Feijóo ha calificado el genocidio de Gaza como “actividades militares” de Israel. Son los macabros eufemismos de un líder del Partido Popular que no deja de sorprendernos por su frialdad, su falta de empatía y de humanidad. Feijóo es como una de esas máquinas de inteligencia artificial, solo que tiene más de artificial que de inteligencia. No se entienden los circunloquios del jefe de la oposición para, en un giro de descarnada banalización o frivolización del mal, no tener que hablar de lo que está viendo todo el mundo: los crímenes contra la humanidad perpetrados por Benjamin Netanyahu.
No es la primera vez que este hombre se entrega al falso lenguaje, piedra angular de su discurso político. Ya pasó a los anales de la historia de la ocurrencia cuando dijo aquello de que la Guerra Civil ocurrió porque “nuestros abuelos se pelearon”. O cuando echó un cable a cierto maltratador machista, a quien exculpó diciendo que tuvo “un divorcio duro”. O cuando, tras la riada de Valencia, aseguró que Mazón pronto llevaría buenas noticias que tranquilizarían a la población (todo el mundo pensó entonces que el president podría presentar su dimisión, pero no fue así y ahí sigue el honorable, paseando su calaña de político nefasto por todo el mundo).
Feijóo ha hecho del eufemismo un arte y cuando trata de explicar por qué el PP se quedó a las puertas de gobernar España (a falta de un puñado de escaños independentistas, los de Carles Puigdemont), siempre dice que él no fue presidente “porque no quiso”. Ayer mismo, volvía a las andadas a cuenta de las masacres de Netanyahu en Palestina. “El Gobierno de Israel está siendo absolutamente desproporcionado en sus actividades militares contra la población civil”, alegó evitando posicionarse sobre la posibilidad de revisar el acuerdo comercial de la UE con el Estado hebreo porque es una decisión que compete a Bruselas. Actividades militares, dice el jefe de los genoveses. Muy bien. Perfecto. Entonces, cuando Netanyahu bombardea una escuela o un hospital, ¿cómo se llama a esa tropelía, según el señor Feijóo, maniobras orquestales en la oscuridad, una obra de demolición, un nuevo proyecto inmobiliario? ¿Y cuando un dron mata a medio centenar de civiles palestinos, cómo se define eso según el dirigente conservador, como un daño colateral, como un error de cálculo, como un desagradable incidente? ¿Y cuando el ejército hebreo arrincona a dos millones de gazatíes en el puerto, en tiendas de campaña y en condiciones infrahumanas, cómo califica él a esa macabra operación, como un pícnic veraniego, como unos días de descanso en la playa, como un Benidorm para pobres? Si este es el democristiano del partido, el que debería demostrar un sentimiento más compasivo y empático con el prójimo y con el sufrimiento ajeno, cómo será el ateo.
El dirigente del PP es un maestro, un auténtico hacha a la hora de darle la vuelta al lenguaje, retorcer el pensamiento y escaquearse de una pregunta incómoda. Así, cuando los periodistas le piden que se posicione sobre la decisión de la UE de revisar los contratos con Israel, él asegura: “La Unión Europea que haga lo que considere oportuno, yo no estoy sentado en el Consejo”. Ahí queda eso. Se conoce que en ese momento no se le ocurrió uno de sus habituales eufemismos, así que decidió recurrir a una técnica que ya utilizó su predecesor, Mariano Rajoy, otro político a la gallega: pasar de todo. ¿Cómo puede decir un candidato a gobernar España que él se desmarca de lo que diga o haga la UE? ¿Acaso no tiene criterio propio, opinión, personalidad para expresar lo que lleva dentro?
Aunque Feijóo admite que el Gobierno de Benjamin Netanyahu ha actuado de espaldas al “Derecho internacional”, se reafirma en que “el problema que inició todo este disparate” fue la organización terrorista Hamás, que “utiliza al pueblo palestino de escudo permanente”. Así, de esa forma tan esquemática y simplista, despacha el conflicto de Oriente Medio que lleva supurando sangre desde 1949. De alguien de su cargo y supuesta formación se espera que haga un análisis algo más sesudo y profundo. Sin embargo, el líder popular se queda en la explicación maniquea de bar de extrarradio: Israel bueno, Hamás malo. Cualquiera que se haya acercado al problema de la cuestión palestina sabe que el asunto no puede analizarse desde la perspectiva del blanco o negro. Judíos y palestinos llevan décadas matándose entre ellos, si bien es cierto que Israel, un país que se supone democrático, ha terminado equiparándose al terrorismo yihadista al entregarse a prácticas y técnicas propias de Estados totalitarios criminales. A la violencia terrorista, venga de donde venga, se la combate con la ley y el Estado de derecho. Al optar por el exterminio masivo de palestinos y la limpieza étnica, o sea por el genocidio, Israel ha perdido toda su legitimidad ante la comunidad internacional y ante la historia. Pero ese análisis complejo, que es el más ecuánime y acertado, jamás se lo oirán a Feijóo, que prefiere enrocarse en la explicación de cuñado.
Para Feijóo, una de las prioridades es, a estas alturas, “eliminar” a Hamás de Oriente Medio, y no descarta que el asesinato de dos trabajadores de la embajada israelí en Washington esté relacionado con la organización terrorista. “Es necesario clarificar y saber quién está detrás”. “Esta es la postura que tendría como presidente del Gobierno y no la iba a cambiar en función de algún interés o de algún posicionamiento coyuntural. Tenemos un problema desde hace décadas y no lo vamos a resolver poniéndonos a favor o en contra, sino con una posición proporcional ajustada a la historia”, añade Feijóo, que se ve apoyado por las recientes opiniones del expresidente del Gobierno Felipe González. “A partir de ahí”, aboga por que “la Unión Europea haga lo que considere oportuno” con las relaciones comerciales con Israel. De alguna manera, esa sería la estrategia de Feijóo en política internacional, no mojarse, no hacer nada, esconder la cabeza debajo del ala ante las atrocidades que Israel está cometiendo en Palestina. Nefasto presidente el que nos va a tocar en desgracia a todos los españoles.