El crecimiento del empleo en España ha sido uno de los puntos más destacados en los últimos años. Sin embargo, tras las cifras récord de afiliados a la Seguridad Social y una tasa de paro en mínimos históricos, se esconde una realidad menos alentadora: casi tres millones de personas trabajadoras en España se encuentran en situación de pobreza laboral. Un reciente informe de Oxfam Intermón, titulado "Pobreza laboral: cuando trabajar no es suficiente para llegar a fin de mes", revela que el 13,7 % de la población ocupada vive por debajo del umbral de pobreza, una cifra que se duplica entre las personas migrantes, alcanzando el 29,5 %.
La paradoja del crecimiento y la precariedad
Resulta contradictorio que, en un país donde se celebran los avances en empleo y se registran mejoras en el salario mínimo interprofesional, todavía existan casi tres millones de personas que, a pesar de tener un trabajo, no logran salir de la pobreza. La situación es aún más grave en sectores como la agricultura y el trabajo del hogar, donde casi el 30 % de las personas trabajadoras están en esta condición. La hostelería y la construcción también son sectores afectados, con tasas de pobreza laboral que superan el 20 %.
Alejandro García-Gil, responsable de políticas de protección social y empleo de Oxfam Intermón, afirma que “nos encontramos ante una desconcertante paradoja: hay muchas personas que se esfuerzan cada mañana en ir a trabajar y, sin embargo, esto ya no les garantiza salir de la pobreza”. Esta situación se agrava cuando se considera que muchos de los empleos generados son de baja calidad, con jornadas parciales no deseadas y una alta dependencia del autoempleo, que condena a una de cada cuatro personas en estas modalidades a la pobreza.
Desigualdades territoriales y sociales
El informe de Oxfam Intermón señala que la pobreza laboral no solo depende del sector de trabajo, sino que también varía significativamente según la región y el perfil demográfico. Andalucía lidera negativamente con una tasa del 19,4 %, seguida por Extremadura (17,2 %) y Castilla-La Mancha (15,4 %). Estas cifras reflejan las desigualdades territoriales en un país donde el sur y el Levante concentran gran parte de los empleos precarios, vinculados a sectores con alta estacionalidad y baja remuneración.
Por otro lado, la pobreza laboral afecta de manera desproporcionada a las personas migrantes, en particular a aquellas nacidas fuera de la Unión Europea, con una tasa de casi el 30 %. Este dato pone de manifiesto la discriminación estructural que persiste en el mercado laboral español, donde las personas extranjeras son más propensas a empleos mal remunerados y con peores condiciones laborales.
La trampa de la vivienda y el coste de vida
Un factor determinante que agrava la pobreza laboral es el coste de la vivienda y los servicios básicos. Según el informe, los hogares en situación de pobreza laboral destinan entre el 67 % y el 79 % de sus ingresos al pago de la vivienda, dejando poco margen para otros gastos esenciales como la alimentación, la salud o el ocio. Esto se traduce en un círculo vicioso: a pesar de tener empleo, muchas personas trabajadoras se ven obligadas a vivir en la precariedad, sin posibilidad de mejorar su situación económica.
En el caso de las familias numerosas y los hogares monoparentales, la situación es aún más crítica. El 40 % de las familias con tres o más hijos y el 30 % de los hogares monoparentales se encuentran en pobreza laboral. La mayoría de estos hogares están encabezados por mujeres, lo que demuestra que la pobreza laboral también tiene una dimensión de género.
La pobreza laboral y su impacto emocional
Más allá de las consecuencias económicas, la pobreza laboral deja una huella emocional profunda en quienes la sufren. Las personas en esta situación se enfrentan a un estado constante de incertidumbre y estrés, ya que sus salarios apenas les permiten cubrir los gastos básicos. El informe de Oxfam Intermón destaca que más del 55 % de los hogares en pobreza laboral han tenido que renunciar a tratamientos médicos esenciales como la atención dental o el seguimiento psicológico debido a la falta de recursos.
García-Gil subraya que la pobreza laboral "impacta fuertemente en la salud mental de las personas trabajadoras, que se ven obligadas a vivir para trabajar y no a trabajar para vivir. Tienen que dedicar íntegramente sus sueldos a gastos básicos, renunciando a cualquier forma de ocio y disfrute del tiempo libre".
Un cambio estructural para romper el ciclo de la pobreza
La solución no es tan simple como aumentar las cifras de empleo, sino mejorar la calidad de los trabajos disponibles. Oxfam Intermón propone medidas urgentes, como la reforma del sistema de prestaciones y una mayor protección social para los colectivos más vulnerables. Además, insiste en la necesidad de una política de vivienda que asegure alquileres asequibles y en la importancia de mejorar las condiciones laborales en sectores clave.
El informe concluye que, si bien el crecimiento económico y la creación de empleo son esenciales, estos deben ir acompañados de condiciones laborales dignas. “Para muchos hogares, un salario no es suficiente si no viene acompañado de derechos laborales, acceso a una vivienda digna y un sistema de protección social robusto que permita salir adelante”, señala García-Gil.
En definitiva, mientras las cifras de empleo sigan ocultando la precariedad estructural y no se tomen medidas para garantizar que tener un trabajo signifique salir de la pobreza, la situación de millones de personas en España continuará siendo insostenible.