Ayuso denuncia las “prácticas mafiosas” del Gobierno

La presidenta madrileña eleva el tono en la Asamblea y arremete contra el gobierno central con ataques beligerantes y sin pruebas, buscando desviar la atención de sus problemas

17 de Octubre de 2024
Actualizado el 18 de octubre
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Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, en la Asamblea
Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, en la Asamblea

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, se ha convertido en una figura habitual del enfrentamiento político. En cada intervención pública, especialmente en la Asamblea de Madrid, despliega un arsenal de ataques y acusaciones dirigidos al gobierno central, liderado por Pedro Sánchez. La última sesión no fue una excepción, y  mostró una vez más su capacidad para mezclar el victimismo con el ataque sin pruebas, utilizando un lenguaje beligerante que busca polarizar a la opinión pública.

El juego del victimismo

Durante su intervención, Ayuso no perdió la oportunidad de acusar a Sánchez y a su gobierno de "prácticas mafiosas" y de haber orquestado una campaña en su contra. Según la presidenta, el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, actúa bajo las órdenes de Moncloa en un intento de perseguirla a ella y a su entorno personal. Lo más sorprendente es que Ayuso no presenta ninguna prueba que sustente sus acusaciones, pero eso no parece importarle. Lo fundamental para ella es mantener su narrativa de que el gobierno está en su contra, buscando así desviar la atención de los verdaderos problemas que afectan a la Comunidad de Madrid.

El uso constante de un lenguaje cargado de agresividad y victimismo refleja una estrategia que busca polarizar y mantener a sus seguidores movilizados. Ayuso ha sabido aprovechar este recurso para presentarse como la eterna víctima de una supuesta persecución orquestada por Sánchez, creando un relato en el que ella y sus aliados son los únicos que se enfrentan al "gobierno estalinista" que, según su versión, domina España.

Del “gobierno estalinista” a las prácticas mafiosas

Las palabras de Ayuso en la Asamblea no son nuevas. Desde hace meses, utiliza el mismo discurso para atacar a Pedro Sánchez y a su equipo, calificándolos de "mafiosos" y acusándolos de vulnerar derechos fundamentales. En esta ocasión, la presidenta autonómica arremetió contra el fiscal general del Estado, a quien calificó de "caradura", y le acusó de utilizar la televisión pública para difamarla. La falta de pruebas y la gravedad de las acusaciones no parecen ser un problema para Ayuso, que sigue utilizando estos ataques como arma política.

Lo preocupante de esta retórica es que, lejos de presentar un debate constructivo, se centra en la descalificación personal y en crear una atmósfera de hostilidad. Al acusar al gobierno de "utilizar todos los poderes del Estado" para perseguirla, Ayuso busca sembrar dudas sobre la imparcialidad de las instituciones y, al mismo tiempo, desviar la atención de las investigaciones en curso que afectan a su pareja, Alberto González Amador, quien está siendo investigado por fraude fiscal. En lugar de abordar con transparencia las acusaciones que se dirigen hacia su entorno, Ayuso opta por atacar y desacreditar a quienes se atreven a investigar los posibles delitos.

La hipocresía de Ayuso: atacar sin pruebas y exigir respeto

Es paradójico que Ayuso, que se muestra tan agresiva a la hora de acusar sin pruebas al gobierno central y a sus adversarios políticos, exija al mismo tiempo respeto para su entorno personal. Durante su intervención, la presidenta se quejó de que se están vulnerando los derechos de "un ciudadano particular", en referencia a su pareja. Sin embargo, no tuvo reparos en atacar a la esposa de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, asegurando que "utilizó La Moncloa sin tener preparación laboral ni académica". Una vez más, Ayuso aplica un doble rasero, permitiéndose criticar sin pruebas mientras exige un trato respetuoso para los suyos.

La estrategia es clara: Ayuso busca presentarse como una figura fuerte y combativa, alguien que no se calla ante lo que ella llama "las injusticias del gobierno socialista". Sin embargo, detrás de su discurso beligerante, lo que queda en evidencia es una actitud hipócrita que instrumentaliza la política para proteger sus intereses y los de su entorno más cercano.

La ofensiva sin fin

Las continuas acusaciones de Ayuso no solo buscan proteger a su círculo cercano, sino también desviar la atención de los problemas estructurales que afectan a la Comunidad de Madrid bajo su gestión. En lugar de ofrecer soluciones o propuestas concretas, la presidenta se refugia en el ataque sistemático, generando polémica y ruido mediático para evitar que el foco se ponga en cuestiones como la crisis de la vivienda, la precariedad laboral o el colapso de la sanidad pública en Madrid.

Durante su intervención en la Asamblea, Ayuso también criticó las políticas de vivienda del gobierno central, tildándolas de "amenazas" y asegurando que en Madrid no se limitarán los precios de los alquileres. Sin embargo, no ofreció ninguna solución viable para los miles de jóvenes que no pueden acceder a una vivienda digna en la región. De nuevo, se escuda en el discurso de "la libertad" para defender la inacción de su gobierno en temas clave para la ciudadanía.

La táctica de la confrontación: una política basada en la polarización

Ayuso ha construido su imagen pública a base de confrontación y polarización. Cada vez que se siente acorralada, recurre a un discurso agresivo y sin filtros que no duda en atacar a sus rivales y descalificar a las instituciones. Esta estrategia le ha servido para movilizar a su base de seguidores, que la ven como una defensora de la libertad frente a lo que ella describe como un gobierno autoritario y represivo.

Sin embargo, este estilo político basado en el conflicto constante no solo polariza a la sociedad, sino que también impide avanzar en los debates necesarios para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Ayuso se ha especializado en utilizar temas sensibles para desviar la atención de su gestión y evitar que se cuestionen las carencias de su gobierno en temas clave como la vivienda, la sanidad y la educación.

La irresponsabilidad de un discurso sin pruebas

Las palabras de Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid, lejos de aportar algo constructivo, demuestran una vez más su intención de utilizar el conflicto y la confrontación como única arma política. Su agresividad y falta de pruebas en sus acusaciones reflejan una actitud irresponsable que busca, ante todo, generar polémica y victimismo para proteger sus propios intereses y desviar la atención de los problemas reales que enfrenta la Comunidad de Madrid.

Mientras siga utilizando esta estrategia, Ayuso no solo estará perpetuando una política de enfrentamiento, sino que estará renunciando a su responsabilidad como presidenta para trabajar en soluciones reales que beneficien a los madrileños. Su discurso, cargado de hipocresía y ataques sin fundamento, no hace más que demostrar la incapacidad de una líder que, en lugar de gobernar, prefiere enfrentarse a enemigos imaginarios para mantener su popularidad a costa del bienestar de la ciudadanía.

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