que vengan decerca o que sean de temporada, reducir el consumo de proteína animal, pensar enun ocio que no destruya… Todo ese tipo de cosas que han sido más trabajadas yque son de corte individual, tengo la convicción de que muchas no son posibleso no se pueden hacer bien si no las hacemos colectivamente. Los propiosmercados verdes o el capitalismo verde apuntan a estas soluciones individuales,que se apresura a resolver por la vía del mercado. Si se resuelven por la víadel mercado, muchas personas no podrán acceder a ellas, y no queremos un mundosolamente para unos pocos que pueden comprar comida ecológica carísima en unatienda o vivir en una vivienda bioclimática absolutamente cara. Lo queremoshacer colectivamente y para todo el mundo. Ya hay muchas experiencias en marchacomo las cooperativas o la economía social y solidaria, que son laboratorios deexperiencias que con voluntad política y llevados a la esfera pública, podríanampliar la escala de una forma enorme. Por tanto, ese no estar solo ni sola yestar articulado en un partido político, en un sindicato, en un grupo feministao en un colectivo ecologista, en una asociación de padres y madres o en unaasociación vecinal, para mi es clave.

Lecciones del COVID-19 aplicables a lacrisis climática

ElCOVID ha sido una especie de laboratorio para pensar muchas de estas cosas. Porun lado, ha sido un pequeño minuto de lucidez para ver la fragilidad de nuestromodelo, para darnos cuenta de que esto no es abrupto ni inesperado, sino que yavenía anunciado y no se ha hecho caso. Nos ha permitido también reconocercuáles son los trabajos esenciales y valorar el papel de las personaslimpiadoras, cuidadoras, carretilleros, transportistas, es decir, darnos cuentade que muchos de los trabajos que no se han podido dejar de hacer, son trabajoshabitualmente despreciados, mal pagados y que nadie quiere. Ha sido también unaoportunidad para darnos cuenta de lo importante que son los servicios públicosy sociocomunitarios. Lo importante que es poder ir a un médicoindependientemente de dónde seas, de si tienes papeles o no los tienes, de sitienes dinero o no lo tienes. Ha permitido ver también lo que sucede cuandoesos servicios públicos se privatizan, se fragilizan o se desmantelan. Nosencontramos con que un montón de gente tienen unas dificultades enormes. Hapermitido ver también hasta qué punto nuestras sociedades desatienden a laspersonas más vulnerables. Creo que lo que ha pasado en las residencias demayores es el tipo de cuidados que damos a las personas cuando ya no estándentro del modelo productivo y que, por tanto, no son susceptibles de generarvalor añadido o de hacer crecer la economía. Da mucha muestra de qué tipo de sociedadtenemos. Nos ha permitido también ver cómo se disminuye la polución y lasemisiones de gases invernadero o mejora la naturaleza cuando la economía frena.

Peronos ha permitido también toda esa explosión sociocomunitaria y mirandorealistamente cómo hay sectores de la población que se articulan en la líneacontraria alrededor del bulo, de la fake news, de la generación de desconfianzay de la presión extrema para que la economía vuelva a funcionar sea a consta delo que sea. Eso también existe y hemos visto dentro y fuera de nuestro país afirmacionesterribles. Como lo que está sucediendo ahora mismo en Brasil donde, aunque lascuentas oficiales no contabilizan a los muertos de las favelas, se haabandonado a la gente como pasa en muchos lugares de Estados Unidos. Vemostambién las colas del hambre en ciudades como Madrid. Esta situación nos debepermitir mirar hacia delante de una forma distinta. Desde mi punto de vista,eso no se va a conseguir sin organización y sin presión social. Podemos salirde esto. Solo hay que mirar lo que está planteando la Unión Europea y algunossectores, con la reactivación de la economía y planes de ajustes como los de2008, de tal modo que sea la gente más precaria la que pague el pato y con unacrisis social absolutamente brutal. Por eso vamos a necesitar muchaarticulación, mucha corresponsabilidad, aunque sea para mirar cara a cara loque está pasando, presionar para que el cambio vaya por otra línea einvolucrarnos en las iniciativas y en los pequeños laboratorios que ya están enmarcha.

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