Cuando Barcelona dijo basta: La huelga de alquileres que sacudió a los caseros en 1931

En medio de la precariedad y los desahucios, miles de familias en Barcelona se organizaron para detener el pago del alquiler, enfrentándose a la represión de la República y la Generalitat

16 de Octubre de 2024
Actualizado el 17 de octubre
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Familia obrera en un piso de Barcelona 1920 1938 Gabriel Casas i Galobardes

La historia de Barcelona está marcada por la lucha de sus habitantes contra la opresión, y uno de los episodios más relevantes y a menudo olvidados fue la huelga de alquileres de 1931. En un contexto de crisis económica y escasez de vivienda, miles de inquilinos, apoyados por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), decidieron dejar de pagar el alquiler. Lo que comenzó como una acción local en barrios como la Barceloneta, rápidamente se convirtió en un movimiento masivo que sacudió los cimientos del poder económico y político en la ciudad.

El origen de la protesta

La Barcelona de 1931 vivía una situación desesperada. La Exposición Internacional de 1929, que prometía prosperidad y desarrollo, había dejado a la ciudad sumida en una crisis económica profunda. El sector de la construcción, uno de los motores económicos, se paralizó, y miles de inmigrantes que habían llegado a la ciudad en busca de empleo se encontraron sin trabajo y sin medios para pagar un alquiler cada vez más elevado. Familias enteras se veían obligadas a compartir habitaciones en condiciones insalubres, mientras los desahucios se multiplicaban.

La ausencia de un estado del bienestar que ofreciera protección a estas familias agravaba aún más la situación. La precariedad era extrema, y los inquilinos comenzaron a organizarse para detener los desahucios y exigir una reducción en el precio de los alquileres, que para muchos representaba más del 40% de su salario. Fue en este clima de desesperación y lucha por la supervivencia que surgió el Comité de Defensa Económica del Sindicato de la Construcción de la CNT, el principal impulsor de la huelga de alquileres.

Familia comiendo en el exterior de una barraca cerca de la calle Marina 1929 1935 Josep Maria Sagarra i Plana
Familia comiendo en el exterior de una barraca cerca de la calle Marina 1929 1935 Josep Maria Sagarra i Plana

La huelga se extiende

El 1 de abril de 1931, la huelga comenzó en la Barceloneta, un barrio portuario y obrero donde las condiciones de vida eran especialmente duras. Pronto, la protesta se extendió a otros barrios como Sants, El Clot, Poblenou, y a las localidades cercanas de L'Hospitalet y Santa Coloma de Gramenet. Miles de familias dejaron de pagar el alquiler y exigieron a los propietarios una reducción del 40% en las rentas. La huelga, que duró hasta diciembre de ese año, movilizó a entre 45.000 y 100.000 inquilinos, según diferentes fuentes.

El papel de las mujeres fue fundamental en esta lucha. Como gestoras del hogar y administradoras de los escasos recursos familiares, muchas de ellas se convirtieron en las principales protagonistas de la huelga, organizando asambleas y coordinando la resistencia contra los desahucios. Su implicación fue clave para mantener la cohesión del movimiento y para asegurar que los inquilinos permanecieran firmes en su negativa a pagar.

La respuesta violenta de las autoridades

A medida que la huelga ganaba fuerza, la reacción de las autoridades no se hizo esperar. El gobernador civil de Barcelona, Oriol Anguera de Sojo, y la Cámara de la Propiedad, encabezada por el empresario Juan Pich i Pon, orquestaron una dura represión para sofocar la protesta. La Guardia de Asalto, encargada de ejecutar los desahucios, utilizó tácticas brutales para evitar que los vecinos reinstalaran a las familias desalojadas. En muchos casos, los muebles eran arrojados por las ventanas para impedir que pudieran ser recuperados.

Detenidos por la huelga de alquileres en Barcelona septiembre de 1931
Detenidos por la huelga de alquileres en Barcelona septiembre de 1931

Además de los desahucios, las detenciones se multiplicaron. Cientos de inquilinos fueron arrestados y encarcelados en condiciones deplorables. En algunos casos, los detenidos fueron enviados a barcos que se habían habilitado como prisiones flotantes, lo que agravó aún más la sensación de injusticia y represión. A pesar de todo, la huelga continuó, y la represión solo sirvió para aumentar la solidaridad entre los huelguistas.

Una victoria moral para los inquilinos

A pesar de la brutal represión, la huelga de alquileres de 1931 no fue un fracaso. Aunque no se lograron todas las demandas de los inquilinos, la acción colectiva tuvo un impacto significativo. En muchos casos, los propietarios se vieron obligados a negociar rebajas en los alquileres, y miles de familias pudieron aliviar su situación económica al dejar de pagar durante varios meses. Además, la huelga sirvió para visibilizar la crisis de la vivienda y para plantear la necesidad de una reforma en el sistema de alquileres.

La huelga también dejó un legado de resistencia y organización comunitaria que inspiraría futuras luchas. El movimiento vecinal de Barcelona, que ha sido una de las principales fuerzas de cambio social en la ciudad, tiene en la huelga de 1931 uno de sus precedentes más importantes. La solidaridad y el apoyo mutuo que se generaron entre los inquilinos marcaron un antes y un después en la forma en que la clase trabajadora de Barcelona enfrentaba las injusticias sociales.

Familia sin techo viviendo entre basura de una calle de Barcelona 1931 Gabriel Casas i Galobardes
Familia sin techo viviendo entre basura de una calle de Barcelona 1931 Gabriel Casas i Galobardes

Un episodio relevante para el presente

La huelga de alquileres de 1931 en Barcelona no solo es un capítulo olvidado de la historia de la ciudad, sino también una lección para el presente. En la actualidad, la crisis de la vivienda vuelve a ser uno de los problemas más graves en muchas ciudades, tanto en España como en otros países. Los precios desorbitados de los alquileres y la especulación inmobiliaria están empujando a miles de personas a situaciones de precariedad similar a la vivida en los años 30.

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