El exministro José Luis Escrivá está en boca de todos tras su nombramiento como gobernador del Banco de España. Todos los analistas y tertulianos se deshacen en elogios hacia el hombre que reformó las pensiones en España e incluso el presidente del Gobierno lo ensalzó ayer poniéndolo por las nubes. Su designación ha desatado críticas a derecha (el PP acusa a la Moncloa de querer colonizar las instituciones) y a izquierda (Podemos la tacha de poco higiénica en términos democráticos), mayormente porque la operación echa un tufo a puerta giratoria que tira para atrás.
Pero más allá de la conveniencia de que un exministro pase a dirigir el ente bancario (una boutade de Sánchez, que con su instinto provocador se ha puesto a la contra, una vez más, a media España), cabe preguntarse si Escrivá es ese hombre brillante que todos dicen. Y ahí basta con recordar que nos encontramos ante el dirigente que quiso elevar la edad de jubilación de los trabajadores para concluir que estamos ante un liberal encubierto, ante un lobo con piel de cordero, ante un socialista de baja intensidad. Fedea calcula que en los años en que Escrivá fue ministro de Seguridad Social sus medidas para, supuestamente garantizar la caja de las pensiones, no fueron demasiado efectivas. Según este organismo, conocido por sus prestigiosos informes económicos, retrasar la edad de jubilación supuso para nuestro país un ahorro “muy por debajo” de lo que estimó el Gobierno.
Según informaba Público el pasado mes de junio, las recetas restrictivas para los derechos de los trabajadores de este político que siempre ha ido de independiente no son tan valoradas por los economistas de Fedea como por el establishment periodístico presuntamente progresista. Los economistas de Fedea creen que las medidas que diseñó el exministro de Seguridad Social consiguen disuadir las jubilaciones anticipadas y también fomentan que los trabajadores demoren la fecha de su retiro. Pero, aun así, “esto no sería suficiente para lograr una reducción notable del gasto en pensiones como la que pretende el Gobierno”, según sus cálculos. Así, en los dos primeros años de aplicación, se produjo un aumento de la edad efectiva de jubilación, que pasó de los 64,7 años a cierre de 2021 a elevarse a 65,1 años en 2024.
En concreto, los autores del informe estimaron que el ahorro que se conseguiría oscilaría entre la nada y 0,22 puntos de PIB hasta 2050. “Una cifra muy alejada de las previsiones del Gobierno, que cifró el ahorro de los incentivos a la jubilación demorada en 1,4 puntos de PIB. La estimación también queda lejos de los 0,8 puntos de PIB de ahorro que proyecta la Airef”.
El Gobierno introdujo dos grandes medidas en la anterior reforma de las pensiones para lograr que los trabajadores se jubilen más tarde. Por un lado, el exministro Escrivá cambió el sistema de penalizaciones para quienes anticipan su jubilación, para endurecerlo en algunos casos y relajarlo en otros. Pero la medida más importante fue un aumento de los incentivos para retrasar la jubilación. Más concretamente, el Ejecutivo introdujo una bonificación del 4 por ciento en la pensión por cada año que se retrasa el retiro, con la posibilidad de sustituir este porcentaje por una cantidad fija a cobrar de una sola vez.
Ahora hemos sabido que esas medidas, además de ineficaces, porque la caja de las pensiones sigue estando en riesgo, son perniciosas para la salud, ya que según otro informe de Fedea retrasar la edad de jubilación a partir de los cincuenta años puede acortar la esperanza de vida. ¿Cómo reaccionaron los sindicatos ante aquellos graves recortes a los derechos conquistados? Lo que en Francia hubiese sido, sin duda, motivo para una gran huelga general, un huelgón de padre y muy señor mío, aquí apenas inquietó a las organizaciones sindicales y la opinión pública tragó con el atropello como si nada.
“Los expertos de Fedea estiman que el porcentaje de personas que anticipa su jubilación voluntariamente se redujo del 26,8% en 2021 al 24% en 2022, cuando el incentivo ya estaba en marcha. Sin embargo, la pensión media ha aumentado como consecuencia de ello”, añadió Público. “En todo caso, hay que tener en cuenta que las previsiones son inciertas y complejas, al tratarse de un escenario a 25 años vista. Los grandes analistas no se ponen de acuerdo siquiera en si demorar la jubilación aumentará o reducirá el gasto en pensiones. Y tampoco en el efecto que podría tener en el crecimiento económico mantener a los trabajadores en el mercado laboral durante más tiempo”. Es decir, el gran hombre de las pensiones, el supuesto socialista salvador de nuestro modelo de jubilación y de Estado de bienestar, no hizo tanto como estos días le destacan los titulares de esos medios totalmente entregados al sanchismo. Ahora tratan de convencernos de que el gran genio, mago o talento viene puesto a dedo por Moncloa para intervenir el Banco de España (para alinear la política monetaria con la fiscal del Gobierno) cuando en realidad no hay nada de eso, ya que es un liberal convencido (de hecho, viene del mundo de la banca privada, donde hizo sus primeros pinitos, con eso está dicho todo). Alguien que puso a trabajar a la clase obrera durante más tiempo sin garantizar el mantenimiento del sistema. Tiene buena prensa, pero poco de socialista. Eso sí, goza de la plena confianza del jefe, que es lo que cuenta.