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¿Las élites mundiales prefieren la autocracia?

Germán Gorraiz López
Germán Gorraiz López
Analista económico y geopolítico, colabora habitualmente en varias publicaciones digitales e impresas españolas y latinoamericanas.
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análisis

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La llamada democracia formal habría surgido un corrosivo desgaste entre las sociedades occidentales debido  a causas económicas (el imparable coste de la vida que imposibilita la inserción de la juventud en el carro productivo-consumista); culturales (el declive de las democracias formales occidentales debido a la cultura de la corrupción; el déficit democrático de EEUU y la pérdida de credibilidad democrática de incontables gobiernos de países occidentales y del Tercer Mundo) y geopolíticas (la irrupción de un nuevo escenario geopolítico mundial tras el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia).

Muchas de las elecciones democráticas de la última década han estado marcadas por acusaciones de fraude electoral (Nigeria, Ucrania, México, Bielorrusia, Honduras, Costa de Marfil, Tailandia, Pakistán y Afganistán), aislamiento internacional de los gobiernos democráticamente elegidos (Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Franja de Gaza); pseudo-elecciones para intentar edulcorar golpes de mano blandos (Honduras, Ucrania, Egipto, Paraguay y Vietnam) y aceptación por la comunidad internacional de sistemas políticos devenidos en meros gobiernos autocráticos (Israel, Rusia, Georgia, Bielorrusia y Argentina).

De todo ello se deduce que estaríamos en vísperas de la irrupción en el escenario geopolítico de la ola autocrática mundial siguiendo los dictados de las élites dominantes y  que estarán sustentados en verdaderos Estados policiales.La autocracia sería una forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado. lo que confirma el aforismo de Lord Acton «El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente». 

La autocracia sería una especie de dictadura invisible sustentada en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas y culto al líder) basadas en el control absoluto de los medios de comunicación y la censura y desprestigio social de los individuos refractarios al mensaje del líder. De ello sería paradigma el primer ministro Viktor Orbán que habría convertido a Hungría en la primera autocracia europea o «democracia no liberal», doctrina que sería el referente de todos los grupos de ideología populista ultraderechista muchos de los cuales en el horizonte de la próxima década ya habrán alcanzado el Poder.

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