Todo el mundo estaba esperando la reacción de Isabel Díaz Ayuso al pacto entre Sánchez y ERC sobre la soberanía fiscal de Cataluña y la cesión del 100% de la recaudación tributaria en ese territorio español. La presidenta de la Comunidad de Madrid al fin ha hablado y no ha defraudado.
Su discurso está lleno de argumentos plagados de razón. Sin embargo, la excesiva verborrea trumpista de Ayuso hace que la verdad se pierda en lo grotesco. El jefe de gabinete de la presidenta madrileña debería aconsejarla que hay momentos en los que ser dura y otros en los que el pragmatismo dialéctico es más efectivo que la hipérbole.
Ayuso tiene razón cuando se refiere al pacto para la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat como «secesión fiscal». «No buscan lo mejor para Cataluña, sino lo peor para Madrid. Iremos a todos los tribunales, a todos los organismos que sean posibles, pero no por una cuestión de dinero, no nos quedemos en el dinero. Es una cuestión de que se va España entera por el sumidero, se va la España que conocemos a un proyecto desconocido que no estaba en ningún programa electoral, un programa oculto, no conozco a una nación que yendo por ese camino le haya ido bien», ha dicho Ayuso.
Y tiene razón. Las traiciones de Pedro Sánchez ya son lo habitual y el hecho de que esté gobernando en base a acuerdos que no estaban incluidos ni en su programa electoral ni en los documentos fundamentales del PSOE hacen que su actuación no se diferencie mucho de lo que sucede en países autocráticos que aprovechan la democracia para luego hacer o deshacer en función de los intereses del líder.
«Esta es una inversión de la verdad y esto es una hoja de ruta en dos sentidos: primero para mantener a Sánchez en la Moncloa y después para llevarnos a una república federal plurinacional que llevamos denunciando la Comunidad de Madrid mucho tiempo a pesar de ser después tachados de ala dura, de ala radical, de los extremistas del PP, etcétera. Todo es posible con el sanchismo, estamos ahora mismo en los tiempos de la inversión de la verdad y del gobierno sin límites. El asunto es qué deja por el camino, cómo se revierte tanto daño, cómo después podemos devolver el sentido común a todo esto», ha denunciado Ayuso.
Aquí es uno de los puntos de su intervención en los que el hiperbolismo trumpista hace perder peso a la razón que esconden las palabras de Ayuso. No se puede crear una república federal plurinacional. Eso no existe. En primer lugar, para un cambio de régimen político (de monarquía a república) es necesaria una reforma constitucional que, en la actualidad, es absolutamente imposible. Además, Ayuso debería saber que en el 40 Congreso Federal, el mismo evento en el que Sánchez implantó el sanchismo y mató al PSOE, los sanchistas renunciaron de manera definitiva a la vía republicana al impedir votar las enmiendas relacionadas con el cambio de régimen político.
Por otro lado, teniendo razón como la tiene, Ayuso mezcla conceptos y habla de gobierno cuando, en realidad, el único responsable de la situación actual es el propio Sánchez y la caterva de ministros fanáticos sanchistas que saben que, como dice la canción de Amaral, sin Sánchez no serían nada.
«Mientras, España va perdiendo competitividad, sus empresas se van ahogando y la gente joven va perdiendo muchas oportunidades, nuestra política exterior no puede ser más nefasta a todos los efectos: con los Estados Unidos, con lo que ha ocurrido con el Sáhara, con nuestra relación con grandes potencias, no digamos Venezuela, que no pueda dar más vergüenza cómo se está actuando siendo nosotros la cara y quienes deberíamos liderar la libertad y la democracia. Es decir, cómo revierte este daño y cuánto tiempo va a aguantar el país», ha denunciado Ayuso.
Sin embargo, la presidenta madrileña vuelve a perder la razón en la nebulosa de la hipérbole y la manipulación. En el tema de la creación del paraíso fiscal catalán (que se sumaría al paraíso fiscal que la propia Ayuso ha creado en Madrid por otras vías) no tiene más análisis que el de la creación de privilegios a una parte de la población, destruir los principios de igualdad y solidaridad territorial. A partir de ahí, mezclar con asuntos de política exterior, manipulados además, le quitan peso al ataque. Por ejemplo, respecto al tema de Venezuela, el gobierno de Sánchez se ha alineado desde el principio con los países que han reclamado las actas de votación reales de votación.
«El sanchismo es comprar votos, es corrupción política a todos los efectos y van a comprar los votos y la voluntad de los presidentes, o lo van a intentar, de los barones socialistas. Es imposible que por decencia vayamos a unas elecciones, ahora, en el caso de hacerlo evidentemente se está intentando comprar la voluntad del pueblo de Cataluña», ha finalizado Ayuso.
La realidad es que el actual gobierno de Sánchez se mantiene gracias a la constante compraventa de prebendas y privilegios para sus socios independentistas. Sólo la investidura del líder del Partido Sanchista va a costar cerca de 200.000 millones de euros de dinero público y una ley inconstitucional que sólo beneficia a un 0,0019% de la población española.