España cerró agosto con 21.905 desempleados más, una cifra superior a la de 2024, lo que aumenta la inquietud de que el modelo laboral del país, dependiente desde hace décadas del turismo masivo, esté mostrando signos de agotamiento.
Las cifras oficiales de julio ya fueron una advertencia, con un incremento inusual del paro en el sector servicios en plena temporada alta. Agosto confirma que el modelo turístico se está derrumbando.
Los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) revelan una contradicción preocupante: el turismo bate récords en número de visitantes, pero el desempleo en los servicios aumentó en 21.692 personas, lo que explica prácticamente todo el repunte mensual. Al mismo tiempo, la Seguridad Social perdió casi 200.000 cotizantes, una caída diez veces mayor que el incremento de parados.
La estafa de la propaganda
El mercado laboral español es un enigma y, precisamente, los datos del gobierno demuestran la estafa que supone para los trabajadores las políticas laborales del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Nunca se habían firmado tantos contratos (10 millones en los ocho primeros meses de 2025, superando el ritmo del año pasado= y, en cambio, el desempleo persiste, no se generan nuevos puestos de trabajo.
El análisis de las cifras publicadas por el SEPE muestra que con diez millones de contratos, el 40% de ellos indefinidos, se debería haber acabado dos veces con el paro. Solo en agosto se firmaron casi 800.000 contratos en los servicios, incluidos 262.000 indefinidos, pero el resultado fueron 22.000 parados más.
El problema no es la cantidad de empleo, sino su calidad. Muchos de esos contratos indefinidos de los que hace bandera Sánchez son parciales, temporales o se rescinden con rapidez. De hecho, apenas el 15,7% de los contratos de agosto fueron indefinidos a jornada completa, y ni siquiera esos lograron consolidar nuevos puestos de trabajo.
Juventud masacrada
Los trabajadores jóvenes sufren con especial dureza la inestabilidad. En agosto, el paro entre los menores de 25 años aumentó un 2,1%, frente al 0,8% en los mayores. Aunque este grupo firmó casi 100.000 contratos indefinidos en verano, sigue sumando 168.000 desempleados, lo que evidencia la fragilidad de las oportunidades que se les ofrecen. La realidad de la España de Sánchez es cruel para las clases trabajadoras puesto que el contrato indefinido se ha vaciado de contenido. Es una etiqueta, no una garantía de estabilidad.
Más visitantes, menos empleo, más explotación
Lo más inquietante es que el repunte del desempleo ocurre justo cuando el turismo alcanza máximos históricos. Los visitantes gastan menos en hostelería tradicional y optan cada vez más por alquileres turísticos y apartamentos con autoservicio. Este cambio beneficia a los propietarios, pero erosiona la demanda de hoteles, restaurantes y del ecosistema de servicios en general.
El modelo, que en otro tiempo fue el motor de creación de empleo en España, ahora podría estar devorando otras partes de la economía. También está presionando al mercado de la vivienda, donde los alquileres turísticos compiten con la oferta residencial, elevando las rentas en ciudades como Madrid o Barcelona.
Equilibrio frágil
La paradoja de “más contratos, más desempleo” pone de relieve una debilidad estructural: un crecimiento basado en alta rotación, contratos precarios y un turismo que genera menos empleos estables de los que consume.
Para el Gobierno, el reto es mayúsculo. Debe conciliar las cifras récord de empleo con la realidad de la baja calidad laboral, y enfrentarse a una economía donde las estadísticas de portada enmascaran una inestabilidad creciente.
Si el modelo español no logra evolucionar más allá de la dependencia del turismo y de los contratos de corta duración y escasa seguridad, las cifras de agosto no serán una anomalía, sino la señal de un ajuste más profundo que está por venir.