La demanda del rey emérito contra Corinna y su abogado es un suicidio político

Los dos personajes estuvieron vinculados a Juan Carlos I en el pasado y conocen secretos personales y de Estado que afectan a la seguridad nacional

10 de Abril de 2025
Actualizado a las 10:51h
Guardar
El rey emérito en una imagen de archivo.
El rey emérito en una imagen de archivo.

El rey Juan Carlos I ha emprendido acciones legales contra Corinna Larsen, la que fuera su amante durante diez años, además de contra su abogado, Dante Canónica. De esta manera, el emérito prosigue con su nueva estrategia defensiva, ir contra gente a la que tiene en una especie de lista negra y a la que pretende ajustar cuentas pendientes en los tribunales. El primer objetivo del emérito fue, hace solo unos días, el expresidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla, a quien ha demandado por llamarlo “evasor fiscal”. Pero por lo visto hay más posibles damnificados por el cabreo del monarca, que cree estar siendo injustamente tratado en sus últimos días en el exilio dorado de Abu Dabi. Hay rencor en Juan Carlos y lo demuestra intentando dar escarmientos en los juzgados. En realidad, no hay más culpable que él de su penosa situación. Culpable por haber mentido al pueblo; culpable por haber escamoteado dinero a Hacienda; culpable de no haber sido transparente con su fortuna personal (Forbes le calcula un imperio que no puede haber salido de su sueldo oficial como jefe del Estado). Pudo haber pasado a la historia como un héroe y va camino de pasar como un villano.

Juan Carlos I se ha embarcado en una descabellada ofensiva para defender su reputación que considera dañada. Convencido de que ha quedado desprotegido frente a las declaraciones de personajes públicos y noticias sobre su incremento patrimonial aparecidas en medios de comunicación, ha dado el paso al frente para mostrar su lado más duro. Se dice que se siente solo, abandonado por su familia y por su pueblo, y que se ha rodeado de una camarilla formada por Grandes de España, gente que le ríe las gracias y hace las veces de palmeros, como en los peores tiempos de los cortesanos borbónicos. Justo lo que su fiel consejero Sabino le dijo en su día que no debía hacer nunca. Ahora bien, cabe preguntarse si esta estrategia kamikaze de defensa le beneficia o le perjudica (se desconoce quién lo está asesorando hoy por hoy, aunque se habla de que ha contratado los servicios del abogado del novio de Isabel Díaz Ayuso, investigado por delitos fiscales). Pero la respuesta parece ser que más bien le ocasiona un daño a su figura, personal e histórica, irreparable. Tanto es así que, hasta su hijo, Felipe VI, se ha desmarcado de las andanzas judiciales del padre.

Denunciar a Corinna Larsen y al abogado Dante Canónica no parece un buen negocio. En buena medida porque enemistarse con personajes con los que el emérito mantuvo una estrecha relación en el pasado no puede conducir a nada bueno. Tanto ella como el letrado saben demasiadas cosas sobre el patriarca de la Transición. Cosas personales, cosas políticas, cosas profesionales, quizá secretos de Estado que pueden poner en peligro la seguridad nacional. Así, en 2020 Canónica declaró al fiscal suizo Yves Bertossa, que investigó las cuentas del rey emérito, que el emérito le encargó en Zarzuela “crear una estructura” para transferir una “importante donación” que iba a recibir del rey de Arabia Saudí, aunque negó que se tratase de una estructura opaca, informa TVE.

Así lo reveló el diario El Español, que tuvo acceso a la declaración de Dante Canónica del 24 de agosto de 2018 ante el fiscal de Ginebra, quien sospechó que el rey emérito “ocultó cerca de 100 millones de dólares en Suiza” que podrían proceder del pago de comisiones por la adjudicación del AVE a la Meca (Arabia Saudí) en 2011.

Canónica aseguró que la Fundación Lucum, con la que se canalizó esa donación, se creó en la residencia oficial del rey Juan Carlos y relató asimismo los viajes que el gestor de cuentas en Suiza Arturo Fasana, también investigado por estos hechos, hizo a Washington y a Basilea después de que el monarca les facilitara “las coordenadas” del entonces embajador saudí en Estados Unidos, Adel Al-Jubeir, que iba a intermediar en la transferencia de los 100 millones de dólares.

El abogado dijo que conoció a Juan Carlos I a finales de 2007 o principios de 2008 “con Arturo Fasana en el Palacio de la Zarzuela”, y que después se reunió varias veces más con él, según consta en el acta de su declaración a la que ha tenido acceso El Español. En esa primera ocasión, según su relato, el monarca les explicó a Fasana y a él que su amigo, el rey Abdalá de Arabia Saudí (fallecido en 2015), quería hacerle una importante donación. “Le pregunté cuánto dinero. Me respondió que no lo sabía”, expuso el abogado, quien señaló que le dijo al rey que era importante saber la cantidad y que también era importante crear una estructura totalmente transparente, “es decir, que Juan Carlos I apareciera como beneficiario efectivo”.

También advirtieron de que no abrirían una cuenta bancaria hasta tener la confirmación del embajador Al-Jubeir de que “era realmente una donación”. Este finalmente confirmó que se trataba de “un pure gift (puro regalo) que ascendería a varias decenas de millones” y unos días después llegaron los fondos. Fue entonces cuando descubrieron la cantidad exacta de la donación. Los abogados llamaron a Juan Carlos I, que se quedó atónito al saber la cantidad que se había pagado. Pronunció una frase como “¡Oh Dios mío! Han sido muy generosos”.

En 2012, el rey emérito decidió cerrar la cuenta de la fundación y transferir los fondos a su amiga Corinna Larsen porque, según Canónica, “no se sentía cómodo con la cuenta en un banco suizo”. “Nos hizo entender que la cuenta de Juan Carlos l presentaba un riesgo reputacional” para la entidad.

La denuncia del emérito contra la examante y el abogado es una bomba de relojería. Puede abrirse la caja de los truenos y nadie sabe lo que puede salir de ahí. De hecho, los republicanos ya se frotan las manos. “Que siga denunciando a gente, que siga dejando cadáveres por el camino”, asegura un político de la izquierda real. Fraudes a Hacienda, comisiones, regalos, millones de dólares en dinero negro… Juan Carlos debería haber reflexionado algo mejor su siguiente paso en los tribunales. Porque quizá a partir de ahora se abra una peligrosa espita que estaba cerrada. Una espita con mucha más información sobre su fortuna de la que hasta el momento conocían los españoles. 

Lo + leído