Los científicos han descubierto que bajo la región de Afar, en Etiopía, hay una columna de manto caliente que pulsa hacia arriba como un corazón palpitante y que puede llegar a formar un nuevo océano. Tan hermoso como aterrador. La noticia del prodigioso descubrimiento geológico se produce el mismo día en que Santos Cerdán ingresa en prisión por orden del Tribunal Supremo. Salvando las distancias, es algo parecido a lo que está ocurriendo en el PSOE. Un manto caliente (explosivo cabría añadir) pugna por salir a la superficie. Etiopía sería Ferraz. Los etíopes serían los votantes y la militancia socialista que asisten estupefactos al inminente cataclismo. Y el magma imparable es la bolsa de mugre y cochambre que se ha ido acumulando bajo las placas tectónicas del partido hasta hacerlo reventar en cualquier momento. Boom.
Lo que se vivió ayer en el Supremo fue triste y desolador para el PSOE. La escena televisada de la mano derecha de Sánchez entrando en capilla, como un hereje de la izquierda ante la Inquisición, entre los gritos del populacho ávido de linchamiento, forma parte de los libros de historia. Dentro, ya en presencia del juez Leopoldo Puente, al socialista canalla solo le quedó aferrarse a las excusas vanas del forajido, las coartadas del quinqui que tantas veces hemos escuchado en un bando y en otro del bipartidismo. Que si soy inocente, que si los jueces me tienen manía, que si todo es una persecución contra mi persona. Caza de brujas, cacería política. En su delirio (seguramente aconsejado por su abogado) llegó a aducir que los audios de Koldo García, el Judas de Ferraz, son falsos, ya que están fabricados con inteligencia artificial. Ni él mismo se cree que ese argumento le vaya a servir para salir inocente de todo este embrollo.
El magistrado escuchó al imputado, tomó nota y con las mismas el reo para Soto del Real, donde el secretario de Organización (mejor dicho, de la “Organización”, que no es lo mismo) pasó su primera noche tropical, o sea a la sombra. A Cerdán lo condenan las grabaciones del gran traidor de esta película, el último aizkolari socialista, tal como definió a Koldo el propio Sánchez. Pero también ese contrato privado firmado de su puño y letra como accionista de Servinabar. Hay que ser muy zoquete, muy insensato, muy suicida o todo ello a la vez para, siendo un político en activo, plasmar la firma sobre un papel que en definitiva constituye una prueba de cargo letal. Nunca antes se había visto algo así: todo un alto dirigente socialista rubricando su propia sentencia de muerte. ¿En qué estaba pensando, en la siguiente mordida? La codicia ciega como una llama incandescente abrasando los ojos.
Mientras dentro del Supremo el imputado daba las últimas bocanadas como hombre libre, como pez moribundo, fuera, la ministra Montero, cual Lola Flores del socialismo, volvía a bailarse uno de esos disparatados zapateaos por bulerías pisoteando la lógica más elemental. “Es un asunto de una persona que no tiene que ver con el PSOE”, dijo a los periodistas como si Cerdán fuese uno que pasaba por allí. Intolerable insulto a la inteligencia. A la ministra, que desde hoy queda inhabilitada para aspirar no ya al trono de la Junta de Andalucía, sino a la presidencia de su comunidad de vecinos, no le bastó con poner la mano en el fuego por el santo diabólico, chuscarrándosela toda, sino que tuvo que tirar de ese nauseabundo repertorio del cinismo que tantas veces le hemos criticado a la derecha patria en esta misma columna. A la señora Montero solo le faltó decir que esto no es un caso del PSOE, sino un caso contra el PSOE, como en su día hizo Mariano para tratar de exculpar a su partido. O sugerir que la Fiscalía está vendida al Gobierno. O referirse a Cerdán como “ese hombre del que usted me habla”, tal como dijo el registrador gallego a propósito del tesorero Bárcenas cuando este fue pillado in fraganti repartiendo aguinaldos de Navidad.
Pero si bochornoso era lo que estaba ocurriendo entre los negacionistas de la corrupción de Ferraz (los fieles del sanchismo que han optado por hundirse con el capitán del barco amarrado al palo mayor), más aún resultaba la actitud cainita de algunas viejas glorias del PSOE que ayer, como tantas veces, no estuvieron a la altura. Nos referimos, una vez más, a los Felipe y Page, los dos carroñeros del cadavérico sanchismo que estos días se están dando un festín de odio, inquina y venganza con el todavía inquilino de Moncloa. Produce arcadas escuchar cómo el gran Manitú de la corrupción de antaño, el trilero de los 800.000 puestos de trabajo, el señor de la cal viva, se pone exquisito y le confiesa a Alsina que no piensa votar más a este PSOE enfangado, mientras el cacique manchego mete el colmillo en los despojos del partido, lo retuerce, hace sangre y lo goza babeando de gusto. Tienen más de resentidos que de socialistas y ya solo trabajan para el Partido Popular y la extrema derecha, como buenos conservadores de lo suyo que son. Nunca han sabido estar en su lugar con nobleza y generosidad, han confundido crítica legítima con guerra a muerte, disensión con deslealtad y libertad de expresión con traición. Es como si el César jubilado y su paje paniaguado se hubiesen propuesto terminar de liquidar lo poco que queda en pie del PSOE, quizá, quién sabe, para formar otro partido más pronto que tarde. Hay una operación en marcha para liquidar el socialismo, la solución final, la pasokización, y resucitar al nuevo Ciudadanos del bipartidismo, solo que con el patriota liberal Page en el papel de nuevo Riverita. Ultraderecha y derecha macronista a la francesa, con la izquierda ya derrotada y sometida. Cuenta la caverna que la histórica Amparo Rubiales, actual presidenta del PSOE de Sevilla, va repartiendo formularios por las redes sociales, recogiendo firmas para echar al patriarca Copito de Nieve de una vez por todas. ¿Dónde hay que firmar antes de que Etiopía vuele por los aires?