A pesar de que ayer ya se celebraron algunos actos, el 41 Congreso del PSOE se inicia oficialmente hoy y lo ha hecho como no podía ser de otra forma de lo que realmente se pretende en este evento: la exaltación máxima de su líder supremo.
Con el himno del PSOE de fondo, entraron en el salón de actos José Luis Rodríguez Zapatero, quien ayer no dudó en afirmar que "en el PSOE, la lealtad por toda regla" (lealtad como sometimiento, evidentemente), Santos Cerdán y María Jesús Montero. Besos, abrazos, selfies y la siempre exagerada gestualidad de la ministra de Hacienda.
Sin embargo, la apoteosis llegó con el cambio de música. El himno del PSOE se silenció, como se ha silenciado desde el año 2014 el espíritu de un partido de 145 años de vida y que, como dijo Alfonso Guerra, «no lo conoce ni la madre que lo parió».
El himno del PSOE dio paso a «Starlight» de Muse y a la aparición de la representación de dios en la tierra: Pedro Sánchez. No dijo nada, pero hubo mucha simbología en un «paseíllo» controlado por media decena de guardaespaldas.
Sánchez dio muchas manos, le dieron muchos besos, y, sobre todo, se hizo muchos selfies, como enviando un mensaje a la Audiencia Nacional y a Víctor de Aldama: ¿veis?, cuando tengo un acto me hago fotos con mucha gente y no miro con quién lo hago.
Mientras Sánchez disfrutaba del cariño que sólo encuentra en su partido, porque en la calle eso no lo puede hacer, la voz del speaker se antepuso a la de Matt Bellamy para anunciar la entrada de Pedro Sánchez como si fuera Ilia Topuria.
La misma canción de Muse es simbólica. En su letra se dicen cosas como «Muy lejos / Esta nave me ha llevado lejos / Lejos de los recuerdos / De las personas que se preocupan si vivo o muero / Luz de las estrellas / Perseguiré una luz de estrellas / Hasta el final de mi vida / Ya no sé si vale la pena».
Mucho contenido, mucha exaltación, mucha emoción como los discípulos a los que se les apareció Jesús tras su resurrección. Todo muy divino, todo muy espectacular, todo para dar la imagen de que Pedro Sánchez es el salvador universal. Ninguna autocrítica, ninguna responsabilidad. Sólo exaltación del líder supremo.