«El pueblo no debería temer a sus gobernantes, son los gobernantes los que deberían de temer al pueblo» (V).
El 14 de abril de 1931 el pueblo español dio una lección al mundo entero: se producía un cambio de régimen sin violencia y a través de un proceso democrático. En las elecciones municipales de ese año la ciudadanía votó mayoritariamente a las formaciones políticas republicanas y Alfonso de Borbón se marchaba del país por miedo al pueblo.
¿De dónde venía el miedo de Alfonso XIII a los españoles y españolas? Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera creció en España el republicanismo y se acusó a Alfonso XIII de ser el máximo responsable de aquélla y del Desastre de Annual. Los partidos republicanos se unieron en el Pacto de San Sebastián y se produjeron diferentes pronunciamientos militares en favor de la República, principalmente el liderado por los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández en Jaca y que terminó con el fusilamiento de ambos oficiales tras un consejo de guerra. En febrero de 1931 el gobierno de Juan Bautista Aznar convocó elecciones municipales para el día 12 de abril. Los resultados fueron tan abrumadores para las candidaturas republicanas que Alfonso XIII huyó del país renunciando a la Jefatura del Estado pero sin abdicar: «No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa».
Han pasado 90 años y la situación no ha cambiado mucho en este sentido. Tanto la Monarquía como los partidos políticos de la Transición (PSOE, PP y Vox) están frenando las reformas constitucionales necesarias para terminar con el proceso que se inició tras la muerte del dictador Francisco Franco. A día de hoy, España no es una democracia plena a causa de la negación al pueblo de la posibilidad de votar para que elija libremente el modelo de Estado que quiere y le conceda a la Jefatura del Estado la legitimidad democrática de la que ahora carece.
La lección democrática de 1931 no ha sido olvidada por los Borbones y, por esa razón, han impedido de un modo u otro que la ciudadanía se pronuncie al respecto, siempre, evidentemente, con el apoyo de la derecha, de la ultraderecha y, sorprendentemente, de un partido de raíz republicana que se ha vuelto monárquico siendo absolutamente desleal a sus esencias ideológicas.
Tras el 14 de abril de 1931, tras 5 años de República y 40 de dictadura franquista, la dinastía no estaba dispuesta a renunciar a lo que las familias reales creen que es suyo por derecho divino: el poder.
José Bono, exdirigente socialista, narra en su libro Se levanta la sesión. ¿Quién manda de verdad? una conversación mantenida con Juan Carlos de Borbón en la que el ex ministro le indicó que sería necesario iniciar una reforma constitucional para eliminar la ley sálica que impide que Leonor de Borbón, a pesar de ser la primogénita, sea la primera en la línea de sucesión. Ante esta propuesta totalmente lógica, al actual rey emérito no se lo pareció porque se podría «abrir el melón» de la República.
Algo que podría ser anecdótico es la demostración de que los Borbones no están dispuestos a dar su voz al pueblo para que puedan decidir en libertad qué tipo de democracia quiere.
Hay un hecho muy importante que demuestra cómo la Monarquía ha sido mantenida donde está por los representantes del pueblo: los españoles no son monárquicos, más bien fueron juancarlistas. Lo que los españoles no supieron hasta hace poco tiempo es cómo fueron utilizados por quienes pretendían mantener la voluntad de Franco respecto a quien debía sucederle en la Jefatura de Estado.
En primer lugar, Adolfo Suárez reconoció en una entrevista cómo había manipulado las cosas en el referéndum para la reforma política de diciembre de 1976. En concreto, el expresidente dijo que «cuando la mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros me pedían un referéndum sobre monarquía o república, hacíamos encuestas y perdíamos». Para evitar dar la voz al pueblo español incluyeron la palabra rey y monarquía en la Ley de Reforma Política y así justificaron que ya se había hecho un referéndum, algo que, como se ve, no fue así.
En segundo término, para terminar de culminar la manipulación, no dieron la oportunidad de que los y las ciudadanas españolas pudieran elegir el modelo de Estado en el referéndum de 1978 sobre la Constitución. Esto fue un trágala en toda regla porque se metió en el paquete de la Carta Magna también a la Monarquía.
Estas dos consultas son las que utilizan PSOE, PP y Vox para defender lapermanencia borbónica en la Jefatura de Estado. Un argumento que, por cierto, es falso porque en ningún momento el pueblo español ha tenido la oportunidad de decidir libremente sobre la permanencia del modelo monárquico y la instauración de la República.
Felipe VI, actual Jefe del Estado, ya demostró su arrogancia en este asunto cuando le faltaron los argumentos en una conversación con una ciudadana republicana. Recordemos esa conversación:
- Ciudadana: Puede proponer un referéndum sobre monarquía o república o abdicar. No es ninguna irresponsabilidad preguntar a la ciudadanía lo que quiere.
- Felipe VI: Abdicar sería una irresponsabilidad política
- Miembro de la comitiva real: ¿Ése es el único problema que tienes en tu vida?
- Ciudadana: No, sencillamente quiero dejar de ser súbdita para ser ciudadana
- Felipe VI: Ya tienes tu minuto de gloria. Lo has conseguido porque esto no llega a ningún lado.
La soberbia transmitida en ese comentario despectivo hacia una ciudadana no es más que el reflejo del miedo que tienen los Borbones a su propio pueblo, algo que, históricamente, es congénito a las monarquías.
Llegará el momento, más pronto que tarde, en que los representantes elegidos de verdad por el pueblo cierren una de las heridas más sangrientas de nuestra democracia y den a la ciudadanía la palabra para legitimar la Jefatura del Estado, algo que, a día de hoy, no lo está.