La toma de posesión de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México marca un hito en la historia política del país. Su ascenso al poder no solo rompe techos de cristal, sino que también revela conexiones profundas con España, que van más allá de lo meramente simbólico. En una notable paradoja, la presidenta que ha sido acusada por algunos sectores de tener una postura "antiespañola" posee fuertes lazos con el país europeo a través de su exmarido, sus hijos y su propia biografía. De hecho, sus dos hijos, Rodrigo y Mariana, tienen la nacionalidad española gracias a la Ley de Memoria Histórica del Rodríguez Zapatero, un dato que añade una capa adicional de complejidad a su figura.
Una paradoja internacional: el rechazo al rey de España y los vínculos familiares
Uno de los elementos que ha generado UNA polémica internacional fue la decisión del nuevo gobierno mexicano de no invitar al rey Felipe VI a la ceremonia de investidura. La medida fue interpretada por algunos sectores en España como una afrenta directa, intensificando una tensión que ya venía fraguándose desde que el exmandatario, Andrés Manuel López Obrador, exigiera una disculpa por los crímenes cometidos durante la conquista de América. No obstante, detrás de este gesto diplomático, subyace una ironía que muchos no logran conciliar: los hijos de Claudia Sheinbaum son ciudadanos españoles. Este vínculo legal y emocional con España desafía la narrativa que intenta ubicar a Sheinbaum en una supuesta postura antiespañola.
Rodrigo Imaz Alarcón, el hijo mayor de Sheinbaum, y Mariana Imaz Sheinbaum, fruto de su relación con Carlos Imaz Gispert, adquirieron la nacionalidad española amparados en la Ley de Memoria Histórica. Esta legislación, promovida por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, permitió a los descendientes de exiliados republicanos optar por la nacionalidad española. Así, los hijos de la presidenta mexicana no solo poseen una profunda conexión sentimental con el país, sino que son también ciudadanos de pleno derecho.
Una presidenta con raíces en el exilio republicano español
La historia de la familia Sheinbaum está íntimamente ligada a la España republicana, lo que añade otra capa de complejidad a su biografía política. Los padres de Claudia Sheinbaum, quienes participaron activamente en movimientos de izquierda en México, crecieron en un entorno fuertemente influenciado por el exilio republicano español. México, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, acogió a miles de republicanos que huían de la dictadura franquista, convirtiéndose en un refugio clave para aquellos que luchaban por mantener viva la llama de la España republicana.
Sheinbaum creció en este ambiente y asistió a la escuela Bartolomé Cossío, fundada por maestros republicanos españoles. Allí, la futura presidenta se impregnó de los valores republicanos y antiautoritarios que marcarían su educación y su vida política. Estas influencias son evidentes en su discurso y en su postura frente a temas de justicia social, derechos humanos y participación ciudadana.
El peso de España en su trayectoria personal y política
El vínculo de Sheinbaum con España no se limita solo a sus hijos o a su educación. Durante su primer matrimonio con Carlos Imaz Gispert, un exdirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la presidenta consolidó sus lazos con una familia profundamente arraigada en la historia del exilio republicano español. Los padres de Imaz huyeron de la represión franquista y encontraron en México un nuevo hogar, como tantos otros exiliados.
Incluso en su formación académica y política, Sheinbaum recurrió a España. Tras ganar las elecciones para la jefatura de gobierno de Ciudad de México en 2018, viajó a Barcelona para conocer de primera mano las políticas urbanas más innovadoras. Esta estancia fue posible gracias a la colaboración del gobierno de Ada Colau, una aliada cercana, y de Gerardo Pisarello, entonces teniente de alcalde, quienes se convirtieron en mentores clave para la líder mexicana. Curiosamente, Pisarello fue uno de los pocos invitados españoles que asistió a su toma de posesión.
Un futuro marcado por la continuidad y el desafío
Claudia Sheinbaum ha prometido seguir el camino trazado por López Obrador, continuando con el llamado "humanismo mexicano", que prioriza el bienestar de las clases trabajadoras y la lucha contra la corrupción. En su primer discurso como presidenta, se comprometió a mantener las libertades fundamentales, garantizar el respeto a los derechos humanos y asegurar un clima de inversión seguro tanto para empresarios nacionales como extranjeros.
En el ámbito internacional, reafirmó la política de no intervención de México y su compromiso con la autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, las tensiones con España, exacerbadas por la ausencia del rey en la ceremonia, sugieren que la relación entre ambos países podría ser más compleja durante su mandato.
Una presidenta que une dos mundos
Claudia Sheinbaum, la primera mujer en ocupar la presidencia de México, no solo representa un cambio en la política mexicana, sino que encarna una confluencia de culturas e historias. Sus vínculos personales y familiares con España, lejos de ser un simple detalle anecdótico, revelan una conexión profunda que desafía las percepciones superficiales de antagonismo. Mientras se abre un nuevo capítulo en la historia, su figura se perfila como un puente entre dos mundos, ambos marcados por luchas históricas que aún resuenan en el presente.